Capítulo 52

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La alarma del reloj me despertó y al ver el día, no pude evitar sonreír. Me levanté corriendo de la cama y fui a desayunar mi tazón de cereales, como siempre, después corrí al baño a ducharme.

Me puse un jersey rojo junto a unos vaqueros y unos botines negros, recogiendo mi pelo en una coleta y bajando clase caleras de la misma forma que las subí, corriendo. Le mandé un mensaje a Pablo y fui recogiendo mis cosas en un bolso hasta oír el claxon de su coche fuera. Guardé las llaves y salí.

- ¿Lista?

- Listísima.

Le sonreí emocionada y él imitó el gesto, arrancando por fin. Fuimos por toda Turín hasta que llegamos a aquella casa y Pablo se bajó, como habíamos decidido.

Miré sin poder evitarlo por la ventanilla y entonces la puerta se abrió, apareciendo ella y hablando con mi hermano, que cuando ella desapareció él se giró a verme y a sonreírme. Entonces, allí salieron ellos, abrazándoles. Y yo no pude evitar salir del coche.

- ¡Mamá!

- ¡Príncipe, princesa!

Abrí mis brazos y salieron corriendo hacia mí sin despedirse de su padre, abrazándome con fuerza. Sonreí como hacía tiempo que no hacía, exactamente cuando Pedro estuvo aquí.

- Lo que os eché de menos.

- Creo que ya no sé hablar italiano, mamá.

- Certo che lo sai. (Claro que sabes.)- sonreí a Lucas despeinándole.

- ¡Mamma! (¡Mamá!)- gritó molesto y volviéndose a peinar.- Sì, è vero. (Sí, es verdad.)

Reí y les llené de besos, sobre todo a la pequeña Zoe. Y entonces oí un ladrido y al levantar mi mirada vi como Mia e hacía hueco de entre las piernas de Paulo, saliendo a saludarme.

Los niños le dejaron el suficiente espacio para que ella saltara y se pusiera de pie, apoyándose en mi y llenándome de lametones mientras que yo la acariciaba emocionada. Cuanto la echaba de menos.

- La familia al completo.- dijo Pablo acercándose a mí y yo sonreí.

- Aún no.- dije acordándome con nostalgia de Pedro.

- ¡Mia!- aquella chica, la novia de Paulo, la llamó mientras que él agarraba su mano.

- Venga, reina, ve con ellos.

Besé su hocico y pasé mi dedo por él como tanto le gustaba, después, volvió con la pareja. No les miré, tan solo abrí la puerta de coche y dejé que mis hijos pasaran adentro, una vez que lo hicieron, yo cerré la puerta del copiloto y me puse hablar con ellos, esperando que Pablo entrara.

- ¿Y ahora?

- Al aeropuerto.

- ¿Por qué?

- Porque tenemos una sorpresa, enanos.

- ¡Pablo!

- Oye, yo no soy tan enano.

- Claro que no, eres un poco menos enano.

Reí escuchando a mi hijo pelear con su tío en el camino al aeropuerto. Aparcamos y los niños dejaron sus mochilas dentro, saliendo del coche y Zoe dándome la mano.

Fuimos juntos hasta las sillas donde nos sentamos a esperar a que las puertas se abrieran y empezaran a salir gente. Y entonces oímos a Sofía reñir a los gemelos y Pablo y nos levantamos, haciendo que Lucas y Zoe nos imitaran.

- ¡Allí!

- ¡Sofi!

- ¡Chicos!

- ¡Zoe!

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now