Capítulo 50 - Mas

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    — ¿¡Qué diablos, Mas!? —dice ella, como si tuviese el derecho ahora mismo de rezondrar a alguien.

    Pese al volumen alto de su voz, soy perfectamente capaz de identificar cómo su espíritu aún batalla por recuperar energía vital. Ya habíamos hablado de esto. Si su vida aún significa algo para ella, debería ser más cautelosa. Debería dejar de intentar interactuar con el plano de los vivos. Debería dejar de hacer esos estúpidos trucos que le enseñé por diversión, como me dijo su tataratataratatara...tataraabuela después de secuestrarme. Debería abandonar el caso de Camille y apartarse de Noah. Debería...

    Debería alejarse de mí.

    Mi manos sujetan fuertemente sus hombros y estoy completamente seguro de que me mi mirada revela a gritos que tengo que decirle ciertas cosas, demasiadas cosas, tantas cosas que gritar, que arrancar, que confesar, pero yo... Me quedo callado y todo atisbo del inicio de una conversación que me aterraba comenzar queda simplemente en la sombra de una intención.

    No sé por cuánto tiempo la haya estado sosteniendo, no sé por cuánto tiempo mis ojos estuvieron en contacto con los suyos y mi rostro tan cerca al de ella que podía contar sus pecas y notar cómo sus latidos iban incrementando el ritmo al acrecentarse el tiempo en el que ninguno de los dos decía nada.

    Había tantas cosas que quería decirle. Tantas. Pero ella ha malinterpretado la intensidad de mi mirada, y me devuelve una que pone en peligro el hilo de mis pensamientos. Y, repentinamente, las cosas que quiero confesar al viento son diferentes. Cosas que definitivamente su antecesora detestaría.

    Kendall traga saliva, yo me olvido de respirar.

    Basta con un ademán tan sencillo para descolocarme por completo y echar todo lo que tenía en mente hasta hace unos segundos al tacho.

    Porque cuando Kendall se relame inconscien- temente los labios, no puedo despegar mi mirada de ellos, ni ella de los míos.

    Porque cuando sus pestañas vuelven a batir para levantar su mirada y conectarse nuevamente con la mía, siento que ambos, en ese momento, pensamos exactamente lo mismo, deseamos exactamente lo mismo.

    Porque cuando abre la boca, sé que es para pronunciar mi nombre, y yo... no puedo contenerme.  Kendall es sencillamente demasiado para mí y mi autocontrol.

    Así que la beso. Con una intensidad de la que yo mismo me sorprendo. No tenía idea de cuánto quería esto hasta tenerlo.

    Como si ella también lo hubiese estado esperando, no tarda en corresponder con un impetu igual de arrollador.

    Mis manos, que estaban apretando sus brazos justo por debajo de sus hombros, suben a sus mejillas, cubriéndolas por completo, lo que me permitía tener más control y más acceso a ella, sus labios y su lengua.

    Todo lo que tenía que decir, todo el peso de las palabras de aquella mujer hace unos momentos, toda la mezcla de sentimientos y la enredada madeja de emociones intensas que me provocó, todo, lo ahogo en la boca de Kendall, bebiendo de ella más de lo socialmente permitido.

    "No sabes el daño que le haces —me había dicho—, que le harás"

    Sus manos recorren mi abdomen y suben por mi pecho, tomándose su tiempo, mientras se pega a mi cuerpo en busca de un contacto más íntimo.

    "Los de tu estirpe nunca son buenas noticias"

    Yo la tomo por la cintura mientras sus brazos rodean mi cuello, y avanzo algunos pasos en dirección a la pared más cercana.

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