Capítulo cincuenta y cuatro

10.8K 873 755
                                    

Brisa

Esta noche se siente incómoda y solitaria. Gastón está en el sofá, a unos metros de mi habitación, pero siento como si hoy estuviera sola en la casa.

Mi mirada está fija en el techo o, más bien, en la oscuridad. Tengo que contenerme para no levantarme, cruzar el pasillo y despertar a Gastón para decirle que venga conmigo a la cama. Anoche dormimos abrazados, y ahora que no tengo sus brazos rodeándome, hay algo que me falta. Lo quiero conmigo, pero me tengo que contener. Él me ocultó algo importante y tomó una decisión que no me gusta.

Me pongo de costado cuando escucho pasos. No sé por qué, pero tengo la sensación de que Gastón entrará a mi cuarto. Cierro los ojos para fingir que estoy dormida cuando escucho que la perilla de la puerta se gira. Aún con los ojos cerrados, puedo notar que la luz del pasillo entra e ilumina la pieza, pero no dura más de tres segundos.

¿Qué hace aquí?, ¿qué es lo que quiere? Tal vez, despertarme y disculparse una vez más. Y quiero perdonarlo, pero luego me acuerdo de todo y analizo más las cosas y es ahí cuando la rabia vuelve a aparecer. Como ahora. Estoy en un dilema. Parte de mí quiere perdonarlo. Parte de mí quiere odiarlo.

El colchón se hunde y, un momento después, siento que sus labios dejan un beso en mi mejilla, uno que le provoca a mi cuerpo un calor reconocido. Me ha gustado su tacto sobre mi piel. Otro beso es depositado en mi mejilla y pongo de mí para no abrir los ojos.

—Bri... —susurra en mi oído y abro los ojos. Creo que de todas maneras no me va a ver. No hay luz—. Amor, perdóname —me dice con voz dulce, pero a la vez seductora.

Eso es tentador. Más estando en una cama.

—¿Estás despierta? —me pregunta, tocando mi brazo y acomodando mi pelo.

¿Qué le digo?, ¿que no? Eso sería estúpido. Me quedo callada.

—Brisa —llama después de un momento—. Despierta, por favor...

También es estúpido hacerme la dormida.

—¿Qué pasa? —le pregunto.

—Hola —me besa la mejilla otra vez. Disfruto de ese contacto.

—Hola.

—No podía dormir —confiesa, tocando mi mejilla izquierda con la yema de sus dedos. Me pongo boca arriba.

Somos dos.

—No me gusta que estemos así. Ya hemos tenido lo suficiente hace unos días, ¿no crees?

—Yo no soy quien está dejando que un ex se quede a vivir en mi casa —le contesto, intentando encontrarlo a través de la oscuridad.

—No quiero que empecemos a pelear ahora también. No es momento. Son las cuatro de la mañana.

¿Las cuatro?, ¿tan rápido se pasó el tiempo? Mañana tengo que ir unas horas a la universidad. Entro un poco más tarde, pero no llegaré a dormir lo suficiente como para sentirme con energía. Suspiro.

—Tengo que dormir —le digo. Mi tono no es demandante ni nada, al contrario, es tranquilo. Él tiene razón. No es momento para pelear.

—Yo no podré dormir si estamos así, Brisa.

—¿Y qué es lo que quieres que yo haga?

—Que me perdones.

—No es tan fácil.

—Para mí tampoco, mi amor. ¿Realmente piensas que a mí me agrada, aunque sea un poco, que ella se quede en mi casa? Porque no.

—No confío en Sofía.

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora