Capítulo 31.

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-Te has metido en un buen lío señorita.- Me gritó la directora cuando me vio entrar en la sala.


Bufé y acaricié mi nuca. Cuando vio que Justin apareció detrás mía con su sonrisa burlona se cabreó aún más. No nos cogió de las orejas y no nos sacó de allí a rastras porque no era nuestra madre, porque sino lo hubiera hecho.


-¡Justin Bieber! ¡Me dijeron que eras una persona que no provocaba problemas y te encuentro aquí, en la cárcel con una de mis mejores alumnas! -Gritó desesperada.


Justin soltó una carcajada mientras que yo abría los ojos procesando lo que me acababa de decir.


-¿Soy una de sus mejores alumnas? -Pregunté lentamente.


Justin soltó una carcajada a la vez que palmeaba mi hombro. Le miré con el ceño fruncido y me guiñó el ojo.


-Eras... -Me miró por encima de sus gafas.- Después de esto mucha gente ha pasado por encima de usted, señorita.- Me señaló con el dedo.- No me puedo creer que hayas caído tan bajo, ______. -En su voz se notó que estaba decepcionada conmigo  y enseguida me decepcioné de mi misma. Igualmente no había hecho mucho.


Mordí mi labio y suspiré. Justin se sentó en la mesa sonriente. ¿Porqué mierda le hacía esto tanta gracia? Se comportaba tan chulo como siempre era, pero lo raro es que aquí nunca lo fue. En New York siempre fue una persona que estuvo fuera de las gamberradas. No sé si hizo algunas de sus salidas con su banda o lo que sea que tenga o trabaja, pero solo lo conocen por el tipo que juega en el equipo hockey de Canadá y por algún que otro problema en el que se ha metido.

Le miré mientras que sacaba un cigarrillo de su bolsillo y se lo llevaba a la boca. Esos labios tan gruesos y rosados que apetecían tanto besar cada vez que les echaba el ojo. Un guardia se lo arrebató de las manos y lo tiró por la ventana. Justin juntó sus labio y se bajó de las mesa suspirando. Si no estuviéramos aquí, Justin se hubiera comportado de otra manera. O quizás se ha intentado calmar porque no quiere más problemas... Pero, a Justin Bieber le flipan los problemas.


-Ahora nos vamos a ir a la Universidad y los dos vais a estar dos semanas ayudando a las cocineras y a las chicas de la limpieza.

-¿Qué? Yo tengo entrenamientos por la tarde, directora. -Se quejó Justin.

-En cuanto a eso, señor Bieber.

-No me llames así que todavía no me he casado.- Bufó.


Aguanté la risa porque no estábamos en una situación como para ponerme a reír.


 -En fin, a lo que iba -negó la directora.- Estás eliminado de tu equipo. No vas a jugar ésta temporada.


Abrí los ojos sorprendida por el castigo de la directora. Miré a Justin  y noté como su cuerpo se había tensado, como sus manos se habían convertido en puños y su mandíbula se apretaba con fuerza. Los dos se echaban miradas furiosas, pero ninguno dijo nada, hasta que Justin estalló.


-¡NO PUEDES HACER ESO! -Gritó tirando la silla en la que estaba apoyado.

-Si, si que puedo.

-¿Sabes lo mucho que significa para mi el hockey? -Se señaló aún gritando.

-Si te importara tanto no andarías ha hacer gilipolleces por ahí, Justin.

-¡NO ES JUSTO JODER! -Las venas del cuello se le hincharon a más no poder. Cogió la mesa con las dos manos y la lanzó lejos de su alcance.

-Hablaremos de esto cuando lleguemos, Bieber. -Se dirigió hasta la puerta. Una vez que llegó allí se paró y se giró.- Si quiere que le levante el castigo ya le vale comportarse en estas dos semanas y solo te perderás dos partidos. -Y salió.


Justin no se tiró encima de ella de milagro ya que uno de los guardias que estaban cerca de él lo agarró y se lo llevaron a fuera. Un guardia y yo nos quedamos solos en la sala. Nos miramos y suspiré. Me cogió del brazo y me llevó fuera de la comisaria.




-No me puedo creer que haya pasado todo eso. Solo te dejamos solas 5 minutos  y la lías. -Rió Bea tirándose en mi cama.

-Lo peor de todo es lo que pasó en la celda.- Me sonrojé recordando lo que había pasado y lo bien que me había sentido en aquel momento.

-¿Qué ha pasado? -Preguntó Bea con miedo pero con curiosidad.

-Necesito tu ayuda, Bea.


Me miró alarmada. Una vez que estuve preparada le conté todo lo que había pasado. Seguramente que ella me podía ayudar.



Corrí por el pasillo de las habitaciones de los chicos sin que nadie se diera cuenta. Bueno, había hablado con Justin para que entretuviera al encargado de vigilar los pasillos. Llegué a la puerta de Zac y llamé rápidamente. Miré nerviosa a todos lados rezando para que nadie me viera. Llamé dos o tres veces más ya que Zac no abría.

A los pocos segundos la puerta se abrió dejándome ver el torso desnudo de Zac. Suspiré negando porque sabía que lo que iba ha hacer iba a ser todo lo incorrecto. Pero sé, que Bea tenía razón y mi corazón no podía seguir haciendo lo erróneo.


-Hola nena.- Sonrió.

-Zac, tenemos que hablar.


Zac se hizo a un lado asintiendo. Entré y cerré los ojos con fuerza. Solo esperaba que no se lo tomara a mal y que todo saliera bien. Pero, sabía en el fondo que no iba a salir bien y que iba a perder a Zac para siempre.


-¿Qué pasa cariño? -Preguntó con su tono preocupado.


Le miré a los ojos y supe que realmente estaba preocupado.


-Tenemos que hablar.- Repetí mi frase anterior.

-Vale, ¿pero de qué?

-Zac, tenemos que terminar lo nuestro.


Los ojos de Zac se pusieron blancos asustándome por completo. ¿Lo había perdido ya? ¿Había hecho mal dejándolo?

~El misterio~ {Justin Bieber & tú}Where stories live. Discover now