14. Game of Trust.

3 0 0
                                    

En cuanto el último termina de contar su mayor miedo, que a vistas objetivas hay que destacar que muy terrorífico no es —pues quedarse en números rojos en la cuenta del banco no me parece el fin del mundo— ocurre algo mágico. Las personas que han reaccionado a algunas de las aficiones o miedos de los demás, comienzan a conversar con ellas para hablar y compartir experiencias.

– Sí, tía, te entiendo... Mi vecino ahora está endeudado y...

– A mí también me gusta cantar, ¿has pensado en ir a un open mic algún día? Hay uno en...

Yo observo la escena desde un lado, completamente consternada. No puedo creer que, en cuestión de cuatro superficialidades, mis compañeras hayan comenzado a forjar sus relaciones con tanta facilidad. Queriendo saber más sobre Cassandra —por empatía por haber compartido algo tan profundo y por curiosidad de saber si era consciente de lo que está pasando— y su experiencia traumática, me acerco a ella con una tenue sonrisa que va desapareciendo ante la mirada intensa de la cabello castaño.

– No voy a fraternizar contigo, Reed. No me interesa forjar amistades.

– ¿Por qué eres tan fría? Solo vengo a hablar contigo, nada más... Tú sabías que esto iba a pasar, ¿verdad?

– Una mu-... Mi exnovia me enseñó hace tiempo que si querías que forjar una relación con alguien solo era necesario saber tres cosas: Su nombre, para evitar malentendidos; lo que le gusta, con tal de hacerle feliz con ello de alguna forma; y su mayor miedo, porque entraría en la función la empatía innata de las personas, aquella tan visceral, que removería las entrañas de quien escuchase y la simple necesidad de saber más o de oír los pesares del otro, crearía la alianza que necesitaras en ese momento.

– ¿Has tenido novia? Yo pensaba...

– ¿Que alguien tan borde no puede ser soportada por nadie? Yo también te quiero, Reed. Pero sí, he tenido novia. Aunque fue mucho más que eso... Soy pansexual, si te lo preguntas.

– V-vale. Lo siento si...

– No pasa nada, Reed. Alegra esa cara que no es para tanto. Sé que no eres el típico hombre blanco cisgénero heterosexual homofóbico y transfóbico.

Aunque la risa de Cassandra parece sincera, no sé por qué me siento mal por haber asumido que sólo la veía saliendo con chicos o, tal y como ha dicho y nunca admitiré en voz alta, que alguien con su forma de ser pueda tener pareja. Yo sé que me cansaría si mi novio fuera así, pero debo entender que eso no quiere decir que nadie pueda quererlos tal y como son.

– Sé que no es de mi incumbencia, pero... Si te apetece, me gustaría saber más sobre el accidente que tuviste en el río.

– Tienes razón en algo. No es de tu incumbencia. Pero algún día te lo contaré, pues, como te he dicho, no vengo aquí a hacer amigos.

– Dylan cree que, en el fondo, esta forma tuya de ser es solo un mecanismo de defensa. Algo así como un muro que oculta lo que hay detrás, por miedo a sufrir. Dice que tus ojos son como los de tía Harper y su madre... —Por un instante, veo a Cassandra flaquear, pero rápidamente recupera la compostura— ¡Perdón! ¡No pretendía...!

– Dile a Anderson que será muy perspicaz para ver el dolor ajeno, pero que mire más cerca que se está perdiendo algo muy importante. ¿O no es así, Reed?

Entiendo a la perfección a lo que se refiere. Y, aun así, siento una rabia contenida que escapa por mis poros. Como si ella no tuviera el derecho a hablar de ello, como si fuera algo privado, algo que solo Dylan y yo podíamos comentar. Respiro hondo antes de asentir y me doy la vuelta para volver a la pista de baloncesto. No sé si lo ha dicho para echar balones fuera o ha querido atacarme con lo que más oculto, pero algo dentro de mí duele al saber que Cassandra es consciente de mis sentimientos por Dylan. «Qué estupidez, ¿verdad?» me digo a mí misma, sacando la lista del bolsillo para repasar los pasos de la rutina.

Al poco rato, Cassandra manda a callar al equipo y pide volver al entrenamiento. Y éste es completamente distinto. Aunque a mí todavía me cuestan un poco los pasos, sobre todo el sincronizarme con ella para volar y caer al mismo tiempo, el equipo parece otro completamente. Estamos todos coordinados, moviéndonos por nuestro espacio sin problema y con las pilas recargadas. Parece ser que este juego de confianza —aunque nos haya separado aún más a Cassandra y a mí—, ha unido al equipo y ya confiamos los unos en los otros. Pero, sobre todo, confiamos en nosotros mismos. Algo que se nota en algunas integrantes, yo incluída.

– ¡Muy bien, chicas! ¡Chicos habéis estado estupendos! ¡Pero ya se ha acabado por hoy! ¡Ya podéis iros a las duchas o a casa! ¡Pasado mañana a la misma hora! —Exclama la entrenadora, dándonos apoyo verbal y físicamente— ¡Quien quiera hablar con Mary y Harper que aprovechen ahora, pues deben irse pronto!

Y, así, una aglomeración de personas rodean a mis tías, mientras que Cassandra y yo intercambiamos un par de miradas incómodas, antes de salir del gimnasio para seguir caminos distintos. ¿Tendrá Dylan razón? ¿Cassandra será diferente a como se muestra? ¿O no hay más que la borde intolerante que deja ver?

Come Back To Me (DLMG #4)Where stories live. Discover now