Capítulo 7

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- ¿Dónde vamos?

- Es sorpresa, campeón.

Sonreí a Lucas y le despeiné el pelo antes de empezar a vestirle, mientras, abajo estaba Paulo con Zoe. Lo bajé de la cama cuando ya estaba vestido y bajé cuento a él, viendo al que era mi marido con mi hija en brazos.

- Ya estamos listos.

- Bien, toma.

Me pasó a Zoe y fue él ahora quién tenía a Lucas subido a sus hombros. Tomé la mochila de Zoe, colgándomela a los hombros y después le puse la correa a Mia, saliendo todos de casa y subiendo al coche de Paulo.

Hoy era el cumpleaños de Lucas y lo celebraríamos donde siempre, en la casa de mis abuelos como cuando cumplió su primer año, pero esta vez con su padre y más familia, además de una nueva hermana con ya 4 meses.

Llegamos por fin, encontrándonos las puertas abiertas a la espera de las visitas, aunque ya estaban allí el coche de mi hermano y de Marco. Aparcó entre medias de ellos dos y bajamos primero él y yo, quitando yo de su asiento a Zoe y él a Lucas.

- Mira, el cumpleañero.

- ¿Cumpleaños?

- Claro cariño, dos años.

Me sonrió ilusionado, el pobre no sabía que hoy era su día. Marco le abrazó y fue de la mano junto a él al porche con nosotros detrás. Mis abuelos le llenaron de besos y abrazos, dejando un poco para mis padres y demás familia.

- E piccola Zoe. (Y la pequeña Zoe.)

Dijo mi abuelo mientras se la dejaba y la abrazaba con menos fuerza. Saludé a todos y después ellos a Paulo, sentándome junto a ellos en el porche aunque hiciera algo de frío ya porque se acababa el verano.

La familia de Paulo no tardó en llegar y en unirse en la nuestra, sentándose con nosotros a la gran comida colectiva en aquellas mesas unidas y sillas para cada uno.

Como no podía ser, mi abuelo sin darse cuenta preguntó a Paulo por la Champions perdida, sí, perdieron la Champions aunque consiguieron, antes de que naciera Zoe, el scudetto.

Después de todo, los subí a la habitación de invitados que tenían mis abuelos, donde yo solía dormir de pequeña, y allí los acosté tanto a Lucas como a Zoe, durmiendo a la siesta. Y cuando bajé al salón, Paulo estaba a punto de hacer lo mismo tumbado en el sofá.

- Eh tú, te vas a dormir.

- Si me llamas, no creo que pueda.- reí y me agaché a su altura.- ¿Qué tal están?

- Dormidos, ¿Y tú?

- ¿Yo qué?

- Con lo de antes.

- ¿La Champions? Ya te dije que lo superé.

- ¿Seguro?

- Sí, tal vez no haya ganado una Champions pero me gané unas vacaciones en Argentina con mi familia.

Sonreí y me acerqué más a él para besarle, aunque como siempre mi hermano mayor fastidiaba el momento con una tos falsa y fuerte.

- Pesado.

- A ver, que están casados pero tú sigues siendo mi hermana.

- Pues no mires.

Frunció el ceño y le sonreí, escuchando la risa de Paulo. Para fastidiarle aún más, no dudé en besarle de nuevo, pillándoles por sorpresa a los dos y oyendo de fondo a mi hermano maldecir al aire, yéndose. Nos separamos y sonriendo, terminamos riendo.

- Vos y él.

- Siempre molestando al otro.

Acarició mi mejilla y se levantó, poniéndome yo también de pie y saliendo afuera con los demás. Estuvimos hablando hasta que los niños se despertaron y por supuesto, Lucas quería meterse en la piscina por mucho que hiciera frío y que no supiera nadar, así que yo le acompañé.

Lo mantuve siempre abrazada a mí aunque tuviera manguitos, siempre dudaba de si estaría lo suficientemente fuera de peligro incluso con eso. Salimos por fin de la piscina y lo sequé, sentándolo en mis piernas estiradas, estando yo sentada en la toalla y apoyada con las manos. Después, se fue a jugar con Mia y Paulo vino a ayudarme a levantarme.

- Te ayudo.

Me extendió la mano y yo se la di, levantándome y cuando iba a dar el primer paso, me tomó por la cintura, me levantó sin dejarme tocar el suelo y me tiró de nuevo a la piscina. Saqué la cabeza del agua y le miré desde abajo, riéndose junto a mis dos hermanos mientras que su madre le regañaba.

- Idiota, dame la mano.

- A no, que me caes a mí, boluda.

- ¿Qué te voy a caer? Ven que te de un abrazo.

Me miró asustado mientras que salía de la piscina y me acercaba a él a paso rápido antes de que se vaya. No llegó a escaparse y toda mojada le abracé con fuerza, corriendo después a la piscina y cuando quiso frenar ya había saltado con él hacia el agua.

- ¡Me mojaste!

- ¿No me digas? No me di cuenta.

- Parecéis vuestros hijos.

- No, creo que son más maduros que ellos dos.

- ¿Así?

Sonreí a mi hermano, que me miró confundido pero cerró los ojos al sentir el agua tocarle porque le salpique, aunque acabé con la cabeza bajo el agua por Paulo, que se vengaba de mí.

- Ay si no te quisiera...

Él rió ya fuera de la piscina y no pude evitar sonreír viendo su camiseta blanca hacerse tranparente y pegarse a su piel por el agua. Nos secamos, aunque él seguí algo mojado, y fui con Lucas en el suelo y con Zoe en mis brazos por el olivar de mis abuelos, viendo a mi hijo divertirse y a mi hija querer irse con él.

Volvimos cuando anochecía y cenamos todos juntos, dándole al final los regalos. Nuestro regalo fue una bicicleta pequeña, claro, que le encantó. Quiso utilizarla con ayuda de nosotros y no se le daba mal, aunque era más difícil por las piedras que había, así que volvimos para cantarle el feliz cumpleaños y comer la tarta.

Cuando se hizo tarde, nos despedimos de todos y subimos al coche, saliendo detrás del coche de mi hermano mayor y Stella. Volvimos con los dos dormidos, así que con cuidado quitamos sus cinturones y los llevamos a la cama, cambiándoles yo la ropa mientras Paulo sacaba las cosas del coche.

- ¿Ya estás dormidos?

- Lucas en su habitación, Mia en la suya y por supuesto, Zoe en la nuestra.

- Nuestros enanos...

Reí y se sentó junto a mí en el sofá, pasando su brazo por mis hombros y acercándome a él para besarle antes de quedarnos abrazados y en silencio. Mañana cuando despierte, él seguramente estaría en el entrenamiento, así que me quedé junto a él sin replicar hasta cansarnos y querer ir a dormir.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें