Capítulo 35

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«Brecha»

—¡Eh! Honey —saludé.

Ella me brindó una dulce sonrisa antes de señalar la silla que está frente a ella, por lo que, sin poner resistencia, me senté observando a los mercaderes ir de un lado a otro por el muelle.

—Estamos de suerte —parloteó efusivamente bebiendo de la jarra de madera—. Al parecer todos aquí están conmocionados por las desapariciones. No se mostraron negativos al brindarme información, ¿no es eso increíble? —agregó.

Qué tan azules serán los ojos de Jale cuando hace uso de su alquimia. ¿Él estaría a la altura de un Especialista*?

La escarcha posee en su interior un quid completamente extraordinario, único entre su clase, y aunque no sea habitual es uno de los pocos alquimistas que me ha hecho erizar por completo. Me preocupa que Innfødte se haga con él porque ese niño no es consciente de la capacidad de su núcleo, es más, jamás ha sido consciente de ello y esa misma razón me estremece.

"Por cuánto tiempo más estaremos separados, escarcha."

Mi corazón se exaltó y mi quid titiló acorde a las emociones que empezaron a perturbarme.

—Vuelve a mí, escarcha. Vuelve a mí, por favor —apreté con fuerza el puño al recordar sus lágrimas cuando rogaba que me quede a su lado—. Te lo ruego —gruñí.

—Ariztia.

De todos los magos que habitan en el Imperio Arcano, ¿por qué tenía que ser él?

—¡Ariztia!

Mis ojos se abrieron de par en par cuando me encontré con la mirada de Honey, quien sostenía mi mano con fuerza para absorber la magia congelada que, sin querer, dejé salir. A cambio, baje la cabeza para observar mis botas por la vergüenza de mis acciones precipitadas.

"Me siento una novata."

Pensé.

—No te preocupes por mí —musitó con dulzura ocultando su brazo congelado—. La magia muy pronto desaparecerá, Ariztia —tarareó tratando de calmarme—, yo no soy una maga común y corriente, ¿acaso no lo recuerdas? —curvó la comisura de los labios en su habitual sonrisa resplandeciente—. Pero me hubiese gustado ver cómo congelabas a todos por ese pequeño descuido tuyo. Al parecer estimas más de lo que parece a ese niño, ¡espero conocerlo muy pronto!

Mis lejanos latidos empezaron a oírse con claridad gracias a sus palabras que inconscientemente me han persuadido.

—Me ha dolido. No pienso engañarnos, aun así, debemos agradecerles a las esferas de Innfødte que han ocultado tu presencia. ¡Eres extraordinariamente excepcional!

—Esa, esa no era mi intención —murmuré por lo bajo juntando las manos en el regazo.

"Claro que no."

Sin embargo, me pongo de pie sin mucha demora, la sonrisa que abordó mis facciones instantáneamente perturbó el carisma de Honey.

—Sígueme. Tienes que ver esto, Lucy —enfaticé al pronunciar el nombre de su ilusión.

(...)

La Joven Prodigio © BORRADORUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum