Capítulo 45.

10.4K 1.1K 55
                                    

Capítulo 45

No todos los días uno se casa con la hermana de su mejor amigo. Ni tampoco uno se convierte en duque de la noche a la mañana. Habían tomado para el propósito del matrimonio una sala de la planta baja del castillo, era pequeña y se encontraba repleta de libros y muebles de madera por doquier. Alyssa había pedido que la desempolvaran a conciencia esa misma mañana y el resultado era acogedor.

Rylan no había renunciado a su título aún, pero lo haría al día siguiente y entonces el galardón recaería en él, Duncan MacLachlan, que era noble pero se había criado entre peleas en los establos de su fortaleza, con la pasión por las armas presente desde el primer momento en el que vio una espada y supo que él querría aprender a utilizarla para proteger a los suyos.

Linnea se veía maravillosa, con su hermosa cabellera roja recogida en lo alto de su cabeza y un discreto vestido color marfil que no había sido confeccionado para una novia —a pesar de guardar aún en su vestidor el vestido destinado a su boda con Lord Taylor—, pero que era hermoso y le otorgaba un aire angelical.

Los únicos testigos de la boda fueron Alyssa y Rylan. Alyssa, sonriente y devuelta a la vida, soltó un par de lágrimas cuando Duncan dio el «sí, quiero», y ella miró con su enorme sonrisa a Rylan, que trataba de esconder la felicidad que manaba de él porque aún seguía molesto por no haber sido informado de la relación existente entre ellos dos.

«¿Qué clase de monstruo creen que soy para no alegrarme por algo así? ¿Por qué demonios no me habían dicho nada?», le había preguntado esa noche a Alyssa.

Cuando la pareja fue nombrada matrimonio, él se acercó a ellos y con fingido malhumor dijo:

—Y ahora me imagino que vais a llenarnos de sobrinitos pelirrojos. Santo Dios, ya me los imagino...

Después compuso una mueca de falso hastío que arrancó carcajadas en todos. Y Alyssa sintió que había alcanzado el límite de la felicidad. Tenía una familia a la que adoraba, aunque fuera pequeña, y de nuevo se encontraba con Rylan, el hombre del que llevaba enamorada desde que era una niña y que, finalmente, había vuelto por ella.

Los novios se dirigieron al pequeño convite que Ryln había mandado preparar para ellos, no era mucho ya que la boda era casi un secreto aún. Duncan le ofreció vino al capellán, que lo aceptó con una sonrisa bonachona a la que le faltaban varias piezas dentales. Sobre la mesa se encontraban pastelitos de carne, vino endulzado con miel y frutas, panecillos de fresas recién hechos, hojaldre y hasta pasteles de mantequilla que podrían haber hecho perder el sentido hasta al más exigente de los comensales.

Alyssa y Rylan estrecharon sus manos.

—Le he enviado una carta al Rey esta misma mañana con un mensajero de confianza —comenzó Alyssa—, en ella le hablo de Duncan: que es un buen hombre, que proviene de una familia más que apropiada, la suya propia... estoy segura de que le parecerá un buen duque, especialmente considerando que odiaba a Gordon, no soporta a Aaron y tú, por el venir de los acontecimientos, tampoco eres santo de su devoción. Querrá un poco de tranquilidad por fin en el Ducado de Alderman.

Rylan asintió con la cabeza.

—Y la va a tener. No tendrá mucho más de lo que preocuparse, especialmente cuando nos hayamos ido.

Esto captó la atención de Alyssa, que enarcó una ceja ante sus palabras.

—¿Hayamos? ¿Tú y quién más?

—Todos, al menos eventualmente. Todos deberíamos irnos al norte. Pero de momento, lo haremos mi esposa y yo.

Alyssa enarcó una ceja de confusión de nuevo y esta vez ya no tuvo tiempo de responder, ya que Rylan dio un paso al frente y quedó mirándola, con su mano aún entrelazada con las suyas. Después hincó una rodilla en el suelo.

La respiración de Alyssa se aceleró hasta el máximo y se llevó la mano libre a la boca, cubriéndosela de la sorpresa. Al instante, supo que los ojos del recién estrenado matrimonio se habían posado en ellos y que probablemente ya habían sabido que so pasaría con antelación. Era ella quien desconocía el secreto en ese momento.

—¿Quiere usted ser mi esposa, señorita Alyssa Russell? Soy solo Rylan, sin apellido ni título. Pero te amo y juro hacerlo hasta el último día que me quede con vida.

Y cuando Alyssa aceptó, entre risas y lágrimas, todo estallaron en aplausos. Rylan la tomó de la mano, conduciéndola al altar improvisado en el que Linnea y Duncan se habían casado minutos antes.

—Pero... ¿ahora? —preguntó Alyssa, sin dar crédito a lo que sucedía.

Rylan asintió con la cabeza.

—¿Cuándo mejor que ahora?

Y llevaba razón. Toda la razón. Porque cuando Rylan tomó la mano de Alyssa, se aseguró de no soltarla hasta que el reverendo los había declarado ya marido y mujer. Y entonces sí se permitió soltar su mano, solo para tomarla de la cintura y acercarla a su cuerpo. Sin ningún tipo de pudor por sus dos únicos invitados (y testigos) ni por ese hombre de Dios que lo último que había esperado hacer ese día era casar a dos parejas de duques, Rylan enterró su rostro en el cremoso cuello de Alyssa y aspiró su aroma de mujer, sintiéndose el hombre más afortunado del mundo. Después acercó sus labios a los de ella y la besó con tanta ansia como si hubiera pasado años sin hacerlo. Y realmente había sido así.

Alyssa se dedicó a disfrutar en esta ocasión. Algo le decía que nada ni nadie podrían estropear los planes de futuro que ahora sabía que tenía.


Mil besos <3

Mil besos <3

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Si algún día vuelves. #Wattys [Romance histórico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora