Capítulo 16

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Capítulo 16

Cuando Linnea se enteró de lo que el Rey había estipulado, Alyssa pensó que montaría en cólera y querría personarse en la misma corte de Jorge I para dejarle totalmente claro que su amiga no volvería a contraer matrimonio... pero fue una gran sorpresa ver cómo la joven pelirroja esbozaba una pequeña sonrisa pensativa mientras escuchaba la noticia y, finalmente, ésta se hacía más grande al final.

—¡Es una idea fantástica! —exclamó.

—¿Cómo va a serlo? —preguntó Alyssa, desconsolada.

Se encontraban en una pequeña sala del castillo, con una enorme chimenea y algunos sofás en los que se relajaban. Era una imagen ciertamente confusa encontrar una sala tan antigua decorada a la última moda europea, tal y cómo solía hacer la alta sociedad inglesa.

—Cuentas con el respaldo del Rey, Alyssa. ¿Crees que permitirá que te cases con un mal hombre? —le preguntó—. No, estoy segura de que, por primera vez, tendrás mucho que decir en la elección de tu prometido.

Alyssa se revolvió en su asiento, suspirando una vez más y miró a su amiga con franqueza.

—Yo no quiero un prometido, Linnea. Quiero estar sola, no tener que volver a... —Las lágrimas se agolparon en sus ojos, pero Alyssa se forzó a no dejarlas salir de sus ojos.

Su amiga se acercó a ella de inmediato, quedando arrodillada ante el asiento de Alyssa y estrechando sus manos con las suyas con cariño. Desde el primer momento en el que se habían visto había sabido que serían grandes amigas y no habían tardado mucho en tenerse como hermanas, especialmente después de la marcha de Rylan.

—Todo va a ir bien, Alyssa. No volverás a casarte con un mal hombre, te lo aseguro...

—¿Qué forma es esa de referirte a nuestro padre, Linnea?

La profunda voz era inconfundible, así como el hecho de que no había llamado a la puerta antes de entrar ni había saludado si quiera a las dos mujeres que se hallaban en ese pequeño salón. Rylan iba acompañado de su inseparable escocés y Linnea no pudo evitar lanzar un pequeño gruñido al ver a ese fornido hombre mirarla de forma burlona. No lo soportaba, de ninguna manera. Su sola presencia allí era una provocación, una vergüenza para Inglaterra.

—Se trataba de una conversación privada, hermano —le apuntó a Rylan, mirándolo con suficiencia.

—Nada que el duque de Alderman no pueda conocer, espero —respondió él de forma relajada—. ¿Estabais celebrando el futuro matrimonio ya?

Trató de demostrar que la presencia en la sala de Alyssa no le producía ninguna emoción, más aún el hecho de que ella pareciera haber estado llorando apenas unos segundos antes. Aun así, la mujer lo disimuló perfectamente, clavando sus ojos en él de un modo casi temerario.

—No hay nada que celebrar —dijo Alyssa con frialdad.

Linnea miró a su amiga con cariño unos segundos y finalmente se levantó del suelo, acercándose a su hermano hasta quedar a su lado. Después le dio un beso en la mejilla y volvió a caminar unos pasos hacia atrás, sin olvidar mirar con recelo a Duncan de vez en cuando.

—Le decía a Alyssa que estoy segura de que encontrarás a un buen pretendiente para ella, que tú nunca la entregarías a un mal hombre.

Rylan no alteró ni un ápice su expresión.

—No soy yo quien juzga si un hombre es bueno o malo... y me temo que no es tan fácil encontrar a un buen prometido. Digamos que todos sonríen del mismo modo cuando se trata de pretender a una mujer, y no tengo mucho más que decir si esa mujer en cuestión es una viuda que ni siquiera tiene una dote o un buen apellido.

Si algún día vuelves. #Wattys [Romance histórico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora