Capítulo 51

537 30 3
                                    

- ¿Ahora qué?

- A la cafetería, por supuesto.

Sonreí a Rincón y asentí, dejando que agarrara mi mano para irnos juntos mientras los jugadores desaparecían del campo y se iban al vestuario.

Al principio me sentí algo incómoda, ya que, aunque se tropezara, Dybala no quitó su mirada de mí. Después, y en parte gracias a Rincón que me mantuvo abrazada todo el rato, me sentí de verdad como en casa.

Me senté junto a él en una de las mesas y nos pedimos dos Coca- Colas, esperando a los jugadores que seguramente se acercarían por aquí, como antes. Y no tardaron en hacerlo uno a uno.

- Gio.

- Ciao, Pjanic.

- ¿Come stai? (¿Cómo estás?)

- Bene, ¿E tu? (Bien, ¿Y tú?)

- Bene, bene. (Bien, bien.)- me sonrió y abrazó antes de sentarse junto a nosotros.

- ¿Cosa stai facendo qui? (¿Qué hacéis aquí?)- preguntó Buffon apareciendo junto a Costa, Barzagli y Chiellini, cada uno saludándonos con un abrazo.

- Non ci siamo allenati e volevamo venire a vederti. (No teníamos entrenamiento y quisimos venir a veros.)

- ¿Allora? (¿Así?)

- Sì, è così che ci siamo sentiti a casa. (Sí, así nos sentimos como en casa.)

- ¿E come mi hanno visto? Ottimo, ¿Vero? (¿Y cómo me habéis visto? Genial, ¿Verdad?)

- Sempre tu. (Siempre tú.)- sonreí a Mario, que junto a Rugani y Marchisio, se unió a nosotros.

Comenzamos a hablar de cómo nos iba a cada uno en nuestros equipos, uniéndose a nuestra conversación Alex Sandro, Lichsteiner, Khedira, etc. Hasta que por fin aparecieron ellos, Higuaín, Paulo y Cuadrado.

- Ciao a tutti. (Hola a todos.)- saludó sonriente Higuaín, acercando una silla a mi lado, sentándose y dándome un beso en la mejilla.- ¿Come stai? (¿Cómo estáis?)

- Bene. (Bien.)

Le sonreí algo nerviosa y él pasó su brazo por mis hombros, abrazándome mientras que Cuadrado y Paulo se hacían sitio en la mesa. Ya estábamos todos.

Estuvimos un rato más hablando, sobre todo ellos, aunque yo a veces interrumpía en las conversaciones. Pero el que menos hablaba era él, que no quitaba su mirada de mí, poniéndome más nerviosa que antes.

- Bene, penso che sia ora di andarsene, ¿Vero Gio? (Bueno, yo creo que es hora de irnos, ¿No, Gio?)

- Sì, devo occuparmi di Copito. (Sí, tengo que cuidar de Copito.)

- ¿Copito? (¿Copito?)- preguntó Costa.

- Il gatto di suo fratello. (El gato de su hermano.)

- ¿Tuo fratello ha un gatto? (¿Tu hermano tiene un gato?)

- Sì, il più vecchio. (Sí, el mayor.)

- Con Stella, ¿Giusto? (Con Stella ¿No?)

- Sì. (Sí.)

- Bene, andiamo, arrivederci a tutti. (Bueno, vámonos, adiós a todos.)

- Arrivederci. (Adiós.)

Todos se despidieron a la vez y me levanté, junto a Rincón, de la silla y comenzamos a andar hacia la salida, yo detrás de él. Pero entonces, sentí un tirón en mi brazo que me llevó hacia atrás.

- ¿Cosa...? (¿Qué...?)- iba a hablar, pero al verle las palabras se amontonaron en mi boca.

- El que tiene que preguntar aquí soy yo.

- ¿Gio?- giré mi cabeza y Rincón nos miraba con una ceja levantada, supongo que intentando protegerme sabiendo lo que pienso de todo esto.

- Espérame en el coche.

Él asintió y siguió su camino, no muy convencido de dejarme sola con él. Pero tampoco estaba sola, los demás estaban a pocos metros de nosotros aunque eso fue lo que quiso evitar él, llevándome un poco más lejos e l cafetería para hablar sin interrupciones.

- ¿Qué pasa?

- ¿Cómo que qué pasa? Eso debería preguntarlo yo.

- ¿Tú? Me estoy perdiendo.

- Ya lo veo, ¿Qué haces aquí?

- Ya lo dije, vine a veros entrenar.

- ¿Y por qué ahora?

- Rincón iba a venir y me preguntó ssi quería, me convenció y vine.

- Te convenció.

- Sí, no creas que quiero verte.

- Si no quieres verme no se qué haces acá.

- No voy a parar mi mundo por ti.

- Eso me lo dejaste claro.

- Ya, pues creo que debería repetírtelo. Que no quiera verte no significa que no pueda venir a ver a los demás.

- Pensaba que sí.

- Piensas mal, mi vida no va a depender de si tú estás en un sitio o no.

- Ni la mía.

- Genial, ¿Puedo irme ya?

- No.- levanté una ceja, esperaba que me dijera que sí. En cambio, recibí un seco no que cambió todo su enfado por un rostro más relajado.- No te vayas aún.

- ¿Qué quieres, Paulo?

- Quiero saber por qué no me hablaste cuando volviste.

- Porque no cambiaría nada.

- Eso lo sé.

- ¿Entonces?

- Era por...por la custodia de Lucas y Zoe, habrá que cambiarla, ¿No?- en ese momento me acordé de lo que me dijo en aquel evento Higuaín, que hablaría con él sobre esto. Parece que lo hizo.

- Claro, pero en otro momento, ¿No crees?

- Será mejor ahora.

- ¿Por qué?

- Porque ninguno de los dos queremos vernos, ¿Por qué molestarnos más de lo que vos me molestás y yo a ti?- aquella fue la respuesta más fría y dolorosa que yo recuerde.

- Bueno...

- He pensado que yo los lunes, martes y miércoles y vos los otros días de la semana, ¿Qué me decís?

- Que está muy bien calculado.

- Pues ya está...ya podés marcharte.

- Está...bien.

Entre lo sorprendida que estaba de tenerle tan cerca y de que me hubiese parado cuando me estaba yendo, no me di cuenta que en mitad de la conversación su mano fue cayendo hasta acabar agarrando la mía.

Me solté de él lentamente, porque una parte muy dentro de mí e decía que no le soltara, pero la otra me decía que debía irme y yo le hice caso a esa. No me despedí ni nada, simplemente me di la vuelta y con la cabeza firme marché de allí, entrando en el coche de Rincón.

- ¿Qué pasó?

- Sólo hablamos de la custodia de los niños.

- ¿Y?

- De viernes a domingo les tendré yo.

- Genial, sólo dos días más y vuelven contigo. Pero yo me refería a que de que más hablaron.

- Ah.- reí algo nerviosa y me puse el cinturón.- Nada importante, nos dijimos mutuamente que ya no queríamos vernos.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz