Capítulo siete

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Gastón

Aunque sé que ella espera una respuesta de mi parte no se la doy, permanezco en un tranquilizante silencio, mientras miro sus azules ojos. Brisa está atenta a cada uno de mis movimientos y eso me pone un poco incómodo, pero decido ignorar aquello y regalarle una sonrisa. No sé por qué mi boca no se ha movido para responder, quiero hacerlo, pero mi cerebro no parece haber querido darle la señal a mi cuerpo. No... No es verdad. No respondo porque no quiero hacerlo.

Brisa me devuelve la sonrisa y el silencio sigue presente en la habitación. Suelto un suspiro mentalmente. Ella enreda su cabello, frunce apenas sus labios... no hay que ser adivino para descifrar qué le pasa, está nerviosa e inconscientemente hace eso.  Se ve tan tierna cuando lo hace... En eso ella no ha cambiado, desde que era una niña siempre hacía los mismos gestos, cada vez que estaba incómoda en el lugar o como es en este caso, con la persona.

¿Soy malvado por pensar que me gusta que se ponga nerviosa por mi presencia? ¿Y por qué será que me gusta eso?  

Aún no me creo tenerla en frente... es una locura cómo con los años volvimos a toparnos. La he extrañado un montón, y más en aquellos momentos en los que encontraba alguna que otra foto entre libros o cajas. Son recuerdos que me transportaban a aquellos tiempos en los que no me preocupaba mucho por las cosas, aquellos tiempos en los que vivía plenamente y con un brillo distinto, en los que la tenía a ella como mi mejor amiga. Fue casi una década sin vernos. Aunque conocí a otra persona a la cual llegué a considerar como mi mejor amiga, la verdad es que nunca se comparó con la incondicionalidad que Brisa tenía en torno a nuestra amistad.  

Brisa baja la mirada un segundo y la vuelve a dirigir hacia mí.  

—Supongo que no vas a contestar —murmura.  

—El día que lo sepa con seguridad, te responderé esa pregunta.  

Me mira no muy convencida y no sé la razón. No puedo evitar pensar que quizá ella no tenga intenciones de volver a verme. ¿Y si su emoción no es la misma que yo tengo? 

—¿Y qué tal tu familia?, ¿cómo está tu hermano? —le pregunto recordando lo unidos que siempre fueron ella e Isaac.

—Muy bien, de vez en cuando hablamos por teléfono para mantenernos un poco al día. Y bueno, mis papás están muy bien, siguen trabajando muy duro, como siempre... Bueno, no tanto como siempre, porque ahora se dedican más a consentirse mutuamente, pero sí que siguen trabajando con la misma pasión, ya sabes cómo son —responde.

Sonrío al recordar algo.  

—Hace como un mes atrás mi madre me dijo que se encontró con la tuya en la tienda de ropa que está cerca de donde vivías.  

Se ríe.  

—¡Es verdad! Mamá me contó lo mismo. Hasta creo que quedaron en encontrarse en una cafetería.  

Alzo las cejas.  

—De eso no tenía idea.  

—Quizás te lo dijo y no lo recuerdas.  

—Tal vez.  

Sonríe nuevamente y me contagia la sonrisa. La blancura de sus dientes y la forma en la que los hoyuelos se forman en su delicada piel se me hacen adorables, me gustan. Me dan ganas de abrazarla y no soltarla. Es extraño decirlo —pensarlo, en realidad— pero es eso lo que siento. 

Destinados #D1 (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora