Capítulo 10

168 26 1
                                    

"Intruso"

No disfruto que este sujeto me arrastre de un lado a otro enseñándome el lugar. Quiero decir, me importa un bledo los cambios que experimentó Voluptatem durante estos siete años, es más, mi cara de disgusto es evidente al recorrer el establecimiento.

De todos modos, debo hacer un esfuerzo por la causa y enseñarle mi mejor intento de sonrisa. Dato a considerar, no soy buena sonriendo.

Yendo al caso, tener paciencia es ahora mi tarea para lograr hablar con la mejor amiga de Myra, la mujer vampiro. Si mal no lo recuerdo, ellas eran inseparables hasta que Myra tuvo que marcharse para proteger a la pequeña escarcha, Jale, de la esposa del Conde Fields.

"A esa mujer vampiro la reconocería en cualquier parte."

—Es suficiente —parloteé, regalándole una sonrisa mientras me libero de su agarre.

La perdí de vista, maldición: ¿adónde diablos te metiste?

—Mañana volveré a visitarlos —confesé, dejándolo pasmado.

Volteo y hago un ademán para despedirme de él, pero al momento siento su agarre en mi muñeca.

—Puedes pasar todas las noches que quieras aquí, puella. Sabes que Voluptatem tiene las puertas abiertas para ti.

Suspiro con resignación al momento de girarme y afirmar haciendo un leve movimiento con la cabeza. A cambio, su expresión desveló por cortos segundos una sonrisa perversa en el rostro, lo cual fue un gesto interesante.

—En ese caso... ¡Lucy! Ven aquí y guía a la dama hacía su habitación —exclamó, llamando a una de las chicas, por lo que una mujer de larga cabellera rubia se acerca meneando las caderas.

En el camino, ella deja a más de uno embobado.

"¿Y ese teatro?"

Elevo una de las cejas divirtiéndome por la situación que rebalsa lo incoherente. Aun así, le resto importancia viéndola por encima del hombro, dándoles la espalda para buscar a la mujer.

"¿Dónde estás vampiro?"

—Será un gusto, mi lord.

Retengo la risa, rodando mis orbes al momento de oírla hablar de aquella manera.

"Tal parece que no soy la única actriz en el lugar."

—Tú, sígueme —ordenó.

Pasa por mi lado chocándome el hombro, a lo que suspiro antes de encaminarme hacia las escaleras del lugar siguiendo el movimiento de su trasero.

"¿Me pregunto si mi actuación se ve igual de ridícula que la suya?"

Sin embargo, no estoy aquí para seguir con juegos absurdos, ni mucho menos cuestionar el papel de los demás.

No puedo dar ningún paso en falso sabiendo que estoy a kilómetros de la capital, más cuando la ciudad de Jack el Destripador se comporta hostil ante la presencia de nuevos viajeros.

—¿De dónde eres?

Su pregunta hace que frunza el ceño, aun así, no respondo y sigo observando las paredes con tapizado azul que poseen minúsculos detalles dorados.

Los cuadros son un tanto exhibicionista, pero no me interesan en lo absoluto, es más, considero esta clase de arte un poco perversa.

—Las veteranas te han reconocido al instante, pero a nosotras, las más jóvenes, nos llamas la atención. Me da curiosidad saber qué escondes detrás de esa dura mirada, es decir, nadie hace sonreír a mi lord de esa manera.

La Joven Prodigio © BORRADORWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu