Capítulo 9

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Me froto el brazo con mi mano, cada minuto que paso en este plano es como si me fuese convirtiendo más en ellos. Al inicio, solo podía verlos y oírlos; ahora puedo sentir la energía que emanan, algo así como su aura.
Hay una vibra por acá que no me termina de sentar bien. Por esto no me gustaban los hospitales. En ellos fallecía mucha gente.

Thomas se quedó en mi habitación haciendo compañía a mi madre, porque yo se lo pedí. Necesitaba un tiempo sola, quería organizar mis ideas. Era hora de enfrentar aquello que siempre he evadido: el tema de los espíritus. Necesitaba pensar en ellos. Habían cosas a las que ya no podía empujar a un lado.

Entro a la sala de espera, curiosamente vacía, y busco con la vista la salida.

Estaba amaneciendo, probablemente eran las 5 o 6 de la mañana. Lo que apestaba, porque otra cosa que recuerdo antes de ser lanzada al abismo de lo eterno eran los tonos anaranjados del ocaso. El amanecer es lo mismo pero en sentido opuesto.

—¿Estás perdida? —escucho una voz detrás de mí.

— No —niego con la cabeza, sin ver de dónde provenía la voz.

—Yo sí —admite, lo cual me lleva a voltear en dirección a ella.

Un pantalón beige con la basta doblada (de modo que se podía ver parte de sus piernas, poco más arriba del tobillo) y una blusa celeste, con un par de botones abiertos, se veía como de unos treinta y pico. De repente me tensé, hasta ahora todos los adultos que he visto han dicho cosas que no he podido entender. ¿Ella querrá también buscar la extraña marca de los Abusi... Algo?

— ¿Qué necesitas? —la miro con desconfianza.

— Hijo.

Parpadeo sin entender muy bien.

—Eh... Bueno, verás ... —empiezo, una vez creo comprender su respuesta; frotándome la nuca—. Yo ya tengo una madre... Y...

Me callo cuando la veo negar con la cabeza.

—Mi hijo —rectifica.

Mis labios se fruncen.

—¿No crees que es un poco tarde para un hijo?

— Busco a mi hijo —sus labios se curvan hacia abajo.

Oh... ¡Oh! Ay, qué vergüenza. Si aún tuviese sangre, la imagino toda en mis mejillas.

— ¿Él también está...?

— Oh, Dios, no —se lleva una mano a la boca, logrando que me sienta aún más basura—. Él está bie... Vivo.

Esa declaración me lleva a ladear la cabeza inconscientemente, mientras mi libro mental de 'cosas que ahora sé sobre espíritus' se abre en el capítulo 2, aquel en el que Tom me hablaba sobre la energía. No había forma de que ella no supiese que podía llegar a su hijo cuando quisiera.

Entonces recuerdo que yo tampoco lo sabía apenas caí 'dormida'. Voy a utilizar esa expresión en lugar de 'en coma'.

—Eres nueva, ¿no?

—Algo.

Vaya, mujer de pocas palabras.

—Yo puedo ayudarte a encontrarlo, si deseas.

De acuerdo, de lo siguiente a ocurrir podemos sacar dos cosas. Una, es que cuando ofrezcas ayuda teórica especifiques bien que sólo es algo de concepto y ya. Y dos, si no haces el paso uno, las consecuencias son responsabilidad exclusivamente tuya. Quedas advertido. Yo, por otro lado...

— ¿De verdad? —Iba a empezar una copia de la explicación que Mas me dio—. Gracias. Sé dónde está la salida. Ven conmigo.

—En realidad, yo...

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