29. David (2/7)

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"Ada, no me interesa conocer a esos vecinos, no me interesa conocer a David tampoco y si tú quieres ensuciar tus zapatos rosas londinenses es asunto tuyo, pero yo voy a volver a la mansión y no pienso bajar ninguna pendiente para conocer a una gente que no tiene ni para rascarse el culo."

"Pues, bien, si esto es lo que quieres... Que vaya yo sola, y más tarde te pueda contar mis aventuras y tú tendrás que callarte y escucharme toda la noche."

Coge la mano del pequeño David y le dice: "Vamos, guapo. Dejemos a esa bruja aquí, para que se busque un círculo de setas y baile ahí toda la noche mientras nosotros primero vamos a saludar a tus padres y después vamos a tomar un té con un bizcocho que te va a sorprender."

¡La fregona! Me va a dejar sola en un bosque aterrador espeluznante, con peligro y animales salvajes por todos lados, mientras ella va a conocer a nuestros vecinos y seguramente va a hablar mal de mí, para evitar que pueda dar una buena primera impresión a esa gente. Mi hermana no se avergüenza de nada, si se trata de humillar a su familia y a la gente que la quiere. No me deja ninguna alternativa: tengo que seguirles y arriesgar que mis zapatos azul-celestes napolitanos se estropeen por el barro del suelo.

Unos cinco minutos después estamos delante de algo que ni valdría para hospitalizar a la cabra Behrta, pero David lo llama 'su casa'. La casa es tan pequeña que, cuando entra el sol, la gente tiene que salir. La mayor parte del material del que está construida es de madera que han encontrado en la playa o en el río seco que pasa a unos metros delante de la puerta. Las tablas del techo dejan tantas grietas y agujeros y rajas, para que la familia que vive ahí tenga agua corriente en todas las habitaciones cuando llueve.

"¡Papá! ¡Mamá! Aquí estoy con la señorita Ádelfa y la bruja del bosque."

¿Ves cómo tengo razón? Ada no ha mostrado ninguna educación al no decirle mi nombre al niño. Tengo suerte de haber decidido ir con ellos o me hubieran destruido totalmente sin posibilidad de defenderme.

Dos personas salen de la casa, un hombre y una mujer. Ambos son bajos y flacos, ambos están vestidos según la última moda de la época de las piedras, pero aparte de esto no parecen pobres. La mujer se seca las manos con un trapo blanco y limpio mientras el hombre seca una taza con otro trapo blanco y limpio. Seguramente les hemos interrumpido en fregar platos, lo que indica que acaban de comer y esto indica que son impostores que solo quieren que el mundo crea que son pobres, pero tienen suficiente para comer. Además están comiendo mientras envían a su propio hijo a robar leña en el bosque de los vecinos con cara de hambre... Con todos los chinos, pero con esta no.

Decido actuar para evitar más daño a mi imagen, doy unos pasos adelante para estrechar la mano a Nacho y su mujer y me presento: "Buenas tardes. Soy Ángora Flórez de Alba, la vecina del otro lado del bosque. Mi hermana Ádelfa tenía la ridícula idea de invitar a vuestro hijo David a una taza de té, pero yo insistí que primero pasáramos por vuestra casa para informaros donde está vuestro hijo, para que no os preocuparais de con quién anda."

"Encantada, señorita. Yo soy Mari-Juana..." Casi no pronuncia la jota en su nombre. Usa el acento típico de los andaluces que siempre dicen 'muhé' cuando quieren decir 'mujer', pero entiendo que no es una mujer que te deja colocado y ahora otra vez entiendes por qué esta historia está en castellano y no en andaluz, para que hasta los lectores más inteligentes no se equivoquen.

Me estrecha la mano, que está más limpia que el alma del Papa, y me da dos besos.

"... y este es mi marido Nacho." Otra mano limpia, otros dos besos y también todo ese ritual con mi hermana, mientras Mari-Jú continúa: "No tenemos apellido, o por lo menos no lo sabemos. La gente nos llaman 'los del río', porque vivimos en el río, como puedes entender."

Mi hermana pregunta: "¿No sabes cantar y bailar La Macarena?"

La tonta. Hace una carrera de arte y ahora piensa que todo el mundo puede convertirse en artista, ganándose la vida con el baile y el canto. La vida de artista es un asco, hermana, y no me puedo imaginar que una gente de a pie pueda bailar La Macarena. Tengo que coger el mando de esto otra vez, o mi hermana va a meter la pata a los ojos de esa gente. Decido continuar con mi imagen de alegre tía encantadora y pregunto al hombre: "Qué casa más bonita tenéis..."

¡Error! La pareja inmediatamente insiste enseñarme el interior, que consiste en un salón – cocina – comedor y a cada lado un dormitorio. En la encimera hay un cubo con agua y jabón y a ambos lados tazas y platos. Mari-huana nota que lo he visto y me explica: "Mi marido es pescador de río, pero estamos ahora en la época seca y no hay mucha agua en el río para pescar. Por eso me ayuda con mi trabajo de fregar los platos sucios del restaurante 'El Jabalí Sonriente'. De vez en cuando, la gente no termina su plato y estos restos son perfectos para una sopa del campo, es un trabajo honrado que nos permite ganarnos la comida todos los días."

"¿Pescador de río? ¿Por qué no pescas en el mar? Está a veinte metros.", pregunta mi hermana a Nacho.

"Es que... no tengo barco. Y mi padre era pescador de río y mi abuelo y mi tatarabuelo..."

Ádelfatodavía no quiere dejar su papel de la Madre Teresa: "Pero, ¿por qué no pidesun préstamo en el banco para comprar un barco para pescar en el mar? Este ríono lleva agua nunca."


Ádelfa y Ángora - una divertida aventuraWhere stories live. Discover now