Capítulo 06

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"Vida"

—No puede ser... —mascullé adolorida.

Me remuevo en el suelo gracias a la caída que tuve por el temblor.

En estas circunstancias, al utilizar magia entre manipular a Jale y tratar de evitar colapsar, ya que al reprimir las manchas que están avanzando por mi brazo estoy alterando mi quid, es un gran esfuerzo. Por eso mismo, pienso ser agradecida y no quejarme.

Me encuentro a nada de mandar en su totalidad la situación al carajo y emplear mi máximo potencial, o lo que queda de él, para huir de una buena vez. Pero ser decente logra estropear mi cometido y me molesta no poder hacerlo.

"Entre ser y no ser."

Volteo en el lugar, quedando en cuatro patas para recuperarme de la caída. Llevo el brazo afectado hacia el estómago y con el otro, apoyado en el suelo, trato de mantener el equilibrio. De todos modos, lo flexiono por momentos al toser sangre y, haciendo un gran esfuerzo, me estabilizo para ponerme de pie.

No obstante, una presencia me eriza por completo, no me atrevo a girar por la sorpresa que me embarga. Entonces, trago con dificultad y evito encontrarme con aquella mirada.

Es ahora cuando los recuerdos del pasado terminan por atemorizarme. Así que, concluí por alejarme al ser brusca y retroceder sin verlo a la cara.

"Tranquilízate, Ariztia."

—Permítame, señorita —pronunció, caminando en mi dirección.

No obstante, con el pulso acelerado por la adrenalina, solo me limito a realizar una simple reverencia. Asimismo, siento como mis prendas cada vez se van tiñendo más por la sangre y esto hace que él se acerque, por lo que intervengo posicionando mi brazo sano entre ambos.

—Estoy agradecida por su atención, pero voy a rechazarlo. Mi señor aguarda por mí —declaré con rudeza, enderezándome en el lugar para, al fin, establecer contacto visual con él, Bradley.

A diferencia del pasado, sus ojos se muestran nostálgicos al verme, pero tengo que mantenerme impasible ante un gesto amable como el suyo.

"No quiero nada de ustedes."

—¡Se encuentra herida! —dijo, agarrándome el brazo sano—. Lo lamento, pero no voy a dejarla ir sin que acepte mi ayuda, es más, usted no tuvo que haber saltado de esa ventana.

Me quedo tiesa pensando en la estupidez que a cabo de cometer y de lo idiota que me habré visto cayendo desde ese segundo piso. Y que, gracias al cielo, pude amortiguar la caída con un poco de alquimia.

Además, no puedo permitir que él me cure porque se dará cuenta de que utilicé magia al herirme y de las manchas en mi brazo, las cuales no son buena señal para los magos. De hecho, son la peor aberración. Es decir, poseerlas supone haberme expuesto a esencia maligna antes y no puedo hacer nada para ocultarlo porque es inevitable, ya que mi quid goza de ella.

"¡Ven aquí, escarcha!"

Ahora mismo, a mi situación, voy a clasificarla como crítica gracias a la mala suerte que tengo en todo momento, porque el hecho de ser tan desgracia me produce demasiada ansiedad.

A veces, solo me gustaría poder descansar por un largo tiempo.

Mi ceño se frunce cuando él está a punto de agarrarme el brazo malherido, por lo que, lo detengo al aferrarme a su muñeca.

—¿No he sido clara? Déjeme en paz si no desea tener problemas con mi señor.

Sé que defenderme con esas palabras es inútil, ya que sé a la perfección el poder que disfruta Bradley y a estas alturas su influencia debe ser excepcional, por lo que no me sorprende si mi escarcha no posee oportunidad contra él.

"Al fin."

Volteo, encontrándome a Jale, a lo que sonrío con perversidad rompiendo el hechizo que utilicé en él.

Está claro que se siente aturdido al momento de volver sobre sí, pero verme evitando el contacto del hombre hace que su rostro se convierta en un tomate.

"Sorpréndame con un gran espectáculo, mi señor."

—Paria —espetó con fiereza, produciéndome una sonrisa—. ¡Ven aquí!

Mis ojos se iluminan y mi reacción es espontánea al alejarme de mi viejo amigo, quien ahora es nadie.

Él me examina antes de ver con soberbia a Bradley. Y, voy a ser sincera, me sorprende que Jale sea alguien así, de hecho, esa mirada asesina que tiene hasta me genera gracia.

—¿Acaso usted intentaba llevársela? —cuestionó liberado un chasquido cuando se cruza de brazos.

Luego, deshizo su acción, aferrándose a la gabardina marrón que llevo y lo señala sin inmutarse.

—¡No vuelva a poner las manos en ella! Es mía.

Pongo los ojos en blanco, aun así, ver la expresión de nuestro contrincante me es maravilloso.

Afirmo que Bradley se encuentra sudando, qué puedo decir, Jale tiene una facilidad de ponerte nervioso cuando se altera, que llega a ser sorprendente.

Aunque mi expresión vale más que mil demonios al momento de ver como el hombre hace una reverencia ante mi pequeño señor. Me quedo sin palabras. Él se endereza y, llevándose una mano al pecho, extiende el brazo hacia nosotros.

—Me disculpo con usted, joven amo —aclaró apenado antes de verme a los ojos—. Pero, con el debido respeto, ¿podría dejarme asistir a su paria? Ella ha perdido mucha sangre.

Tenso la mandíbula, ya no aguantando su insistencia, a lo que agacho la cabeza oprimiendo los labios. A su vez, cierro los puños para canalizar mi frustración.

"Siguen siendo una piedra en el zapato."

—No.

Esa respuesta nos deja sin habla a los dos.

—Aunque no lo parezca, la capacidad de ella es sorprendente, por lo que, voy a ponerla a prueba para comprobar el potencial de sus habilidades —afirmó, evadiendo el balbuceo del hombre de ojos marrones.

Y que mi amo empiece a caminar, dio por finalizada la conversación.

—Que tenga buen día.

"¡Lo hiciste a la perfección escarcha!"

En mi mente solo agito el estandarte con el escudo de la casa Fields.

(...)

—Perdóneme —susurré, por lo bajo, cohibiéndome en el asiento del vehículo.

Observo de soslayo que Jale desvía su atención hacia mí, por lo que sonrío viéndolo a los ojos.

Estoy agradecida con él.

—Por darle muchos problemas, mi señor —confesé siendo dulce al momento de dirigirme a él con cariño.

No debe ser fácil aceptarlo, más cuando aún tiene en mente si lo que hice a fin de salvarnos fue real o no.

Sus mejillas se acaloran y agacha la cabeza para no verme, produciéndome ternura. Sin embargo, hoy la sorpresa es parte de mí, como si ambas fuésemos uña y carne. Él se acerca a mi lado, siendo sutil al desplazarse en el asiento para recostar la cabeza en mi regazo, lo cual me deja sin habla.

Oprimo los labios con fuerza, mordiéndome la lengua, por lo que solo me limito a posar la mano en sus cabellos albinos. Y, a cambio, él cierra los ojos.

—Hoy fue un día agotador, mi señor —declaré con una sonrisa en los labios, viendo por la ventanilla.

La vida es capaz de pasar tan rápido como nosotros por los senderos de árboles que dejamos atrás.

"Espero tener el honor de verte crecer, Jale."

—No te vayas nunca de mi lado, paria... —murmuró, por lo bajo.

Alcanzo a oírlo con claridad y no puedo explicar lo que sus palabras lograron producirme.

"Ahora eres mi vida."

Curvo la comisura de los labios antes de cerrar los ojos y recostar la cabeza en el espaldar del asiento.

—No tengo intenciones de hacerlo...

La Joven Prodigio © BORRADORWhere stories live. Discover now