18. Umbrella.

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~Dylan~

– Hey... —La voz de Katia llama mi atención, obligándome a levantar la cabeza del suelo para mirarla a los ojos— Sabía que te encontraría aquí... ¿Estás bien?

– En estos instantes, mi padre está en el avión a Madrid. —Digo yo, haciendo que la rubia se tumbe a mi lado.

– ¿Puedo saber en lo que piensas?

– En que mi madre se queda sola durante seis meses, en que mi padre se va a perder los partidos de baloncesto, a ti como animadora, la reunión de padres y profesores, el baile de invierno...

– Pero eso no quiere decir que no se lo puedas mostrar. Tía Mary puede hacer vídeos y fotos, podemos ir a Madrid a contarle lo que sea aunque se enfaden por usar nuestros poderes...

– Lo sé, pero...

– No es lo mismo. —Dice la muchacha, mirándome fijamente a los ojos— Lo entiendo, Dylan. No es lo mismo... Pero peor es nada, ¿no?

Katia dibuja una sonrisa en su rostro que fuerza otra en mí, sin poderlo evitar. Sus ojos siguen fijos en los míos, mientras que siento que cada vez estamos más cerca el uno del otro. Pero no quiero que mi primer beso con ella sea así. Quiero que sea más especial.

– ¿Qué te pasa a ti? —Pregunto, de repente, echándome un poco atrás

– ¿Cómo?

– Puedo ver que tú tampoco estás bien... ¿Es por la coreografía de hoy? Cassandra no tenía ningún derecho a echarte al banquillo de esa forma...

– Tenía todo el derecho, Dylan. Me he paralizado al ver tanta gente. Ah, y es la capitana de las animadoras, así que si me dice que me siente en el banquillo, me siento en el banquillo. —Echamos a reír a carcajadas, olvidando por unos instantes aquello que nos acongoja. Y, de repente, me viene una brillante idea.

– ¿Confías en mí? —Pregunto, levantándome de la hierba, ofreciéndole una mano a Katia para ayudarla a levantar.

– Siempre. ¿Qué tienes en mente?

– Es una sorpresa, pero voy a necesitar que te sujetes fuerte.

Me agacho lo suficiente para que la rubia se suba a caballito a mi espalda y parece entenderlo al instante, porque no tarda mucho en hacerlo, aunque algo incómoda por llevar puesto el uniforme de las animadoras, dejando al aire sus piernas y su ropa interior. Una vez noto su fuerte amarre entre mis hombros, echo a correr con el uso de mis poderes que, aunque tardo menos de un segundo en llegar al otro lado del Atlántico, para mí todo pasa a cámara lenta cuando escucho a Katia reír a carcajadas mientras corremos encima de las olas.

Una vez llego a mi destino, me detengo para dejarla bajar y le tapo los ojos con mis manos para que no vea absolutamente nada. Aunque no deja de preguntarme dónde estamos, camino por la azotea del edificio en el que he aterrizado para llegar al borde que da hacia lo que quiero enseñarle.

– Vale ya, Dylan... ¿Dónde estamos?

– Ya casi, impaciente... Ya casi hemos llegado y... ¡Ya!

Destapo los ojos de Katia, quien recibe un pequeño foco de luz en los ojos, acostumbrándose a él rápidamente. La rubia mira la escena frente a ella boquiabierta, mientras que yo me coloco a su lado, sujetando su mano.

– La torre Eiffel iluminada... Es preciosa... —Musita, casi sin pestañear.

– Yo creo que hay cosas más bonitas aquí arriba, pero, bueno... No se puede negar la belleza de la torre.

Come Back To Me (DLMG #4)Where stories live. Discover now