Capítulo 22

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"¿Por qué?"

—Si aprecias tu vida te recomiendo que hables de una buena vez, porque no voy a tocarme el corazón a la hora de... —matarte.

Me llevo una mano hacia el pecho, estrujándolo por los feroces latidos que están sacudiéndome por dentro, pero sé que debo aguantar para poder llegar a la escarcha.
Yo necesito resistir así las posibilidades no estén a mi favor.
Hago una pausa, cubriéndome la boca con el antebrazo, ya que ella parece invadida por la sangre seguido de hacerse presente la llamada tos. Aún así, no doy el brazo a torcer, me aferro al cuello de la camisa desprendida del hombre para acercarlo a mi rostro.

Yo necesito verlo cara a cara para no olvidarme jamás de su rostro, ni siquiera en las próximas vidas que tendrá mi alma después de morir.

"Así reencarne en una víbora terminaré inyectándole mi veneno."

—Por un carajo... ¡habla! —grito a fuerza de pulmón, pero su gesto al burlarse hace que golpee su rostro a puño cerrado.

El mismo movimiento y fuerza bruta provoca que yo misma termine en el suelo, retorciéndome de dolor, pero siendo terca a todas las adversidades volteo en dirección a ese desconocido para encontrarme con su cabeza volteada a un lado, gracias al golpe que mi puño dejó en su estúpida cara.

—¿Qué te hace pensar que tu causa es mas digna que la nuestra?

Oprimo los labios cuando escucho su pregunta, pero estoy lista para lo que sea y por eso considero que esto debe tener un punto final.

—¿Acaso para ti es más digno arruinar este mundo? —cuestiono poniéndome de pie. —Esos inventos los consumirán lentamente hasta la muerte y si no detienen esto ahora... —guardo silencioso, acomodándome enfrente de él cuando nuestras miradas se encuentran. —El caso es que será muy tarde cuando decidan terminar con lo que está pasando. Piénsalo... ¿vale la pena una guerra? —susurro, desabrochando lentamente mi camisa.

Sé que no es apropiado, pero el vendaje logra cubrirme los senos y lo agradezco.

—Esto es lo que le hace la oscuridad a un mago y ni siquiera teniendo un quid tan poderoso como el mío puedes escapar de tu destino. —confieso por lo bajo desvelando las manchas violáceas en mi cuerpo.

No muestra asombro o por lo menos yo no lo encuentro en sus ojos.

Las desagradables manchas se extienden hasta mi cuello y, de seguro, en breves llegarán a mi rostro porque ya no puedo seguir soportando el inframundo en la realidad, y, éste ni siquiera ha sido completado al cien por cien.

—Entrégame a ese ni... —niño.

De repente, caigo al suelo, enterrando las rodillas en el río de sangre que se ha formado a nuestro alrededor empiezo a toser con ferocidad. Además, la sensación de que mi pecho es desgarrado por dentro genera que grite con todas mis fuerzas.
Me llevo las manos hacia la cabeza como un acto de reflejo, sintiendo como ella punza con violencia.
Mi vista carmesí se nubla, pero, por efímeros instantes, me doy cuenta que el inframundo empieza a desvanecerse trayendo el antiguo panorama de la casa Fields a la realidad.

"No puedo respirar."

El dolor, las imágenes de personas muriendo, las lágrimas de sangre, los sollozos y gritos desgarradores abordan gran parte de mis sentidos.
Escucho a las almas rogarme por sus anhelos de salir y por algunos momentos el velo* se ve afectado por mí inestabilidad, provocando que aquellas manos hagan a un lado al sujeto e intenten arrastrarme hacia aquel lugar.

La Joven Prodigio © BORRADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora