17. El poema de Don Pedro (2/2)

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"Ten cuidado, señorita.", dice Manolo, intentando controlar la grúa: "Permíteme bajar la carga primero. No me gustaría que Don Pedro se enamorara de ti y cayera en tus brazos."

La Condesa, curiosa como es, también ha saltado de su silla para coger el papel. Viuda y vieja, pero nada de cansada cuando se trata de hombres. Intento pararla con mi mano mientras respondo: "Espera, Manolo. Se ha caído algo del interior de la estatua. Quiero ver qué es. Pon a Don Pedro unos metros a la izquierda, por favor."

Logro coger el pergamino antes que la avariciosa elefante: "Déjame verlo, Condesa. Soy de letras y seguramente hay algo escrito en latín o griego que no entenderías."

Me siento en mi silla y abro el pergamino. Nada en latín y menos en griego, todo en castellano, escrito bien y claro a pluma en letra elegante.

"Es un poema, escrito por el mismo Don Pedro. Mejor dicho: es una sonata. La sonata era una forma de poesía que era muy popular en los siglos XVI y XVII. Consiste en catorce versos, divididos en dos cuartetos con rima ABBA ABBA y dos tercetos que pueden tener variantes, pero aquí han elegido CDE EDC, que se considera más educado y de un nivel más culto de poesía.

Ádelfa me interrumpe: "Ángora, ¿quieres leer el poema en lugar de dar una clase de métrica?"

"Vale, vale. Comienza así:

Volví del oeste
Con un fantástico tesoro
Siete munyecos de oro
Un juego celeste

No es un poema muy bonito. Rima, pero el ritmo no es correcto. El cuarto verso..."

Otra vez mi hermana me interrumpe: "¡Ángora! ¿Quieres leer el poema?"

"Vale, vale.

¿Dónde estarán?
Cinco cucharas son la llave
Y sus números con la clave
Para beber champán

Ahora se pone interesante, lo del champán. Aunque todavía no entiendo porqué lo quiere beber con cucharas y una llave. Tiene poco sentido, este poema."

Ahora todo el mundo me interrumpe: "ÁNGORA, ¿QUIERES LEER EL POEMA?"

Suspiro profundamente. Esa gente no tiene ni idea de poesía. Es una pérdida de tiempo... Por fin, sigo:

"¿Por qué no lo intentas?
¿Tienes razón?
¿Y fantasía?

El oro es mía
Hasta muestras el corazón
Y lo encuentras.

Y está firmado por el escritor, Don Pedrobalejo, y la fecha, enero de 1621."

Ahora todo el mundo está interesado y hablan todos a la vez: "Un tesoro. Fantástico. Increíble. "

"Oye, tan bueno no es este poema. Gramaticalmente incorrecto también. Debe ser 'el oro es mío' pero así no rima con fantasía. A mí me parece una rima de San Nicolás. No tiene nada que ver con los poemas de T.S. Elliot por ejemplo.", pero nadie me escucha. Son unos bárbaros de la cultura.

De la casa sale el alcalde que nada más conocernos, piensa aparentemente que aquí se está como en casa. Se entera del jaleo en la terraza y viene para ver qué pasa.

La Condesa le informa de repente: "Hola, Eugenio. Hemos descubierto algo fantástico. Un pergamino con un poema que han escrito hace trescientos años. Habla de mostrar el corazón para encontrar el oro y más cosas."

Eugenio quiere leer el pergamino también, pero es mío, yo lo he encontrado y, aunque no creo que tenga valor económico en una subasta, no quiero que alguien lo ensucie con sus gordos dedos.

"Lo siento, alcalde. Se puede mirar, pero no tocar.", digo, mientras muestro el papel para que todo el mundo pueda verlo. El entusiasmo del uno contagia al otro y ya estoy harta: "Ya lo hemos visto todo y cerramos la caja de Pandora porque es la hora de comer. Y si recuerdo bien, no hemos invitado a nadie hoy, pues, me parece mejor que todo el mundo se vaya a su casa y me dejen comer en paz. Gracias por la botella de vino tinto, alcalde. Lo vamos a necesitar para recuperarnos de la sesión de arte de esta mañana. Si os interesa ver más, me refiero a mi próxima exposición de poemas: pagando una modesta entrada puedes ver esta y más poesía brevemente en la sala de exposiciones del ayuntamiento."

Los ¡Ohs! y ¡Ahs! muestran que a nadie le gusta pagar entradas si se puede ver gratis, pero tienen que entender que los artistas como yo no pueden vivir del aire; tenemos que cobrar.

Vicky quiere la última palabra: "He preparado suficiente comida para todos. Donde comen dos, comen nueve también, ¿no? Sopa de tomate, garbanzos con chorizo y morcilla, queda algo de macarrones de ayer también y de postre tenemos flan casero o arroz con leche."

¡Joé!, si hay algo para comer, ningún andaluz se puede resistir. Ildefonso pone una mesa más y Sandalio viene con unas cuantas sillas y una botella de vino blanco. Todos, incluso Manolo y Roberto, se sientan para comer. Tengo que confesar que lo pasamos muy gesélag, gracias a la comida de Vicky y la alegría que tiene todo el mundo por el poema de Don Pedro. Guardo el pergamino en mi bolso, con cuidado, para que no se manche o arrugue. Lo voy a estudiar más tarde, pero una dama tiene que conocer sus prioridades: una sopa de tomate no puede enfriarse.

Ádelfa y Ángora - una divertida aventuraWhere stories live. Discover now