Cap. 3

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Diana Cavendish Pov

Estaba mejorando de poco a poco; mi físico era muy bueno y me sentía como una pluma en el aire cada vez que saltaba o hacía alguna vuelta. Tenía aprendido las posturas; la personalidad de un caballero; los contrataques básicos; las reglas principales; y mis reflejos que era lo más necesario para esquivar un ataque sorpresa o un ataque normal.

Ahora me faltaba el manejo perfecto de una espada, sabía cómo sostenerla adecuadamente, pero caría de control.

Conocía bien mis siguientes entrenamientos a los diez años si conseguía entrar a la academia. Sin embargo, era necesario que dejara de tener miedo a la oscuridad; otros ejercicios serían la fuerza: resistir a las duras rocas y la calentura de una quemadura. No obstante, lo más importante, era no tenerle miedo a morir, o ver a alguien fallecer frente a mis ojos.

—Diana, ¿Cuándo dejarás ese libro y jugarás con nosotras? — preguntó Amanda.

Suspiré resignada y guardé mi libro.

—Ya voy...

—¡Bien! ¡Vamos, apúrate! —exclamó y extendió su mano.

La tomé y me coloqué de pie.

—El juego consiste en que debes atrapar al ladrón. Somos los cuidadores, y todas ellas. —Señaló a las demás—. Son las ladronas, ¿Entendiste?

—Sí. —Me coloqué en posición.

—¡¿Listas?! —gritó Amanda.

—¡Sí! —gritaron las niñas a lo lejos.

—Las reglas son simples: no las jales por la camisa, sólo agárralas por las manos o brazos, y no la lastimes. Cuando las atrapes las traerás aquí, y ella no podrán escapar hasta que otra ladrona toque su mano; para que eso no ocurra yo vigilaré el lugar.

—Entiendo —dije y amarré mi cabello en una coleta baja.

—¡Uno! ¡Dos! ¡¡Tres!!

Las niñas comenzaron a correr en diferentes direcciones, visualicé rápidamente a una de cabello amarillos y corrí hacia ella. Era rápida y algo ágil, pero le faltaba esforzarse más para que no la atrapara. La primera niña fue capturada.

—Eres muy rápida —dijo cansada.

—Gracias —respondí sin mirarla llevándola de la mano a donde estaba Amanda.

—¿Cómo te llamas?

—Diana, ¿Y usted? —La miré de reojo.

—Luci.

El juego fue sencillo pero agotador, cada vez que tenía a cinco atrapadas en el lugar, una de ellas se escapaba porque Amanda no cuidaba muy bien "el calabozo". En total eran diez niñas y sólo había ochos capturadas, las otras dos andaban escondidas. «Cinco minutos». Era lo que faltaba para que el receso acabase.

Al final las capturé a todas.

«Quiero agua... Mucha agua...» Había corrido demasiado y, Amanda, no ayudó en mucho. Vigilar no era una tarea difícil. Despojé mi botella de mi bolso de cuero y la tomé rápidamente.

—Buen trabajo, Diana —dijo dándome un golpecito en el hombro.

—G-gracias... —respondí y traté de calmar mi aliento.

—¿Estás muy cansada?

—Demasiado... —Devolví la botella a su lugar.

—Hoy te invito un dulce de la panadería por tu esfuerzo, ¿Quieres? —Sonreí.

Había una vez... (Diakko♥)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora