Capítulo cuarenta y seis

26.1K 2.7K 1.4K
                                    

Brisa

La boca de Gastón sobre la mía y sus manos sosteniéndome de las mejillas me dejan anonadada. Me cuesta reaccionar, me cuesta creer que su boca verdaderamente está posada en la mía y que esto no es un sueño. Porque la sensación mágica recorriendo cada partícula de mi anatomía me hacen creer que estoy soñando.

Gastón da un paso hacia adelante, como si quisiera adentrarse en mi cuarto. Retrocedo para darle espacio mientras seguimos besándonos con lentitud. Me dan ganas de abrir los ojos para verlo, pero prefiero no hacerlo, y así, seguir completamente perdida en su boca. Mi cuerpo se llena de calor y mi respiración se vuelve agitada conforme van pasando los segundos. ¿Qué tiene tu boca que me hace perder?

Retrocedo otro paso cuando él camina. Sin esperármelo, sus manos bajan de mis mejillas hasta mis piernas, y me levanta para que rodee su cintura con ellas. Nuestras bocas llegan a separarse un momento y ese minúsculo segundo es una tortura.

Lo deseo como nunca a nadie. Su boca tiene chispas electrificantes que intensifican todo. Me pierden. Me vuelve a besar, cierra la puerta con su pierna y empieza a caminar hasta la cama. No lo veo, pero sé que se dirige hacia allí.

Siento cosquillas en mi vientre. Es una sensación que realmente no pensé que volvería a sentir. Porque estas no son de esas cosquillas o ese rubor en tus mejillas que te suceden cuando alguien te hace un cumplido o ves a la persona que te atrae. Esto se siente diferente. Y es más intenso que la vez en que él me robó un beso en su habitación. Ahora no hay nada que me detenga.

Ahora no hay nada que me haga reprimir los sentimientos que estuvieron guardados en una caja en el fondo de mi corazón, desde hace años. Ni siquiera Liam se cuela en mis pensamientos. Ya no me duele haber terminado nuestra relación. Ya no me siento sola como antes. Gastón ha logrado eso con solo un beso. Lo quiero.

Mi espalda cae sobre la mullida cama, y rápidamente lo tengo encima de mí. Es excitante sentirlo. Sus manos se posicionan a los costados de mi cuerpo para sostenerse, pero su parte íntima toca la mía y me vuelve loca, tal y como sus besos lo hacen. Su lengua va al encuentro de mi lengua y las dos juguetean entre ellas cuando se sienten. Tener su respiración caliente chocando contra mi cara pone en riesgo lo que me queda de cordura.

Distinto, esa es la palabra que define este encuentro de labios. ¡Y me encanta!

Debería sentir asco porque su boca ha tocado la de Sofía hace un rato, pero me consuela saber que Gastón ha intentado echarla de la casa y que ha sido él solito quien vino a tocar a mi puerta para besarme.

Sus caderas se mueven lentamente. Que se frote de esa manera tan sensual me provoca deseo. Quiero llegar hasta el otro punto, y sí, sé que apenas este es el segundo beso, pero estamos grandes como para reprimir lo que queremos.

Le muerdo el labio y lo atraigo más hacia mi boca. Quiero que me toque, quiero sentir sus manos acariciando mi cuerpo. Me siento nerviosa, pero mi deseo hacia Gastón es más fuerte que mis miedos. Suelta un gemido que produce que mi piel se erice.

—¡Brisa! —murmura sobre mi boca y succiona mi labio inferior para luego morderlo y estirarlo.

—¿Qué? —respondo con voz agitada. No quiero hablar, quiero hacer otras cosas.

—Me gustas —confiesa, y otras chispas de excitación se encienden.

Asiento lentamente con la cabeza. Mi semblante mantiene una sonrisa de gusto.

—También me gustas —dejo salir las palabras. En otra ocasión, decir esto me habría dejado colorada y con ganas de apartar la mirada, pero en este momento de intensidad, de lo único que siento ganas es de besarlo hasta mañana y de hacer el amor.

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora