Capítulo 39 - MAS

Comincia dall'inizio
                                    

— Eso es una calumnia —digo resuelta y solemnemente—. Tendré que denunciarte por difamación.

— Como sea —desvía su mirada—. Antes de que ella fuese a buscarte, hablamos de ti.

— ¿Qué te dijo? —pregunto casi inmediatamente.

— ¿¡Lo ves!? —insiste, enérgico, mostrándome las palmas de sus manos—. No hablamos de ti, Mas; ¡pero esto prueba mi punto!

— ¡No sé de qué estás hablando, Ben, me preocupas!

— ¡Tú me preocupas! —contraataca.

— ¿¡Por qué!?

— ¡Porque te gusta Kendall!

Ambos nos quedamos un segundo en silencio. Él, recobrando el aliento; yo, asimilándolo.

Entonces me río. Me río tan fuerte que mi garganta empieza a pedir auxilio, o lo haría si... Se entiende.

— Por supuesto que me gusta —respondo, secándome una lagrimilla.

— Solo Dios sabe lo que me costó sacarte esa confes-

— Sino no seríamos amigos. No puedo juntarme con gente que no me agrada, pequeño Ben, no tiene lógica —termino, aún riendo, pero en menor medida.

Él se lleva la mano a la frente en un sonoro palmazo.

— Creo que no me estás entendiendo. Me refiero a que te gusta de gustar. Gustar de gustar —repite, como un profesor enseñando a un niño de 2 años a sumar 1 y 1—. En el sentido romántico.

¿El sentido romántico?

Parpadeo un par de veces.

Entonces vuelvo a reír. Más fuerte esta vez. Suelto tal carcajada que caigo de espaldas al suelo, retorciéndome.

Ben espera tranquilamente a que se me pase tal arranque, mirando al infinito como si nada estuviese sucediendo detrás de él que perturbe su estado tan sereno de meditación.
Respiro profundo un par de veces, mientras cuento hasta 10.

Kendall también se va a reír cuando le cuente.

— Imposible —es todo lo que logro decir antes de cubrir mi rostro con mi antebrazo para reír nuevamente.
Ben solo suspira, negando con la cabeza.

— Lo veía venir —dice simplemente.

— Solo somos amigos —explico, volviendo a sentarme al borde, junto a él. Quizá el viento me refresque las neuronas y me serene de una vez por todas.

— Bueno, como quieras —se encoge de hombros.

— Uh, ¿estás molesto? ¿Te molestó que me ría?

Él suspira.

— Nada, nada, solo me puse a pensar, de repente, en quién va a tomar mi lugar cuando me vaya.

— Tu habitación ya tiene otro inquilino —arqueo ambas cejas.

— No me refiero a eso —se ríe—. Me refiero a quién será tu nuevo Ben.

— No habrá más Bens —respondo, sonriendo con melancolía—. Tú eres el único. Cuando te vayas, una parte de mí irá contigo.

— Qué cursi —se burla, empujándome con el codo.

— Intento no pensar en eso.

— ¿En que eres cursi?

— En que no habrá otro Ben.

Vuelve su cabeza al frente, estirando ligeramente sus labios.

— ¿Eres así de cursi con Kendall?

FantasmasDove le storie prendono vita. Scoprilo ora