«Capítulo 43: "Dispuesta a todo"».

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La sangre volvió a teñir el suelo debido a lo que ocurrió anteriormente en el patio de la prisión, sin embargo, esta vez no hubo reacción por parte de la contraria.

El líquido carmín se desliza lentamente por un violáceo escalofriante, el mismo que cubre gran parte del cuerpo de la chica. Éste enseña la brutalidad de una maga que no se tuvo consideración a sí misma, humillándose en un acto impuro que demuestra la falta de consciencia al momento de decidir partir por el camino de la avaricia. Atreviéndose a caminar por el sendero de la deshonra, pero más lo es la impresión y el rechazo que causa tal enfermedad en los demás.

Los magos aborrecen a seres con emociones.

Sin embargo, esa razón a ella jamás le importó, Ariztia sigue con la vista clavada en el suelo y en sus ojos profundamente carmesíes se divisa un aura oscura. Avariciosa. La cual se encuentra luchando por apoderarse de su interior, pero por fortuna su quid no se permite ceder ante la maldad que absorbió en aquella breve contienda con la bruja.

"Ya no duele."

Pensó.

"Esta vez comprendo mi dolor."

El látigo con púas de metal se envolvió en la pierna, desgarrando poco a poco la piel de ella, la misma que anteriormente había sido restaurada por su magia en el momento de la conmoción. Aunque ya no pueda decir lo mismo. La carne se desprende con mucha facilidad de la extremidad gracias al agarre de aquellos dientes creados por la magia de los guardias. Una alquimia que ha sido prestada de la soberana de la región para hacer doblegar a Ariztia, quien al principio demostró indicios de sentimientos que fueron placenteras para el enemigo.

Expresiones repletas de odio, amargura y asco hacia las regiones debido a la impotencia que empezó a nacer en lo más profundo de su quid.

El dolor expresado en los primeros jadeos habían resultado magníficos para el hombre y la mujer que están a cargo de lograr destruir la fortaleza de la hereje. Las lágrimas escarlatas deslizándose por aquellas mejillas casi consumidas por la maldición resultaron atractivas, incluso las agujas envueltas en veneno, que fueron enterradas una por una en su asqueroso cuerpo, que en segundos generaron más sensibilidad, fueron cautivadoras.

Ver la incapacidad de la joven mujer, mas el fetiche de contemplar cómo se retorcía por el dolor hacía más excitante el momento porque la maga que supuestamente era intocable había pasado a ser un conejillo asustado.

No obstante, en medio de aquella atmósfera de éxtasis, los encargados de hacer el trabajo sucio no son capaces de percibir la maldad y avaricia que poco a poco consumen los ojos carmesíes, haciéndolos más letales y, por tanto, más malditos.

—Hermano mío —tarareó la joven de cabellera castaña—, mira nada más mi extravagante obra de arte —declaró emocionada.

En ese momento, enterró lentamente el dedo índice en una de las mordidas que su látigo le había proporcionado a Ariztia.

La pierna izquierda de la maga por inercia se movió ante el tacto que escarba en su piel, el mismo que se sumerge en sus tejidos y se retuerce con hazaña dentro de ella.

—No es un método que me apasione —respondió siendo honesto, recorriendo la acabada figura de la chica—. Solo observar lo vistoso que es, es decir, envenenar el suelo sagrado de nuestras tierras con la sangre de esta abominación me da un fuerte dolor de estómago —comentó manteniéndose distante de la situación, viendo con repudio, y prácticamente haciendo arcadas, al cuerpo colgado, por las muñecas, de la joven

"Hermanos."

Pensó.

La mirada inexpresiva de Ariztia recorrió los cuerpos de los hermanos, posiblemente mellizos, analizado minuciosamente cada centímetro de ambos. Y en ese momento cada detalle cobró vida en sus pensamientos macabros; cometer asesinato de la forma más cruel que pueda cruzarse por su cabeza.

La Joven Prodigio © BORRADORWhere stories live. Discover now