Capítulo sesenta y seis

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Gastón

—Abre la puerta —le pido después de que termina de vomitar, pero no me hace caso ni me dice nada—. ¿Brisa?, ¿estás bien?, ¿puedes abrirme la puerta? Sé que estás molesta conmigo, pero no te sientes bien y me gustaría ayudarte, ¿sí?

Tira la cadena y, por lo que escucho, deduzco que abre el grifo del baño.

—Brisa —insisto.

Y esta vez me hace caso. Corre la traba. No me abre, así que entro y me la encuentro sentada en el inodoro, tomada de la cabeza y respirando con pesadez. Me inclino hacia ella, quiero verla a los ojos, pero no me deja.

—Bri... —pronuncio su nombre con calma, esperando a que me mire, pero no lo hace—. ¿Te has descompuesto por lo que estuvimos hablando?

—Sí... Digo, no... Bueno, no sé. —balbucea.

Se descubre la cara, clava profundamente sus ojos azules en los míos. Por la expresión dura de su rostro me preparo para una discusión. La conozco, la mayor parte de las veces todo empieza sereno, y luego se pone algo loco. Pero la entiendo. A mí también se me haría difícil enterarme que mi pareja se tiene que besar con otra persona.

Es la primera vez que tenemos que tocar este tema desde que nos pusimos de novios. Sabía que esto pasaría en algún momento, y estúpidamente esperé que no se molestara por ello, pero es mucho pedir. Sé que le cuesta aceptarlo, que si lo hará es porque me quiere y porque no quiere ser un estorbo para mi carrera, cosa que no es y jamás será.

—Tal vez sí sea buena idea que te vayas a acostar un momento, y luego hablaremos de esto. ¿Te parece?

Se limita a asentir. La ayudo a ponerse de pie.

—Te voy a traer un vaso de agua —le digo, cuando se sienta en la cama y empieza a sacarse las zapatillas.

—Agua fría —pide, recostándose en la cama.

Me pone inquieto pensar que probablemente le haya bajado la presión por mi culpa, porque a pesar de que la noticia de mi viaje no fue una superbomba, sí fue algo duro de masticar para ella. Y no la juzgo ni la culpo. La comprendo y la respeto.

Tampoco me quiero apartar de ella por tres semanas. No quiero que se quede sola en la casa y, para ser sincero, ni siquiera quiero que se quede con su amiga, porque de todos modos me da miedo que le pase algo. Todavía no han capturado a Tyler, ni a Matt, y no sabemos quién es la chica. Saber las identidades de dos locos no son gran consuelo cuando andan libres por el mundo como una amenaza real.

Me gustaría muchísimo y me sentiría más tranquilo si ella viniera conmigo, pero, así como ella respeta mi trabajo yo también tengo que respetar que tiene estudios y asistencias universitarias que cumplir. Sus ojos recorren mis pasos. Le entrego el vaso.

—Me iré abajo para que puedas descansar tranquila. Supongo que no debes querer verme mucho a la cara —le comento con obviedad.

Brisa me mira displicente y me da la espalda. A pesar de ello, me inclino en la cama y dejo un beso en su mejilla.

Le envío un mensaje a Isaac preguntándole si puede venir a mi casa, y en cuestión de una hora, después de responderme que sí, lo tengo frente a mi puerta y con tres latas de cerveza. Las eleva en el aire con una sonrisa.

—¿No es un poco temprano para tomar?

—Sí, pero aprovecho que vengo a verte un rato porque luego iré de nuevo a casa de Stef y no quiero beber frente a ella por lo del bebé, y solo no me gusta beber, así que... —me explica, adentrándose a la casa.

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora