Capítulo 80 ~ FINAL

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-Sí, mejor.- así que eso haríamos.

Ese día viernes fue un día extraño. Es probable que todos los del curso lo sintieron así.

Primero, nos entregaron nuestras notas. A mí y a Martín nos había ido bastante bien, y estábamos orgullosos, pues nos habíamos esforzado mucho ese año estudiando juntos, así que en ese ámbito estábamos felices.

Segundo, tuvimos la ceremonia de graduación, donde el profe Alfred nos hizo una charla muy larga y fome donde hablaba de nuestro futuro, nuestros logros, etcétera, luego nos celebraron con un almuerzo.

Por último, cuando definitivamente terminaron las clases todos los del curso celebramos, e incluso nos abrazamos unos con otros. Obviamente, hubieron lágrimas... de emoción y de tristeza, y Martín y yo no fuimos la excepción, pues era un gran logro.

Pero después de celebrar, es como que hubiéramos vuelto a la realidad. A partir de mañana, cada uno iría a su hogar, y no sabíamos cuándo iba a ser la próxima ves que nos veríamos.

Después de esa mañana, cuando volvimos a la pieza, ya no éramos nosotros. Sólo era nuestra cáscara sentada sobre la cama, sin hacer ruido y sin mirar nada más que nuestros pies. A veces, nos mirábamos de reojo, sin decirnos nada, cada uno en su mundo.

En un momento, Martín deja su mano con la palma hacia arriba a mi lado, y yo se la tomo y entrelazamos nuestros dedos, y es ahí cuando por fin reaccionamos y nos miramos. Ambos al mismo tiempo nos acercamos y nos besamos.

Fue uno de los besos más dulces que nos habíamos dado, y no pude evitar acercarme cada vez más a él, hasta que queda de espaldas en la cama y yo por sobre él.

No dejaba de besarlo mientras pasaba mis manos por su cuello y pecho, mientras que yo sentía como las suyas paseaban desde mis piernas hasta mi cintura, y se colaban por debajo de mi ropa para tocar la cicatriz de mi espalda y de mi pecho.

Es en ese momento que no aguanto más y caigo sobre él abrazándolo, y dejando mi cara a un lado de la suya, y es ahí cuando comienzo a llorar a "moco tendío" como se dice en mis tierras.

Me iba a hacer demasiada falta, en un momento me recordé de todo lo que me hizo superar. Me hizo alguien más valiente y más seguro, aunque aún me faltaba un poco. También no sólo hizo que yo lo quiera, pues también hizo quererme a mí mismo, me hizo sentir que importaba y que podría ser fuerte, aunque en ese momento no lo era tanto.

Era algo mucho más allá de quererlo y extrañarlo como mi pareja, pues también fue mi amigo y quien me ayudó a superar cosas difíciles, y me aguantó con mis rabietas y demás.

Sentí cómo él también me abrazaba y me tranquilizaba.

-Calma, Manu. Estarás bien. No llorés.- empecé a controlar mi respiración, hasta que paré de llorar. Es entonces cuando sentí que me besaba en un lado de la cabeza, y me volvía a hablar. -Ya es hora, ve a cambiarte al baño y yo lo haré aquí.- yo me levanto, me limpio las lágrimas y asiento.

Entonces me salgo de encima suyo, tomo mis cosas y voy al baño, entro y cierro la puerta. Me miro al espejo y respiro lentamente, luego abro la llave del agua, me limpio la cara y bebo un poco.

Me quito la ropa, y me la cambio a mis jeans negros, mi polera roja y la chaqueta que me había comprado la semana anterior. Sumado a eso, mi bandana roja.

Me miré al espejo, y traté de arreglarme el pelo, pero me lo eché para atrás, para un lado, para el otro, y no me hallaba. Así que decidí que era mejor dejármelo como lo traía siempre, entonces salgo del baño.

Martín ya estaba listo y estaba esperándome, y yo lo miro de pies a cabeza. Se veía aún mejor que ese día en el centro comercial. Él sí se había cambiado un poco el peinado, y le quedaba bien.

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