23. Roller bottle.

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~Dylan~

Llega la noche y la fiesta en casa de los Atkins hace tiempo que está en su máximo apogeo. Mis compañeros de clase y del equipo de baloncesto ya están lo suficientemente ebrios como para dejarse llevar por la desinhibición y el descaro típico de los adolescentes. No me malinterpretéis, yo también lo soy y yo también me dejo llevar a veces por mi edad, pero por obvias razones el alcohol no me afecta con la misma intensidad que a mis iguales y eso hace que siempre actúe con razón en situaciones donde debería dejarme llevar por la diversión.

– ¡Dylan! —Exclama alguien desde algún lado, y es que hay tanta gente en el salón que no veo nada más que cabezas— ¡Ven a jugar con nosotros anda!

– ¿Quién es «nosotros» y dónde estáis?

– ¿Ya estás ciego? —Las carcajadas no ayudan a localizar las voces— En el sofá, estamos con las animadoras. ¡Vamos a jugar al juego de la botella!

El juego de la botella. Las animadoras. ¿Estará Katia jugando también? No. No es posible. No me creo que sea posible que esté jugando a algo así. Camino hacia el sofá con el corazón en un puño. No sé si por nervios de encontrarla en el juego o por no saber cómo sentirme si me tocase besarla a ella. Cuando llego al sofá, me encuentro con Paul y el resto del equipo. No se ve feliz de que alguien me llamara para jugar, pero prefiero ignorarlo. Ya me he llevado demasiadas broncas por la pelea de antes —pues el entrenador llamó a mi madre para chivarse— y no me apetece recibir ninguna más.

Pero, sobre todo, ignoro a Paul porque mis ojos están fijados en la rubia de ojos azules y cabellos rizados sentada entre Jonah y Cameron. Katia me mira sonrojada, incómoda de estar ahí sentada. Imagino que si todas las animadoras están ahí, ella no puede no ponerse a jugar y estoy casi cien por cien seguro que Cameron la ha forzado un poco para sentarse.

– ¡Vamos! ¡Siéntate! —Exclama Lance, dejándome un hueco en el que ponerme— ¡Y, por llegar tarde, te toca mover la botella!

– ¿Quién te ha dicho que haya venido a jugar? —Pregunto, haciendo reír a Cameron, que parece aún más desinhibido, si puede, debido al alcohol— A lo mejor solo vengo a saludar...

– ¡Algo me dice que no vas a poder negarte! —Canturrea el rubio, haciendo sonrojar a Katia, que vuelve a mover sus dedos para tirarlo de espaldas al suelo.

Mis compañeros comienzan a descojonarse de la "torpeza" del muchacho, quien maldice en voz baja a nuestra amiga porque sabe perfectamente qué ha sucedido. A la que no parece hacerle mucha gracia es a Cassandra, que nos mira fijamente con los brazos cruzados. «¿Se habrá dado cuenta de algo? No, no creo... » me digo a mí mismo, sentándome al fin, para después girar la botella.

La botella se detiene frente a Nate, que abre los ojos de par en par. Puedo ver, incluso ante la tenue penumbra, como traga saliva con dificultad antes de mover su cabeza a un lado para mirarme fijamente. Sin avisar, me acerco a sus labios y poso los míos con delicadeza. Sé la atracción que siente hacia mí, atracción que no es correspondida, así que hago todo lo posible para no hacer incómodas las cosas entre nosotros, que parece que soy un maestro en complicarlo todo.

– ¿Eso es un beso? Por favor... —Comenta uno de los jugadores del equipo, entre risas— Ven, Cassandra, vamos a demostrarle a esos dos como se hace.

– En tus mejores fantasías sexuales, imbécil. Ahora deja que Nate gire la botella, anda. Cada uno da un beso como quiere.

Mi mirada se centra en la muchacha, que me guiña el ojo y me sonríe sutilmente para que solo yo me dé cuenta. Aunque lo hace con gran incomodidad, Nate continúa con el juego. Tras varias rondas, y algunos con menos prendas de ropa al negarse besarse con la persona que les ha tocado, Cameron gira la botella y ésta se detiene apuntándome a mí, lo cual nos produce carcajadas.

Come Back To Me (DLMG #4)Where stories live. Discover now