Capítulo 10.

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Capítulo 10

Los pasos apresurados de las dos muchachas resonaban en todo el enorme pasillo que conducía hasta las habitaciones de Rylan. Tan sólo llevaba dos días allí y ya había revolucionado a absolutamente todo el castillo, aparentemente sin pretenderlo.

Alyssa seguía a Linnea en su carrera para hablar con su hermano y la intentaba detener, aunque sabía que nadie podía hacerlo cuando la joven se encontraba en ese estado de terquedad.

—Te lo ruego, Linnea —le pidió por enésima vez—, déjalo pasar, no hables con él.

El larguísimo cabello pelirrojo voló alrededor de su cabeza cuando se giró repentinamente para encarar a su amiga. Su rostro apagado, como de costumbre, no le dio más que ánimos para ir y gritarle a Rylan hasta la enfermedad que lo mataría en su lecho de muerte si no cambiaba de opinión respecto a su intención de echar a Alyssa del castillo.

—¿Cómo pretendes que lo deje pasar, Alyssa? Él quiere que te vayas y, Dios sabe en estos momentos que si tú sales por esa puerta yo caminaré detrás de ti. Mi hermano se ha vuelto loco, ha regresado a su hogar convertido en un demente.

—Él no me quiere aquí y está en su derecho —le recordó Alyssa—, puesto que ahora él es el duque de Alderman. Lo aceptaré, de verdad que lo haré.

Linnea chasqueó los labios al escuchar a su amiga y durante unos instantes sólo pudo pensar que también ella se había trastornado.

—¿Dónde pretendes ir, Alyssa? —dijo con voz dura, pensando que sería la única forma de hacerla comprender—. ¿Vas a volver a la casa de los Russell?

Alyssa alzó su mentón. A lo largo de esos años le habían quitado muchas cosas, pero la dignidad y el honor propios era algo que nadie podría arrebatarle de ningún modo. Encontraría un modo de afrontarlo.

—Lo haré de ser necesario—respondió estoicamente—. No me da miedo volver a ver a mi padre, Linnea. De hecho, nada me da miedo ya.

—Valiente —musitó Linnea—, ¡valiente pero estúpida, Alyssa! —exlamó de pronto, sin poder creerse la temeridad de su amiga—. ¿Qué harás si tu padre decide volver a venderte al mejor postor?

Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de la hermosa muchacha.

—Soy una Russell, y no precisamente una niña, que ha estado casada durante seis años con un hombre que podría ser mi abuelo —dijo, aun siendo consciente de que hablaba del padre de Linnea, pero su amiga ni siquiera se inmutó—. ¿Y crees que habrá un mejor postor al que venderme a estas alturas, Linnea?

—Aun así no te irás, no permitiré que estés sola allí. Te acompañaré.

Antes de que la joven pudiera contestar, un golpe sordo se escuchó y la puerta frente a la que se encontraban se abrió de repente. Las muchachas ni siquiera parecían haberse dado cuenta del momento en el que habían llegado allí, pero habían terminado manteniendo esa acalorada discusión frente a las habitaciones de Rylan Seymour y éste se encontraba en esos momentos, observándolas con el ceño fruncido.

—¿Se puede saber qué es este alboroto?

Alyssa pudo distinguir en el interior de la habitación una figura y, pese que al principio su corazón pegó un salto creyendo que se trataba de la mujer árabe, poco a poco pudo apreciar mejor la forma de un hombre alto y pelirrojo, vestido con un kilt escocés. Debían de estar tratando un asunto realmente confidencial para encontrarse hablando allí y no en alguna de las enormes salas del castillo que estaban más destinadas a las reuniones.

Si algún día vuelves. #Wattys [Romance histórico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora