Capítulo 85

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- Venga Rincón, te he visto correr más rápido.

- Corre tú conmigo.

- No, eso no.

- Venga, fue idea tuya venir a entrenar solos.

- No, mi idea fue salir juntos por Turín a dar una vuelta y tú decidiste venir aquí para entrenar.

- Pensando que lo harías conmigo.

- No voy a correr.

- Pues un uno contra uno.

- Estás fatal.

- Venga, será divertido.- me guiñó un ojo y yo reí, levantándome del banquillo y acercándome a él.- ¿Quién empieza?

- ¿Y cuáles son las porterías?

- Las normales.

- ¿Estás loco? Mira lo lejos que están.

- Así más divertido.

- Te voy a matar.

- Venga va, ponemos el balón en medio y quien llegue antes pues empieza el partido.

- ¿Cuándo acaba?

- Cuando marquemos cinco.

- Ganaras tú y lo sabes.

Él rió negando con la cabeza y empezó a trotar hacia su portería y yo hacia la mía, viéndole tan pequeño desde allí que casi ni podía diferenciarle con otra persona. Entonces le escuché gritar.

- ¡Una, dos y tres!

Y los dos empezamos a correr hacia el medio, donde nos esperaba el balón. Y como no, él llegó antes, haciendo que frenara y fuera a por él, intentando quitárselo. Por desgracia, él me regateó y no llegué a tiempo antes de que tirara a puerta y marcara.

- Me faltan cuatro.

- Te voy a...a matar.

Dije intentado respirar y él rió, volviendo a su portería. Ahora empezaba yo desde la portería, así que tendría que correr por todo el campo hasta llegar a él y ver si era capaz de marcar.

Respiré profundamente y me concentré, empezando a ir hacia su campo, trotando. Cuando pasé por el medio él fue saliendo de la portería y yo avancé el ritmo, sonriendo nerviosa al verle acercarse con intención de quitarme el balón.

Pero cuando estaba cerca, le engañé y al creer que iba por un lado me dejó un hueco parar tirar hacia portería y esperar a que el balón tocara la red. Cuando lo hizo, levanté mis brazos y grité victoriosa.

- Aún queda mucho eh.

- Sí, sí.

Le guiñé el ojo y fui hasta la portería, esperando a que empezara a venir. Y así toda la tarde hasta que, como dije al principio, él llegó antes a los cinco goles, quitándome el balón cuando yo estaba a punto de marcar el cuarto.

- Bien jugado.

- Estaba a punto.

- Una pena.- me sonrió y guiñó el ojo, ayudándome a levantarme del suelo.- ¿Vamos?

- ¿A dónde?

- A cualquier sitio, creo que por hoy basta.

- Gracias a Dios.

Él rió y fuimos juntos a dejar el balón, yéndonos de allí. Caminamos por Turín hasta llegar a un bar y allí pedir algo de beber, sentándonos en una de las mesas aunque Rincón a veces se tenía que levantar para las fotos.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now