Capítulo cuarenta y cinco

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Brisa

Las últimas dos noches me la paso prácticamente sin poder pegar un ojo. Enterarme de que Tyler (alguien con quien nunca tuve mucha relación) ha sido quien entró a la casa el otro día, me ha dejado asustada. Más sabiendo que la policía no ha logrado dar con él aún. Lo están buscando en Los Ángeles y en Nueva York, pero cada día que pasa siento menos esperanzas de que lo encuentren.

Tyler siempre se comportó amable conmigo en las pocas ocasiones en las que intercambiábamos palabras. Nunca fuimos unidos, porque él y Liam nunca lo fueron. Según sé, ellos iban al mismo instituto y eran rivales. Meses después de graduarse se enteraron de que la madre de Tyler y el padre de Liam se casarían. Desde allí, ambos se convirtieron en hermanastros, en parte de una nueva unión, pero la rivalidad siguió existiendo entre ellos. Quizá, si ellos se hubieran llevado bien, yo podría haber tenido una mejor relación con Tyler. Pero el punto ahora es... ¡¿qué carajo pasa con ese chico?!

Ayer por la mañana llamé al padre de Liam porque con mi ex no quería hablar sobre el tema. No después de todo. Mi corazón sigue sintiendo rencor por lo ocurrido. No respondió mis primeras tres llamadas, pero me dejó un mensaje de voz pidiéndome que le volviera a marcar. Así, que lo hice, lo llamé nuevamente y pude dar con él. Me dijo que no ha visto a Tyler desde hace un tiempo, ya que el prófugo, aparentemente, estaba en un viaje planeado desde hace meses.

Mi exsuegro ya sabe sobre lo del video en que captaron a Tyler, porque la policía de Nueva York se encargó de contactar a su madre. No sé si creer lo que me dijo porque, al ser esposo de esa mujer, él puede estar protegiéndolo para que no se lo lleven preso.

No tiene sentido que él quiera hacerme daño. Encima, no solo se trata de Tyler, hay dos personas más detrás de todo, y de ellas tampoco hay muchas pistas que digamos.

Un mar de cavilaciones me asalta, mientras regreso a casa de la uni en el auto de mi amiga. Hay muchas cosas que no logro entender, muchas cosas que, para mí, sencillamente son absurdas, descabelladas, pero igual me molestan, rondan mi cabeza y creo que me la van a explotar de tanto pensar en ellas.

—Tienes una cara de sueño que nadie te la quita. No deberías haber asistido hoy a clases, ¡y eso que te lo dije, mujer! Pero eres tan terca todo el tiempo. —me recrimina Stef como si fuera mi madre.

—No quiero perderme más clases. Falté mucho en lo que va de año, quiero terminar bien la carrera. No meses después.

—Pero te hace mal estudiar si no has descansado, si no has dormido bien. No eres un robot, mi amor, eres una persona. Una persona que necesita muchas horas de sueño profundo.

—Sí, lo sé. Pero hoy, más que descansar quisiera que te quedaras un rato en mi cuarto, así podemos estar un momento juntas. Extraño nuestras noches de pelis, ¿sabías?

—Bueno, después de que termines de remarcar lo más importante en los apuntes podemos ver una, ¿quieres? Si es que a Gastón no le molesta que me quede, claro.

—A Gastón no le molesta. Él me dijo que tú puedes ir cuando se te dé la gana, que yo tengo que sentirme como en mi casa.

Ella gira en la otra calle y le toca bocina a un chico en patineta delante de nosotros. Sonríe ampliamente.

—¿Y el beso entre ustedes para cuándo, nena?

—No habrá ningún beso entre nosotros —aclaro, sintiendo decepción mientras mis palabras salen.

—¿Cómo que no? Si a ti te gusta y tú le gustas. ¡No es tan complicado, mujer! —pone los ojos en blanco—. Solo tienen que decírselo el uno al otro.

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora