31. El secreto del alfabeto (3/5)

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Por suerte, todavía no he tirado los apuntes a la papelera. Bien. Así no necesitamos las cucharas de los demás, y si Ádelfa estaba contenta con solo una muñeca de oro, puedo coger las otras seis. ¡Joé! De vez en cuando me doy miedo a mí misma por ser tan astuta. ¿Cómo será después de haber comido unas pasas? El secreto de Don Pedro está a punto de dejar de serlo. Estoy segurísima.

Cuando vuelvo a la terraza, Ádelfa todavía no ha llegado. La pobre, con pluma y tinta en una mano y tres bandejas con pasas y pastas en la otra, el mango de la cafetera caliente en la boca intentando abrir la puerta de la cocina... Esbozo una ligera sonrisa, pensando que puedo ayudarla un poco... si le pongo una escoba en el culo puede también barrer el suelo con la misma energía, ¡ja, ja, ja! No, no puedo pensar así. Imagínate que deja caer un plato con galletas... Voy a ayudarla, cogiendo la pluma y la tinta...

Ádelfa no está en la cocina, pero ha estado porque no encuentro los platos con galletas tampoco. Cuando voy a la biblioteca oigo su voz. Tal vez está hablando con Sandalio, pero mientras lo pienso sale Sandalio de la terraza del estanque. Me dirige un breve saludo y me sigue hacia la biblioteca.

Ahí está mi hermana, hablando por teléfono: "No importa, la reunión de consejeros puede reunirse perfectamente otro día. Es importante y tienes que decirle al alcalde que vamos a enviar un coche para recogerlo."

Nota que hemos entrado y gira la cabeza para ver la confirmación que le da Sandalio con la cabeza.

"Gracias. Buenas días, señorita.", termina Ada y cuelga el teléfono.

"¿Puedo preguntarte por qué has llamado al alcalde? ¿Si me giro otros tres segundos, vas a llamar a la prensa también?"

"Oye, Ana. Estamos a punto de encontrar el tesoro. Todo el mundo tiene que saber que hemos descubierto el secreto. Sandalio ha llamado a Vicky, Ildefonso está en camino para traer al alcalde y Nacho. La Condesa ha sido la primera a la que he llamado. Puede entrar en cualquier momento."

En este momento entran Vicky y la Condesa en la biblioteca, una estancia de la casa donde la gente educada puede retirarse en busca de un poco de silencio y meditación. Sin embargo, lo que se produce ahora en la estancia es una violación de la intimidad. Mando a todo el mundo fuera, a la terraza del estanque, donde tenemos más espacio.

¡Qué traidora, mi hermana! Prefiere compartir la alegría, dice, porque la alegría si es compartida es mayor. Pero, en un plato de galletas, la cantidad para comer por persona es menor, y seis muñecas de oro son más que una, eso lo sé aunque no soy la de los números, guapísima.

Me siento para escribir la lista del alfabeto que espero que usara Don Pedro. 1=A, 2=B, 3=C, 4=D, 5=E, 6=F, 7=G, 8=H, 9=I-J, 10=K, 11=L, 12=M, 13=N, 14=O, 15=P, 16=Q, 17=R, 18=S, 19=T, 20=U-V, 21=W, 22=X, 23=Y, 24=Z. Vicky viene con una cafetera y tazas, Ildefonso viene con el alcalde y Nacho, la Condesa viene con una silla de hierro y Ada viene con Sandalio, explicándole que nos hemos equivocado por culpa de la Real Academia Española y que Don Pedro no conoció la ñ y más cosas que no puedo entender por el ruido que hace todo el mundo.

"Por favor, todo el mundo, por favor.", digo mientras me levanto de la mesa, subo los brazos para dejarlos bajar lentamente con las manos abiertas: "Silencio, por favor, no hagáis tanto ruido porque no puedo concentrarme. Tengo que pensar y con tanto ruido..."

Lo he intentado educadamente. He mostrado comprensión, paciencia, educación por mi parte hasta el infinito, pero el resultado ha sido nulo, nada, nothing. Suspiro profundamente antes de abrir la boca al máximo: "¡JOÉ! ¡CALLAOS DE UNA FRUTA VEZ!"

Se puede oír como cae uno de mis papeles al suelo.

"Bien. Gracias."

De verdad el uso de muchos signos interrogativos no indica que estemos ante una escritora de calidad, ya que, de vez en cuando, hace falta que alguien tome la iniciativa y ahora este alguien soy yo.

Es fascinante lo que puedes lograr con unas palabras bien elegidas. Es un don, lo sé. Soy escritora, ¿sabes? Elegir bien las palabras es mi trabajo diario, y siempre es satisfactorio cuando ves el resultado. Mi hermana tiene suerte, es artista y cantante y bailarina y actriz. Siempre tiene contacto con su público que la inspira y saca lo mejor de sus cualidades. Nosotros los escritores, somos un tipo de personas melancólicas. Sufrimos y sufrimos, escribimos y borramos, buscamos nuestro arte como ciegos en la oscuridad con una linterna sin pilas. Cada falta de ortografía está en blanco y negro para siempre, causando las risas de cada lector. Contamos chistes, pero nadie se ríe. Escribimos poemas pero nadie llora. Porque no conocemos ni a nuestro propio público. Por eso, disfruto este pequeño momento de gloria con todo mi corazón. Claro que la escritora que hay en mí hubiera preferido decir algo más culto y educado como: '¿Por qué no te callas?', pero de vez en cuando tienes que olvidar tus ideales y pensar en el público. De verdad, para mí esta historia podría terminar ahora mismo, sería un final más feliz de lo que hubiera esperado.

Pero no, la vida continúa y el lector quiere saber si por fin encontramos el oro, el barro de la humanidad, y esos deseos los tengo que respetar también. Vale, querido lector. Espero que me perdones mi momento de gloria, mis mejores palabras desde que hemos comenzado esta historia, porque creo que te falta paciencia. Quieres saber cómo termina. La curiosidad es una mala cualidad, ¿sabes?

"Cuando usamos el alfabeto que creo y espero que sea el alfabeto existente en el año 1621, el código de números en las cucharillas, por orden PEDRO, da este resultado: DESDE YO – GEPASOS – AL SUR – GEPIES – AL OESTE. Si alguien tiene idea de qué significa, está invitado a explicárnoslo."

Todo el mundo se siente invitado, porque se han comido todas las galletas mientras estaba escribiendo. Me sirvo mi café con un profundo suspiro, pero Vicky me regala una sonrisa y un platito con un buen cacho de bizcocho de chocolate con nata, tan grande que tengo que cogerlo con dos manos y tengo que tener cuidado de que no se me rompan las muñecas. Te quiero, Vicky, eres un sol.

Ádelfa y Ángora - una divertida aventuraWhere stories live. Discover now