Capítulo 51

23 1 0
                                    

"¿Qué hay de nuevo viejo?"

—Su apariencia es lamentable —musité asombrada.

Por cierto, Gomory me lleva en brazos. Y desde aquí puedo contemplar a la perfección el rostro enfermo de Caesar, el hermano de Cristel, quien se encuentra en estado crítico.
No obstante, el temblor de las maderas de la cabaña hizo que llame la atención de mis acompañantes, porque su movimiento anuncia la llegada del ejército de la región.

—Volvamos al castillo —musité.

—Aún no hemos acabado nuestra misión... —murmuró con nerviosismo Honey, por lo que oprimí los labios.

—Lo sé, pero no debemos darnos el lujo de arriesgar lo poco que tenemos —hice una pausa, porque nuestra retirada será cuestionada por Sebastián—. Además, tengo que recuperarme. No puedo seguir en este estado.

—¿Adónde iremos? Mi hermano no puede viajar así —lamentó, aferrándose a las manos de Caesar.

A cambio, observé detenidamente a Cristel sintiendo empatía por ella. Hizo demasiado, por lo que voy a tener que asegurarle a Sebastián que los hermanos no son maliciosos o va a echarme a patadas del castillo.
A su vez, no olvido el hecho de que debo recuperarme lo más rápido posible para salvar a ese chico o va a morir. La oscuridad ha avanzado por su cuerpo y no va a detenerse a menos que sea extraída.

"El tiempo nos persigue."

—Tranquila, humana. Si sabes de qué es capaz la alquimia, ¿no es así? —cuestionó Gomory, viéndola asentir con los ojos llorosos—. ¡Entonces no tienes razón para preocuparte! —escupió rabiosa, por lo que le palmeé su pecho con cuidado.

"No tiene sentimientos."

—Gomory... —murmuré perpleja debido a su poco tacto—. Escucha, Cristel —llamé su atención—. Caesar va a estar bien, pero tenemos que salir de aquí o van a atraparnos. Dejamelo a mí —musité siendo dulce.

No porque lo desee, sino porque comprendo su miedo a perder a su único familiar.

—No puedo con esta estupidez —rechistó la duquesa, por lo que sonreí divertida.

—Vámonos. No sean inmaduras —parloteó, la mayor, riendo.

(...)

—¿Qué sucedió?

La pregunta que hizo Sebastián nos paralizó una vez nos teletransportarnos al castillo, pero el lado bueno es que nadie, de nosotras, salió herida luego de los caóticos acontecimientos en La Región de Agua.

—Volví a prisión —reí siendo honesta, por lo que recibí una mirada acusadora por parte de todos.

—Eso no es gracioso, Ariztia.

La voz de Honey hace que ponga los ojos en blanco y, a cambio, me encojo de hombros.

—Tenía que romper el hielo —bramé con obviedad—. No vamos a decirle que pusimos a una región de cabeza, por favor —escupí ofendida.

No obstante, Gomory le dio un suave apretón a mi cuerpo, por lo que dirijo la mirada hacia ella y, en este momento, me doy cuenta de la estupidez que acabo de decir.

"Qué estúpida."

—Metimos la pata —confesé con frustración, observando a Sebastián con desdén.

—Lo sé —suspiró, apretando su ceño—. No es algo nuevo que el cielo se torne escarlata. Luego voy a hablar con ambas —anunció, haciéndonos erizar.

La Joven Prodigio © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora