Capítulo treinta y nueve

23.3K 2.7K 724
                                    

Gastón

Yo no tenía idea de las amenazas que ella recibía y, a decir verdad, el no saberlo me puso un poco de malhumor. Pero no tardé en hacerme entender que, si Brisa no me dijo nada fue porque no las tomó como algo grave. Pero ahora es distinto porque ha recibido una llamada en la que prácticamente le han dicho que el accidente que tuvo, fue provocado.

Me molesta que no quiera ir a la policía, no estoy de acuerdo con su decisión, pero si acepto es porque ella ha accedido, después de tanta insistencia, a pasar un par de semanas en mi casa. Le dije que no se lo tome como una mudanza definitiva, porque sé que es lo que le incomoda un poco. Es por su bien y es por mi salud mental, porque la quiero muchísimo como para soportar que otra cosa le pase. Ya bastante tuve con lo de su ingreso al hospital.

Espero que lo que sea que esté pasando se termine pronto, así no hay de qué preocuparse. Mientras tanto, seremos cuidadosos. Me agrada esto de poder tenerla bajo mi techo para protegerla. Ella está incómoda, pero no me cabe duda de que con los días se acoplará.

—Me parece que deberías ir a la policía, Brisa. Y te lo digo porque me preocupa —le dice su madre después de beber un poco de vino.

La expresión de Brisa refleja incomodidad.

Ella sabía que si les decía a sus padres sobre el tema ellos iban a preocuparse bastante, pero yo le dije que era mejor que les contara porque tenían derecho a saber.

—No, mamá, no iré a ningún lado hasta saber que es de verdad. Además, necesito pruebas sobre las dos amenazas, o de lo contrario no me prestarán atención. El primer mensaje ya no existe porque estaba en el teléfono que se destruyó en el accidente. Y la nota que encontramos en el parabrisas de Stef —mira a su amiga— la tiramos a la basura. La llamada proviene de un número bloqueado, lo que significa que no se puede rastrear, y por cómo está la policía en estos últimos tiempos, dudo demasiado que hagan algo, y lo sabes. Entiendo la preocupación de todos, pero estaré bien. Como comenté anteriormente, estaré pasando unas semanas en la casa de Gastón.

Sus padres me observan un momento y Sarah me regala una cálida sonrisa.

—Es muy atento que hagas esto por ella. Te lo agradecemos, pero de todas maneras tengo que pedirte que la cuides mucho.

—Sí, vigílala bien —concuerda Elsa, la abuela de mi amiga—. Y avísanos siempre que pase algo.

—En casa tengo buena seguridad en las puertas y en las ventanas —intento tranquilizarlas.

—¿Han intentado entrar a tu casa alguna vez? —me pregunta Isaac.

—Ninguna vez desde que vivo allí.

No tengo mucho tiempo viviendo en ese vecindario, como para haber tenido malas experiencias, aunque con la inseguridad de hoy en día, no me sorprendería que pudiera pasar... Lo que me deja tranquilo es que vivo en una zona bastante segura, los delitos no son comunes en esa área.

—¿Tienes alarmas de seguridad?

—Sí, eso tiene que dejarlos más tranquilos a todos. Si llega a pasar alguna cosa la policía recibirá un aviso y vendrán.

—Y ¿cuándo te mudarás, Brisa? —pregunta Matt, rodeando los hombros de Stef.

Brisa conecta su mirada con la mía, como si estuviera preguntándome qué día me parece bien. Ese tema no lo hemos tocado aún.

—Mañana —respondo por ella—. Mañana en la tarde.

Brisa me sonríe en modo de agradecimiento y vuelve la vista a su vaso de jugo.

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora