3. Vicky me enseña el terreno (1/2)

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La mansión está más o menos en el centro de un enorme terreno, de 'los dominios' como lo llama Vicky. Al norte está el muro de piedras naturales que vimos desde el otro lado. Al sur de la casa hay una terraza con vistas a un precioso jardín con estanque en forma de cruz. El jardín mide unos setenta metros hasta terminar en un abismo de unos diez metros de altura hacia el mar. Al este se encuentra un seto alto y al oeste está 'el bosque', una arboleada que cubre la colina y llega hasta un río seco. El gran protagonista es el mar, siempre presente por la brisa salada y el sonido tranquilizante de las olas.

El camino de chinos de la entrada está acompañado por diez árboles grandes y viejos, cinco a cada lado, y por unos cincuenta metros de césped a ambos lados. El camino de entrada termina en una rotonda delante de la terraza y sigue a la derecha, donde están los establos y un garaje con aparcamiento.

La mansión está construida en forma de U, pero con la base más ancha y las 'patas' de la U más cortas, en dirección al sur, así encerrando la terraza del estanque por tres cuartos. El frontal de la casa tiene unos cincuenta metros de ancho y la entrada está en el centro, cubierta por un balcón con dobles puertas en la primera planta.

Entramos en un hall redondo y enorme, con escaleras a ambos lados hacia la primera planta. Al fondo veo unas puertas de cristal que invitan a echar un vistazo a la terraza y a los jardines que hay detrás del edificio. El ala izquierda consta de la biblioteca, el despacho del tío Pepe, el 'salón brasileño', que es el cuarto para tomar café, y unos dormitorios para invitados. Al final del pasillo se encuentra 'la habitación del jardín', un cuarto con muchas ventanas grandes y lleno de plantas. La puerta de la derecha da paso al comedor, con una mesa para dieciséis personas, el 'cuarto del té', la 'habitación de la abuela' y la cocina, con su despensa, su entrada al sótano que contiene la bodega y su espacio para lavar ropa y guardar cosas. Aunque cada cuarto es bonito y tiene su propia identidad, me gusta más la cocina, donde el olor a comida casera me da la bienvenida que falta en el resto de la casa; es enorme, pero vacía, como el caparazón de una tortuga que se ha ido de vacaciones a una playa nudista.

Nuestras habitaciones están en la primera planta, en el ala izquierda. La mía está en el interior con vistas a la terraza, al estanque y al jardín. El cuarto de mi hermana está al otro lado del pasillo, con vistas a ese seto alto y grueso que es la separación entre nuestros dominios y los de los vecinos. El dormitorio de los tíos está encima de la entrada y la otra ala contiene unos cuartos más para invitados.

En el terreno que hay detrás de la casa, de derecha a izquierda, se encuentran un pabellón blanco (una cúpula de té de estilo inglés), una escalera hacia una cala que está al nivel del mar, el abismo y en la esquina de la izquierda una torre vieja de piedra al lado de la casita de Ildefonso y Vicky con su huerto y su gallinero. El centro de esta parte del jardín está dominado por un estanque grande en forma de cruz con una estatua en el centro. El terreno no solo tiene césped, también está adornado y bordado con flores, setos en forma de animal o pájaro y unas cuantas estatuas de piedra blanca. También hay una red de caminitos pequeños que invitan a darse un paseo.

"¿Qué es esta torre?", pregunto con interés.

"Es muy antigua. Hay varias iguales por toda la Costa del Sol y también hay unas recias casas que parecen pequeñas fortalezas. Eran parte de un sistema para defender la costa de los piratas. Por eso, tenemos aquí el refrán 'no hay moros en la costa' que indica que no hay problemas. Pero los piratas en el fondo no tenían nada que ver con moros porque los moros fueron los habitantes de Mauritania y los piratas vinieron de la costa norte de África. Cada torre tiene su propio nombre, como la Torre del Mar, la Torre Molinos, la Torre Quebrada. Esta se llama la Torre de Pedrobalejo."

"¿Se puede subir?"

"Sí, todavía está en muy buen estado. Seguramente porque está en terreno privado y siempre mantenida por los dueños de la mansión. Si quieres, subimos. Tienes una vista preciosa desde ahí arriba. Hace mucho tiempo que no subo."

"Pues, tal vez otro día. Creo que hay bastante tiempo, porque no tenemos pensado irnos de aquí."

"Eso me gusta. Ildefonso es un encanto y Sandalio no es el hombre seco y soso que parece, pero la compañía de una mujer siempre es más divertida, ¿no? Te voy a enseñar mi casa. Está ahí, detrás del seto."

Ádelfa y Ángora - una divertida aventuraOnde histórias criam vida. Descubra agora