¿Paria?

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Capítulo I

Ariztia Monique

-¿Qué...?

Parpadeo tratando de acoplarme a la luz del lugar mientras me siento con cuidado en el suelo.

Ahora, con la visión más clara, observo mi alrededor.

Me analizo con curiosidad las manos, el cuerpo, incluso las vestimentas de esclava. Las mismas consisten en un sucio pantalón holgado de color blanco y una blusa, dos tallas más grande, de tonalidad beige.

Giro en el sitio percatándome de mi larga melena color chocolate, asumiendo que ella me llega hasta las caderas.
Luego, siendo sutil con cada roce que logra estremecerme, palpo mi rostro.

-No puedo creerlo... -suspiré, mordiéndome el labio inferior para no gritar de la emoción.

Pero recupero la compostura y de inmediato uno las manos y cierro los ojos.

-Gracias por darme una segunda oportunidad -susurré, regocijándome por la alegría que han otorgado.

Aun así, no puedo evitar estar desconcertada porque no logro entender mi actual situación.

Oprimo los labios, encaminándome por el sendero de baldosas, el cual es rodeado por una llanura.

¿Dónde me encuentro? No recuerdo este lugar.

-Primero lo primero.

Con el índice hago un rectángulo imaginario para luego chasquear los dedos generando un espejo.

-Increíble.

Me llevo las manos hacia el rostro, sintiéndome sorprendida por mi tez bronceada.
Siempre he soñado con tener un color ideal porque antes era un pergamino de lo blanca que era, pero ahora la historia es diferente. Además, las pecas en la nariz y las mejillas me producen cierta ternura.

-Que bonita -solté con orgullo, sintiéndome afortunada por lo que veo.

De todos modos, encontrarme joven me genera curiosidad.

-¿En qué año estoy? -con un pie, pisoteé el suelo.

Aguardo unos segundos antes de ver la respuesta en el espejo; 7887.

Desde mi muerte solo han pasado ocho años... ¿Qué edad tendrá este cuerpo? Se ve muy joven.

Debo admitir que mi apariencia actual es similar a la de mi anterior cuerpo y, si mis cálculos no me fallan, ahora mismo debería tener veinticuatro años.
Pero pienso que no estoy tan lejos de la realidad.

A pesar de no ser una pregunta, el espejo decidió contestarla sin ningún problema.

-¿Dieciocho? Oh, bueno. Bienvenida sea mi juventud -pronuncié satisfecha.

Doy otro chasquido a fin de desvanecer el espejo mágico. Después de todo, él solo contesta simples preguntas.

¿Qué debo hacer? Ni siquiera sé en donde me encuentro.

A pesar de estar dudosa, no me detengo y sigo el camino de piedras.

Me pregunto cómo estarán mis compañeros luego del incidente. Siendo honesta, no considero que les haya importado mi ejecución, ya que pude contemplar resentimiento en sus miradas antes de morir.
Sin omitir el rencor que ellos desprendían a mi persona.

Sí, supongo que me extrañaron.

-En ese caso, debería evitarlos -bufé-. Aunque siendo una esclava dudo mucho que nos veamos, porque provienen de la realeza -exhalé con fuerza, viendo a lo lejos una mansión.

La Joven Prodigio © BORRADOROpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz