65. Auskelis.

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~Dylan~

El bosque de Bridgewater parece un campo de batalla digno de una guerra. Hay árboles caídos por todos lados y toda la vegetación a nuestro alrededor está completamente muerto por la Oscuridad que emiten Mitchelle y Chris.

Mis poderes, pero, andan descontrolados. Katia y Cassandra se pasan más tiempo esquivando mis ataques que atacando a nuestros rivales. Y estoy cansado. Pero, ¿qué puedo hacer? ¿Dejar de combatir? ¿Ponerlas en peligro?

– ¡Cuidado Katia! —Exclamo, al ver que una esfera que he lanzado vuela hacia ella.

La muchacha esquiva mi ataque, pero recibe un golpe de Mitchelle en su lugar, saliendo disparada. Yo corro para salvarla, pero no hago más que pasarme. Finalmente, pero, derribo el árbol al que está a punto de impactar y consigo estrecharla entre mis brazos.

– ¿Estás bien?

– S-sí... ¿Tú?

– No sé qué hacer... No puedo dejaros luchar solas, pero...

– Lo sé. Intentemos encerrarlos primero.

– ¿Cómo?

– Abramos la puerta de un Infierno. Creo que, si unimos nuestras fuerzas, conseguiremos hacerlo.

Asiento con la cabeza, llamando la atención de Cassandra. Tras contarle el plan que tiene Katia, la muchacha asiente, esquivando un ataque de Mitchelle y golpeándola lo suficientemente fuerte como para que Chris tenga que ir a ayudarla.

Así pues, aprovechamos para tomarnos de la mano y concentramos nuestras energías en abrir una fisura en el aire que absorba a los muchachos y los mande de vuelta a la prisión de la que escaparon. Poco a poco, siento que nuestros poderes confluyen para ese propósito y sobre nuestras cabezas comienza a crearse dicho corte.

Al darse cuenta de nuestras intenciones, Chris y Mitchelle se lanzan al ataque, pero no consiguen golpearnos por el escudo que he levantado a nuestro alrededor. Seguimos conjurando las palabras que los arcángeles pronunciaron cuando quisieron encerrar a Katia al robar el Orbe Empíreo y la fisura va tomando forma.

De repente, escucho una voz en el eco. Una voz que me cuesta reconocer porque no la escucho con claridad. A mi alrededor, todo está oscuro y silencioso. «¿Sigo estando en el bosque de Bridgewater pronunciando el conjuro o he sido enviado a otro lugar?» me pregunto, mientras camino hacia el lugar del que creo que procede la voz.

Poco a poco, veo una intensa luz al fondo del túnel que se va haciendo más y más grande a medida que me aproximo. Al cruzarla, me encuentro en una sala similar a la anterior, con una diferencia. En el centro hay una especie de foco. Cuando me acerco, me percato de que una figura frente a mí también lo hace.

Al llegar, pero, me doy cuenta de que esa figura soy yo. Como si frente a mi hubiera un espejo y estuviera viendo mi reflejo. Pero, al estirar la mano y conseguir tocar mi propio pecho, me doy cuenta de que no estoy frente a ningún espejo.

– ¿Quién eres? —Pregunto, escuchando mi voz con un intenso eco.

– Soy aquel que convive contigo, Dylan. Aquel al que le diste permiso hace dieciséis años.

– Auseklis. —Mi imagen asiente— Como no tienes forma tangible, te apareces a mí como yo mismo, ya veo.

– Necesito tu ayuda.

– ¿Mi ayuda? —Pregunto, instintivamente— ¿Esto es por el descontrol de mis poderes?

– Nuestros, dirás. O míos, en todo caso...

Come Back To Me (DLMG #4)Where stories live. Discover now