Capítulo sesenta y cinco

Start from the beginning
                                    

Me empiezo a reír.

—¡Oye!

—No pude resistirlo —se excusa. Me levanto y lo miro con fingida indignación.

—¡Es muy temprano! —lo regaño.

—Pero tu culo me llama a todas horas. —responde libidinoso.

—¡Pervertido! —me río.

Me voy hacia la puerta del cuarto.

—Así te gusto, ¿no?

—No —finjo discutirle.

—¡Yo sé que sí! —alza la voz para que lo oiga.

Si otra cosa me encanta de Gastón es eso, que es un pervertido y que me saca sonrisas inesperadas. Ahora tengo que irme a la universidad. Y eso es malo porque quiero quedarme con él a pasar el rato. Y con pasar el rato quiero decir que deseo tenerlo encima de mí, sosteniéndome las muñecas a la altura de mi cabeza, gimiendo y jadeando y haciéndome gemir.

Me quedaría un ratito con él, pero Stef está esperándome y, además, tengo la regla desde hace dos días.

Ya en la uni, Stef y yo intentamos mantener el interés en una clase que se vuelve superlarga y pesada. La hora del almuerzo llega lento, pero llega.

Me siento frente a Stef, mirando gustosa mi hamburguesa con doble queso. Últimamente, he notado que el hambre se me ha acrecentado un poco.

—¿Sabes cómo sigue Gastón? —me pregunta mi amiga.

—No, no hemos hablado, así que supongo que debe estar durmiendo.

—Puede ser.

—No quiero tener que estudiar para los exámenes. Estoy un poco estresada. —arrugo la nariz.

—¡Ni me lo recuerdes! Estudiar es de lo más tedioso del mundo, detesto que las cosas se me acumulen tanto. Últimamente, me siento irritable todo el tiempo. Esto de los exámenes me irrita. Me dan ganas de insultar y de golpear cosas... Creo que es un síntoma del embarazo. ¡Ah! Tener síntomas también me irrita. ¡Incluso, tú, a veces, me irritas! Por ejemplo: me irrita que me hayas recordado los exámenes.

—Y a mí me irrita que uses tanto la palabra irritar.

Resopla fastidiada, y con un solo movimiento se lleva un puñado de papas fritas a la boca. La miro algo sorprendida, pero no digo nada y sigo comiendo.

Las puertas de la cafetería se abren gracias a Rachel, está con su grupito de amigas. Se da cuenta de que la observo, pero rápidamente aparta la mirada y la centra en su plato de comida. No sé si fue miedo o qué fue lo que expresó su rostro. Yo, ayer, no quise que me temiera, pero me alegra que no me haya visto con mala cara y que, hasta ahora, no haya vuelto a hacer ningún comentario respecto al embarazo de Stef.

—¿Sabes qué estaba pensando...? —habla con la boca llena, y la miro con algo de desagrado. Esto de llevar un bebé en su vientre la hace comer como desesperada.

—¿Qué?

—En que Gastón jamás podrá saber si el niño que Sofía esperaba era de él o de otra persona —me señala.

Suspiro

—Fuera o no de Gastón, sé que él se habría hecho cargo, por la ilusión que traía con ser padre. Ya se había acostumbrado mucho a la idea, y le gustaba.

—¿Y tú sigues pensando que era de otro?

Me quedo unos segundos callada. De verdad no tengo una respuesta segura.

Destinados #D1 (Completa)Where stories live. Discover now