Capítulo 61

475 22 0
                                    

- ¡Mamá!

- ¡Príncipe!

- Y nunca mejor dicho.- dijo Pedro con su mano en mi hombro.

- ¿Me viste?- preguntó mientras le abrazaba.

- Claro que te vi, lo hiciste genial.

- ¿De verdad?

- Claro, enano.- se abrazó con Pablo y con Stella.

- La próxima vez haz de Shakespeare.- dijo Marco y se abrazaron riendo.

- ¿Tú como me viste, Pedro?

- Te vi genial, fuiste el mejor.

- ¿De verdad?

- Sí.- se sonrieron y abrazaron.- Tu madre está muy orgullosa y nosotros también.

- Gracias.- Lucas le sonrió y me miró.- ¿Viste a papá y a Zoe?

- Yo...- les busqué con la mirada entre toda la gente, pero no les encontré.- ¿Quién te ha traído?

- Abuela.

- ¿Abuela? Vale pues...

- ¡Lucas!- nos giramos y la vimos de la mano de Zoe.- ¡Lo hiciste genial!

- ¡Abuela!- fue corriendo a abrazarla.

- Lo hiciste muy bien.- dijo Zoe y él la sonrió antes de abrazarla y hacerme sonreír a mí.

- Alicia.

- Gio, que alta estás.

- Gracias, hace mucho que no nos vemos.

- Mucho.- sonrió y miró a los demás.-Hola a todos.

- Alicia, él es Marco, ¿Te acuerdas?

- Claro, de la boda.

- Sí...y él es Pedro.

- Oh, Pedro.

- Encantado.- se dieron dos besos y ella me miró confundida.

- Es mi pareja.

- Oh...vaya, pues...felicidades, supongo.

- Gracias.- respondió él, mirándome como si no hubiese querido que se lo contara.

- Alicia, ¿Podemos hablar?

- Sí, claro.- nos alejamos un poco de ellos.- ¿Qué pasa?

- ¿Viste a Paulo?

- Él no pudo venir.

- ¿Qué?

- Tenía entrenamiento y...

- ¿Qué tenía entrenamiento?- resoplé.- ¿Dónde está?

- Ahora mismo supongo que en Vinovo.

- Está bien, si no tienen con quien ir a casa Pablo les llevará.

- Va...

No terminó la palabra porque ya salí corriendo de allí, dejando a todos. Salí del colegio y llamé a un taxi, subiéndome a él. Le dije la dirección y cuando arrancó, la puerta se abrió y entró.

- Pedro.

- ¿A dónde se supone que vas?

- A Vinovo.

- ¿Vinovo? ¿Allí no entrena Paulo?

- Sí.

- ¿Por qué vas allí?

- Porque no ha venido.

- ¿No vino?

- ¡No! ¡Como siempre prefirió entrenar!

- Gio.

- ¿Qué? Tú sabes que lo dejé por eso y ya veo que no ha cambiado.

- ¿Y qué?

- ¿Cómo que y qué? No se trata de mí, se trata de su hijo.

- Gio, cálmate.

- Ni de broma, hace días me dijo que él no tenía la culpa y me hizo pensar que tal vez cambió y ya no piensa solo en el fútbol, que también cuidaba de su familia, pero ya veo que no.

- Si él no fuera así, ¿Cambiaría algo?

- ¿Cómo que si cambiaría algo?

- Siamo arrivati. (Ya hemos llegado.)

Desvié mi mirada de Pedro al taxista y rápidamente le pagué, saliendo del coche a paso rápido sin hacer caso a las palabras de Pedro.

Llegué hasta la puerta y ya allí pedí que me dejaran pasar, dando mi nombre y demás datos para que vieran que era la Giovanna que ellos conocían.

Corrí por los pasillos con Pedro detrás de mí y llegué por fin a la puerta que daba al campo, la abrí y les vi entrenando. Higuaín no tardó en darse cuenta de que estaba allí y fue a decírselo a Paulo, que me miró extrañado y pidió a Allegri ausentarse un momento.

- ¿Gio? ¿Qué haces vos acá?

- ¿Cómo que qué hago aquí? ¿De verdad me preguntas eso?

- ¿Pasó algo?- Paulo nos miró a Pedro y a mí algo confundido.

- ¿Qué si pasó algo? ¡Claro que pasó!

- Gio, te están oyendo todos.

- No me importa, así todos verán que no ha cambiado.

- ¿De qué estás hablando?

- De que no fuiste a ver a tu hijo actuar, ¿De verdad, Paulo? ¿De verdad?

- ¿Es por eso? Mañana tengo partido y tengo que entrenar, seguro que Lucas lo entiende.

- ¿Qué lo entiende? ¡Es un niño, Paulo! ¡Un niño que necesita a su padre pase lo que pase!

- Ah, que no estoy con él.- dijo con ironía y a continuación se rió levemente.- Creo que lo cuido lo bastante como para que no me reproches nada.

- ¿Lo cuidas?

- Tiene todas las comodidades que él quiere y le doy más de lo que necesita, ¿Te parece poco?

- Claro que me parece poco, él no necesita nada de eso, necesita que su padre le demuestre que le quiere.

- Le quiero.

- Pues ya veo como lo demuestras, ignorando algo que le hace feliz.

- Vos que sabes que le hace feliz.

- ¿Qué no lo sé? Lo sé mejor que tú.

- Gio.- Pedro intentó calmarme pero tenía los nervios de punta.

- ¿Tan difícil es demostrar el amor que le tienes?

- ¿De qué me hablas ahora?

- ¡De que no sabes amar, Paulo!- algunos del entrenamiento nos miraron, sobre todo los que nos entendían.

- ¿Cómo podés decir eso?

- Porque también decías que nos querías antes de que me marchara y ya quedó demostrado que no y una vez más te has retratado, Paulo Dybala. Nunca pensé que serías así, nunca.

- Si te sirve de consuelo jamás pensé que pensarías así de mí.

- Más te vale cambiar Dybala, porque si no cambiaré yo y no seré quien fui contigo.

Le dirigí una última mirada llena de rabia, de rencor, y me marché de allí a paso rápido y con la respiración entre cortada por todo lo que pasaba por mi cabeza ahora mismo.

Tan llena de rabia estaba que no vi a Alessia y me tropecé con ella, pidiendo perdón y siguiendo mi camino hacia afuera del estadio.

No sabía si Pedro estaba detrás de mí, tampoco me importaba, simplemente seguí caminando hasta llegar a un banco no muy lejos de allí. Me apoyé en el respaldo e intenté calmarme sin derramar ninguna lágrima por aquel hombre con el que me casé y que jamás pensé que sería así.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now