5. The Greek.

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~Cassandra~

Abro los ojos y ya me siento mal por Telesforo. Y es que, a pesar de haberlo devuelto a casa, no tardé ni tres minutos en salir corriendo sin despedirme.

Higía, como la hermana perfecta que es, avisó a nuestra madre de la desaparición de nuestro hermano y, claro, la hija decepción, la que se fue de casa para hacer algo más de lo que hacemos en mi familia, tuvo que llevarse la bronca por ello. Así que, cuando me cansé de escuchar los reproches de mi madre, decidí largarme de allí, no sin antes hacer claro mi enfado, llevándome por delante un par de decoraciones y puertas.

Apago la alarma y me meto en la ducha, saliendo de casa con una pieza de fruta en la mano. Me dirijo al instituto, preparándome para el día de hoy. En cuanto entro al edificio, las miradas se fijan en mí y los murmullos comienzan a resonar en mis oídos. Y hoy no estoy de humor para seguir escuchando el mote que mis queridos compañeros me pusieron en primero.

Me dirijo a la asamblea y me encuentro con el profesor de Lengua y Literatura en la mesa del tutor. Al pasar los diez minutos, el timbre indica que la primera clase está por empezar. Dylan sale del edificio, por lo que imagino que se marcha a la cancha a entrenar, algo que hace desde que entró en el equipo. Por su lado, Katia se dirige a clase de fotografía, en la tercera planta. Sin nada que hacer porque no tengo optativas ni extraescolares más allá del equipo de animadoras, me dirijo a la azotea para tomar el aire —aunque esté prohibido salir ahí— y abrir las listas de las pruebas del equipo de este año desde el portátil.

Pero algo me detiene. Algo que cae a mis pies acompañado de unas carcajadas. Se trata de un papel con algo dibujado. Una épsilon. No entiendo qué o quién haría algo así, por lo que sigo caminando. Y otras notas comienzan a aparecer en mi camino mientras las risas resuenan por mi alrededor. Sigma, tau, ípsilon, rho, iota, delta y alfa minúsculas.

Ocho notas con ocho símbolos. Las risas reaparecen y me doy cuenta de que proceden del baño de chicas a pocos pasos de donde estoy. Ocho notas con ocho símbolos que, si usamos las letras del abecedario latino a las que "correspondría" cada uno de ellos forman la palabra «Estúpida».

Cabreada, entro en el baño y me encuentro con las miradas de tres animadoras, entre ellas, Tiffany, que, al verme, se cruza de brazos y me mira con una ceja alzada. Parece creerse superior por algo y sé que lo próximo que diga va a hacerme golpearla con todas mis fuerzas, pero intento tranquilizarme. Sé que no debería dejarme llevar por las tonterías de una pija repelente con problemas con su padre, pero soy muy impulsiva para controlar mis impulsos y, en cuanto las palabras que emite la chica llegan a mis oídos, me encuentro caminando con ella para sujetarla del cuello de la camiseta y estamparla contra la puerta de uno de los lavabos, que cae desencajada.

– Parece que nuestra amiga la Griega ha descifrado el misterio de las notas. No es tan estúpida como pensábamos, ¿verdad, chicas?

Los ojos de Tiffany se abren de par en par cuando siente el duro objeto en su espalda y yo sonrío macabramente, golpeando con el puño el duro hierro, agujereando el material de la puerta y ensordeciendo a mi víctima. Las animadoras están boquiabiertas por la fuerza con la que he lanzado mi puño y por lo poco normal que es romper el material con el que está hecha la puerta de los lavabos, pero a mí me da igual.

Suelto el agarre sin avisar, dejando a la muchacha con el culo en el suelo. Cuando me acerco a los fregaderos, veo que las chicas tienen su maquillaje esparcido por ahí, así que tomo prestado un pintalabios rojo y escribo en el espejo, ante la atenta mirada de mis compañeras, aquello que ellas han intentado escribirme en las notas.

Estúpida se escribe ηλίθιος, firmado την ελληνική (la Griega)

Salgo del baño sin añadir nada más, lanzando el pintalabios a los pies de Tiffany, que sigue con la cara desfigurada. Ahora sí, subo hasta la azotea, sacando el portátil de la mochila para acceder a la página web del Applewood High School para colgar la lista de aplicación a las pruebas. Como es tradición desde hace unos años, las animadoras cada año nos presentamos también a las Pruebas porque nadie —ni siquiera yo como capitana— tiene el puesto asegurado. Y sé quién va a odiarme todavía más cuando le haga superar sus mayores defectos. Pero me da completamente igual.

La lista comienza a llenar. Algunos nombres los reconozco de ayer y otros no sé quiénes son o si vinieron ayer a pedir información. Pero hay uno que llama mi atención. Katia Reed. A pesar de que mis palabras, Katia ha decidido apuntarse a las Pruebas igualmente. Aunque niego con la cabeza en descontento, no puedo evitar sonreír orgullosa, pues a pesar de haberla dejado en ridículo delante del equipo, la muchacha no se ha echado atrás en sus intenciones.

Todavía resentida con Tiffany, cierro los ojos para mediar y relajarme. Respiro hondo, inspirando y espirando con lentitud. Siento la aparición de alguien a mi lado, pero no reacciono. Sé quién es y la razón por la que se encuentra aquí arriba, pero si Thomas Reed ya me ha pillado en un lugar del instituto donde no debo estar, ¿para qué voy a abochornarme por haber sido pillada?

– No deberías estar aquí arriba, Cassandra.

– Lo sé, señor Reed. Pero necesitaba tomar aire y relajarme. Unas compañeras de clase me han intentado llamar estúpida con el uso de iniciales griegas y, bueno, estaba tan alterada que he salido por la puerta más cercana, que ha resultado ser la de la azotea.

– Ya han venido a hablar conmigo. Dicen algo sobre destrozo de la propiedad escolar...

– Ya, eso... Era la puerta de ese inodoro o la cara de Tiffany. Debería darme las gracias por no romperle la nariz.

– Sé que puede haber gente cruel que te insulte con algo de lo que tú estás orgullosa o con tu lugar de procedencia, pero la violencia no es la solución, Cassandra. Siempre habrá gente acomplejada que intentará crearte complejos para no sentirse sola o inferior a ti, aunque ninguno sea superior al otro.

– Esto lo dices porque he agujereado la puerta. —Me quejo, haciendo reír al hombre frente a mí.

– También es verdad. Pero es tan fácil como decir que el material era deficiente. Lo digo porque no puedes estar así, Cassandra. Solo te haces daño a ti misma. ¿Qué más da que te llamen la Griega por haber nacido en Grecia? ¿Qué más da que no te traten bien unos adolescentes que, cuando acabe este año, no volverás a ver ni recordarás sus nombres? Tú sé orgullosa de quien eres y de lo que haces. E ignora a aquel que necesite hacerte daño para sentirse bien consigo mismo.

– Gracias. —Digo, con una sonrisa sincera, algo más tranquila— Lo intentaré, pero no te prometo nada.

– Bueno, es un progreso. Dicho esto... Estás castigada dos semanas en detención.

– No esperaba otra cosa. —Y, entre carcajadas, el señor Reed y yo entramos de nuevo al edificio principal para continuar con el día de hoy.

Come Back To Me (DLMG #4)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon