18. Roberto Pichardo (1/2)

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Después de la comida, todo el mundo vuelve al trabajo o a echar una siesta y, por fin, tengo un momento para estar sola. Quiero aprovecharlo para hacer algo importante que también me gusta mucho hacer: mirar cómo trabaja Roberto. Un poco escondida detrás de las cortinas de la mansión puedo mirarlo sin ser vista. Su jefe Manolo se ha ido a algo de una reunión importante, pero aún sin vigilancia trabaja rápido y eficaz. Está excavando la tierra, porque una piscina necesita más profundidad que un estanque. Por el calor se ha quitado la camiseta y maneja el martillo, el pico y la pala con sus músculos bronceados con la misma facilidad que yo muevo la pajita en mi vaso de sangría. Cuando tiene el carrito lleno de tierra, lo mueve por una viga hacia fuera para verterla en el contenedor. Tararea una canción animada y excava al ritmo de su propia música. Qué fácil es la vida de la gente sencilla. Les das un trabajo y se divierten.

Tengo que hablar con él. Aunque es el hombre perfecto, todavía no sabe que me quiere y me tiene que conquistar antes de casarse conmigo. Tengo que ayudarle. Lleno mi vaso de nuevo con sangría y comienzo a darme un paseo por el jardín. Por supuesto, no me dirijo directamente a la piscina, sino que me doy unas vueltas mientras admiro la vista del mar, las flores, los setos y las estatuas. Después me siento un rato en la cúpula de té. No quiero mostrar interés por él, solo quiero atraer su interés. Pero el hombre pone el interés en su trabajo y ni mira a su alrededor.

Vuelvo a la mansión para coger la jarra de sangría y me siento en el sillón al lado del estanque. Si el monte no viene a Moisés, Moisés tiene que ir al monte, ¿no? Solo me demuestra que Roberto va a necesitar algo más de ayuda, porque le faltan aún más cualidades sociales de las que esperaba. No importa: lo que no sabes, puedes aprenderlo y es la tarea de la mujer empujar al hombre en la dirección justa.

"Hola, Roberto."

"Hola, señorita."

"Parece que te gusta mucho tu trabajo. ¿Es la primera vez que construyes una piscina?"

"Sí, señorita. Con el mar tan cerca no hay mucha gente en La Pala que pueda gastar su dinero en algo tan superfluo como una piscina. Pero me alegro porque me gusta aprender cosas nuevas."

"¿Nunca has excavado antes?"

"Sí, claro. Cada cosa comienza con unos cimientos y para esto siempre tienes que comenzar excavando. Es muy importante para el resto de la obra y me encanta hacer bien las cosas importantes."

"A mí también me gusta hacer cosas importantes, pero no me gusta excavar. Me gusta más beber un vaso de sangría, por ejemplo. ¿No te apetece beber sangría conmigo?"

"Tengo que terminar esto primero, señorita. Espero que puedas entender que mi jefe no me paga para beber sangría."

"Claro que lo entiendo. Entiendo todo, porque soy sabia. Esta es la diferencia entre tú y yo. Soy del país más desarrollado del mundo y tú eres de la selva. He estudiado Filosofía, he leído las obras clásicas y conozco las ideas de los genios de nuestro mundo, mientras tú no sabes ni leer. Por eso, eres un obrero que excava tierra en un jardín y yo soy la dueña de este jardín. Porque he estudiado y tengo la sabiduría total y tú no. Pero no te preocupes, valoro a cada ser humano aunque no esté a mi nivel."

"Aunque no puedo leer, sé algo de Filosofía. ¿Conoces la filosofía de los Toltecas?"

"¿Toltecas? Esto es esa salsa picante, ¿no?"

"Es la sabiduría total. Soy de México, del sur, del país de los Toltecas. Los Toltecas vivieron en Teotihuacán, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el que «el hombre se convierte en Dios». Nuestra filosofía comenzó hace tres mil años, cuando un hombre sabio entendió 'Lo que realmente somos es puro amor, pura luz. Es cierto. Soy dios, y los demás también son dioses, y por eso somos todos iguales'. Nuestra filosofía tolteca está basada en esto, que todos somos iguales y dioses. Tú también eres una diosa. Solo hay que reconocerlo: esto es la sabiduría total."

"¿Soy una luz? ¿Una diosa? ¿Yo? Pues, gracias, encanto, tú no estás mal tampoco. Claro que lo entiendo perfectamente, pero ¿quieres explicármelo mejor? Me gusta oírlo otra vez, especialmente lo del amor."

"Nuestros ancestros crearon la sociedad en que vivimos ahora. Tú no escogiste donde naciste, ni tu lengua, ni tus valores morales, ni siquiera tu propio nombre. Ya están aquí, formado por millones de personas y basado en una imagen de perfeccionismo. Cada vez que sentimos emociones como la cólera, los celos, la envidia o el odio, experimentamos un fuego infernal que arde en nuestro interior. Pero este infierno solo es un estado de ánimo. Tu miedo por no ser la mejor, ese miedo que te condena a tu infierno, es solo algo que crees tú. Si lo has creado, si lo crees, también lo puedes hacer desaparecer. Es fácil: acéptate a ti misma como eres y a los demás como son. Así encontrarás la felicidad celestial. Si no puedes aceptar a los demás como iguales, nunca serás capaz de amar de verdad, ni recibir verdadero amor. Con menos energía puedes vivir en un estado de diosa y crear tu propio cielo mientras creas el cielo de los demás, aceptando que somos iguales. Por eso, te perdono tu falta de conocimiento, te perdono por no ser perfecta, porque no tienes la culpa de haber nacido aquí."

"¿Qué dices? ¿Yo no soy perfecta? ¿Conoces a otra mujer mejor que yo? Tu novia, seguramente, o tu esposa. Lo sabía. Estás casado."

"No, no estoy casado, ni tengo novia. Y no quería insultarte. De verdad, creo que eres una mujer muy inteligente, capaz de comprender hasta una filosofía que no es de aquí. No digo que la filosofía tolteca es mejor que lo que has aprendido, solo que es otra manera de pensar. Lo único que puedes hacer es elegir, aprender y actuar. Yo elijo construir una piscina, que tal vez esté aquí durante muchos años. Tú eliges no construir nada, pero, por eso, no eres menos que yo. Somos iguales."

Ádelfa y Ángora - una divertida aventuraWhere stories live. Discover now