Parpadeo un par de veces, atónita.

— ¿Puedes verme?

— ¿Que si...? Ah —mira a Tom, que le devolvía la mirada con más sequedad de la que le he percibido hasta ahora. En el momento en que sus ojos hacen contacto, puedo decir que el coraje y la valentía del hombre disminuyó un par de rayas. Casi me río; a pesar de su seriedad en estos momentos, Thomas no es tan intimidante—. ¿Es nueva?

— Suéltala, hombre. La van a asustar.

El señor aprieta los labios en desacuerdo, como si, en el instante que me deshiciese de su agarre, corriese a por el premio mayor (cosa que, en realidad, tenía pensada hacer; sus sospechas no eran en vano). Sin embargo, otro contacto visual con Mas fue suficiente para dejarme libre.

— ¿Ustedes están...? —el sabor amargo de la pregunta no me deja terminarla.

— Oh, sí —reponde una señora que ha de estar por sus 40—, como el infierno que lo estamos.

Esas expresiones ya no dan risa.

Ella sí sonreía, pero, de nuevo, bastó con echarnos una mirada para decidir qué es mejor ver hacia otro lado. Hubiese preguntado sobre ese asunto si no tuviera problemas propios que demandaban mi total atención. Además, puede que ni siquiera sea para tanto.

— Han de estar confundidos, chicos —levanto las manos—. Yo no... Quiero decir... No he...

— A ella pertenece el cuerpo al que ustedes no le dejan llegar, — termina Mas por mí—. Así que muévanse.

El señor empieza a refutar, pero una voz aguda de una persona que se encontraba adelante se adelantó.

— ¡Es verdad! ¡Ella es la hija de Abimazue!

— ¿Abimasoe?— pregunto.

— Pero no tiene la marca— comenta la señora que hace un momento dijo 'oh, sí'.

— Es de su linaje. Lo lleva en la sangre.

— ¡Es una Abimazue!

— Es ella.

—Tú puedes ayudarnos.

En este punto, ya ni siquiera veo las caras de quienes me hablan. Olvídense de Angelina Jolie, soy toda una celebridad aquí. Todos me rodean en cuestión de minutos. El ruido es intenso. Los escucho, a ellos sí; no hay ruido blanco. Sin embargo, no entiendo un carajo de lo que dicen. Prefiero el ruido blanco.

¿Es, acaso, el día en el que mis peores miedos se abalanzan encima mío? ¿O solo mi suerte?

— Muchachos, por favor.

La escena se congela cuando una voz se alza por sobre las demás. Es la primera vez que la escucho desde que la dejé esa mañana.

— Respeten mi dolor. Váyanse.

Mis ojos se empañan de lágrimas sin querer. No sé qué hacer, estoy algo desorientada. Como de costumbre, los demás lo resuelven por mí; se van sin chistar. Se van todos excepto uno: Mas, que se planta a mi lado, imperturbable, sereno.

—Mamá —la llamo, soltando una risa pequeña, una vez nos quedamos solas.

Ella solo baja la mirada y regresa adentro. Cierra la puerta y luego veo que hace lo mismo con la persiana. No me ha visto.

Mi corazón se rompe por segunda vez.

— ¿Por qué? —susurro, mirando el lugar por el que se fue.

Thomas da un paso adelante, seguramente con la intención de pararse delante mío y disuadirme de intentar cualquier cosa.

— Kend...

Claro, a Kendall masoquista no le importa, y va a intentar cualquier cosa.

Así que la sigo al interior sin pensármelo dos veces. Oh, por todos los cielos, quería gritar, quería golpear algo. La furia arde bajo mi piel (que ya no es piel). ¿Por qué existe este estúpido don si no funciona con que se supone debería? Hay injusticia en esto. Mi madre no pidió ser parte de los Abisume o lo que sea. Maldigo nuestro linaje,  maldigo a mis antepasados, maldigo a los espíritus. Nunca he visto a mamá agarrar ningún tablero que pueda convertirse en portal, ni la he visto leer las cartas a nadie. Ella sabía que a mí me afectaba e intentó luchar contra ellos. No obstante, era una persona compasiva, y sentía que debía ayudar a aquellos que ya no podían ser escuchados. ¿Mas a qué precio? ¿Cómo le fue con eso? ¿Qué demonios ganó?

Tomo su brazo y lo sacudo.

— ¡Mírame! —ella observaba tranquilamente mi cuerpo en la camilla, sentada en un sofá al lado de esta.— ¡Mamá, mira hacia acá!

Pellizco su piel, terza como un plato de porcelana.

— ¡Kendra Madeleine O'Mell, exijo que escuches cuando te hablo!

Tomo sus hombros. Estoy frente a ella, ¡frente a ella! Observo sus ojos, buscando su mirada. Pero no hay devolución. Ella mira a algo más allá de mí. Me mira a mí, curiosamente, pero no me ve. No puede.

Voy intentándolo dos veces ya.

Dos veces.

No hay forma.

Abrazo a la mujer por la que atravesé el nudo de pasillos, la abrazo como si en algún momento su don funcionase conmigo también, como si la maldición en su sangre nos perdonase un segundo, cualquiera, porque sabe que somos lo único que tenemos.

Así que me aferro a su cuello. Me aferro como si nunca fuese a dejarlo ir. No pienso separarme más de ella.

—Te amo —le beso la frente, mientras un sollozo se dispara desde lo más profundo de mi garganta—. Te amo, te amo, te amo, te amo —lo digo varias veces, varias, con la esperanza de que escuche alguna de ellas.

— Kendall... —escucho a Thomas en la puerta. No quiero voltear a verlo, si su voz desprende lástima, no quiero imaginar lo que brilla en sus ojos.

— Ve sin mí —ahogo mi voz en la piel de su cuello. Su perfume de lilas se impregna en mis fosas nasales. Lo que me lleva a preguntarme si ella también puede olerme a mí.

—Tienes que salir de aquí —dice en voz baja, como si estuviese seleccionando sus palabras.

Lo ignoro. En su lugar, me separo de mamá, y llevó mis manos al cuello de su blusa, la cual intento arreglar, pero incluso eso se escapa de mis manos. Literalmente; porque la Kendall que sí puede arreglar cuellos de blusas está en la camilla detrás de la Kendall que lo está intentando desastrosamente.

— No estoy muerta —le digo en tono confidencial—, sólo estoy dormida. Voy a despertar, madre, voy a luchar —le doy un último beso en la frente, más largo que el resto—. Lo prometo.

——***——

Hey, hey, personitas, ¿qué dice la semana?

Debo admitir que estoy muy conmovida por la acogida que está teniendo esta historia, que me ha enamorado desde que escribí el prólogo. Esto recién está comenzando, de hecho, ya he escrito varios capítulos más, y de verdad creo que les van a gustar tanto como a mí ;).

Eeeeen fin, no los retengo más. Espero que la semana que viene les sea llena de éxitos. Besos. 💞

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