Capítulo 2

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- So...Sofía.

- Dime.- me miró sonriendo y yo la miré a ella asustada.- ¿Pasa algo?

- Que...creo que he roto aguas.

Dante, Isabelle y Sofía me miraron asustados y después a mis ya mojados pantalones, afirmando lo que yo creía. Isabelle se ofreció a tener a Lucas en sus brazos y los cuatro empezamos a salir de allí, con Dante detrás de mí y llevando a Marco en sus brazos y yo la primera de esa fila que formamos para salir.

- Tú tranquila, respira, todo saldrá bien, no pasa nada.

- Dante, si te callas es mejor, de verdad.

- Perdón.

Me sonrió nervioso y por fin salimos a los pasillos del estadio, yendo ahora con más facilidad y rapidez hasta la salida y así llegar a la calle. Dante llamó a un taxi, porque el listo de la familia no se trajo el coche, y nos subimos los cuatro, teniendo a los niños sentados en las piernas y a mí en el medio de los asientos.

- Dame la mano.

Y se la di a mi hermano, apretándola sin mucha fuerza ya que las contracciones por ahora duraban poco y no eran fuertes. Llegamos al hospital y Sofía pagó al taxista, saliendo la última del vehículo.

- Llamaré a mamá y papá.

- Yo le mandaré un mensaje a Paulo.

- Y yo me quedaré contigo.

Sonreí a los tres y Sofía y Dante salieron de la habitación donde me tenían a la espera de que fuera una necesidad de verdad ir al paritorio. Isabelle se quedó en todo momento conmigo y con los niños, sentando a Lucas en la silla y teniendo en sus brazos a los gemelos.

- ¿Estás bien?

- Esto empeora, ¿Cuánto quedaría para que terminara el partido?

- Diez minutos.

Dijo después de mirar el reloj y yo me angustié pensando que Paulo no llegaría, de nuevo, a ver el nacimiento de su hijo o hija. Me aferré a las sábanas y me senté en la cama con las piernas dobladas, aguantando la contracción que acababa de empezar.

Dante entró junto a la matrona, que ya había estado aquí dos veces antes y que siempre decía lo mismo, aún no. Suspiré y Sofía entró, quitándome el sudor y teniendo a uno de sus hijos en sus brazos.

- Venga, Gio, podrás con esto una vez más.

- Pero quiero que esté aquí Paulo, se lo merece después de tanto tiempo, después de no ver a Lucas recién nacido.

- Está bien, tú tranquila que llegará.

Dante se sentó a la orilla de la cama y acarició mi mejilla antes de darme un pequeño beso en ella. El tiempo pasó y los únicos que llegaron fueron mis padres, mientras que el parto por más que fuera el segundo no avanzaba.

- ¡Sí!- abrí mis ojos y dejé de apretar mi mandíbula conteniendo el dolor y miré, como todos, a Sofía.- ¡Paulo y Griezmann ya vienen para acá!

- Vamos cariño, aguanta.

- Vengo a revisar una vez más.

Todos miramos a la matrona cuando entró y después a nosotros, sabiendo que sería la última vez que nos visitaría. Y en efecto, mala suerte la mía que ya venía el enfermero a llevarme al paritorio.

- ¿Quién entra contigo?

- Quiero que lo haga Paulo.

- ¿Estás segura de que llegará?

- Sí, papá, lo estoy.

- En ese caso, ve sola.

- Esperemos que no te equivoques, hija.

Suspiré acariciando la mano de mi madre y el enfermero vino a quitar los seguros de la camilla y a llevarme al paritorio con la esperanza de que mi marido llegara a tiempo, al menos para verla recién nacida.

- ¿Lista?

- Sí.

Dije una vez que colocaron la camilla según más cómoda estaba y esperamos, yo respirando y calmando mis nervios, a la siguiente contracción. Y cuando esta llegó, tuve que pujar con todas las fuerzas y ganas de ver nacer a mi bebé.

- Una vez más, esto será un parto rápido, Giovanna.

Y sentía dos mezclas de sentimiento, sentía alegría porque lo vería pronto y lástima porque Paulo no estaba aquí. Pero entonces, la puerta se abrió y apareció él, sudando y con la equipación aún puesta debajo de la ropa que debía ponerse para estar aquí.

- Gio, el bebé.

- Paulo...

Sonreí y agarró mi mano, apretándola con fuerza y besándola. Di un último respiro y en cuanto sentí aquellos dolorosos calambres, volví a pujar esta vez con más fuerza y ganas. Oyendo al final el llanto de un bebé, de mi bebé.

Abrí mis ojos al sentir un cuerpo caliente en mi tripa que no pude mirar detenidamente porque se lo llevaron. Miré a Paulo, que hizo lo mismo con un brillo especial en sus ojos que solo vi cuando nos casamos y cuando Lucas tocó por primera vez el balón.

- Aquí tienen a su hija.

- ¿Hija?

- Es una niña.

Alcé las cejas mirando a la pequeña de la familia lloriquear hasta llegar a mi pecho. Una niña, una hermana para Lucas. Miré de nuevo a Paulo y pude notar en sus ojos lágrimas escondidas allí, así que no pude evitar reírme.

- ¿Qué?

- Estás llorando.

- ¿Cómo no hacerlo? ¿La has visto? Una niña...tan preciosa como su madre.

Sonreí aún más juntando por unos segundos nuestros labios y volviendo nuestras miradas a la nueva de la familia. Era pequeña, más que Lucas cuando nació y tenía bastante pelo. Mientras que yo acariciaba su mejilla, Paulo tenía su dedo agarrado por su pequeña mano.

- ¿Cómo la llamaremos?

- Zoe, Zoe Dybala.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now