Capítulo 33

540 24 0
                                    

- ¿Irás hoy con ellos a la casa de él?

- Que va, irá papá, como siempre.

- Podrías ir tú.

- Yo ya no tengo porque verle por mucho que sea el padre de mis hijos.

- Ya, ya, lo veía en los cumpleaños.

- No tenía dinero, Pablo.

- Sabes que lo entiendo, no te pongas a la defensiva.- me guiñó el ojo y reí levemente.

- ¿Tú lo has visto?

- Tan solo en partidos de fútbol, aunque no lo veo todos.

- ¿Y a los demás? Ya sabes, Higuaín, Mario...

- Igual que a él.

- Ya...así que los D'Angelo han cortado toda relación con los Dybala y la Juventus.

- Esto parece una novela.- dijo riendo y sonreí.- ¿Qué tal con Pedro?

- Genial, por ahora no hay peleas, tan solo las mismas que teníamos cuando éramos solo amigos.

- A ver si este nos sale bien.

Al oírle le di una colleja, haciendo que se tocara dolorido en la nuca y yo me tapé la boca. Ni él ni yo nos esperábamos esta reacción. Entonces, levantó su mirada y me abrazó con fuerza, después, al separarnos, me sonrió.

- No sabes cuánto te echaba de menos, hermanita.

Le sonreí de vuelta y volvimos a abrazarnos hasta que oímos como Zoe y Lucas empezaban unas de sus peleas, esta vez silenciadas por sus abuelos italianos, ya que estábamos en su casa.

Dejé de hablar con Pablo para estar con Stella hasta que llegó la hora de volver a la casa de Pablo. Me despedí de Lucas, Zoe, de la pareja y de mi padre. Quedándome a solas con mis abuelos.

Y pude pensar sobre lo que pasará ahora. Había dejado mi fastidioso trabajo en España y había anulado las matrículas de Lucas y Zoe allí, dejando que ya solo podían estar en Italia. Pedro y yo nos repartiríamos los viajes para vernos, además de video llamadas.

Pero ahora debía de hacer otra cosa. Me despedí de mis abuelos y llamé a un taxi, que me llevó hasta la ciudad, exactamente hacia el hospital. Pagué y me bajé.

Entonces, empecé a andar hasta entrar en el edificio pintado de blanco y fui por los pasillos hasta la sala de enfermeros, toqué la puerta y abrí, viéndola totalmente vacía. Me entré y me senté en una de las sillas a esperar, dejando mis pies en la mesa como solía hacer antes y chateando con Pedro. Hasta que se oyeron risas y se abrió la puerta.

- ¡¿Gio?!

- ¡Luka, Julia!

Me levanté de la silla de golpe y dejé el móvil en la mesa. Ellos sorprendidos y yo sonriendo, los tres en silencio y observándonos. El pelirrojo de Julia me parecía más oscuro y Luka me parecía que estaba más delgado y alto que la última vez.

Hasta que por fin reaccionaron y corrieron hacia mí, abrazándome con tanto fuerza que dejé de tocar el suelo entre risas. Me bajaron por fin y no pudimos dejar de sonreír.

- ¿Cosa stai facendo qui? (¿Qué estás haciendo aquí?)

- Sono venuto per restare e vivere, per Lucas e Zoe. (Vine a quedarme a vivir, por Lucas y Zoe.)

- ¿Davvero? (¿De verdad?)

- Sì (Sí.).- nos volvimos a abrazar.- Mi manca questa stanza, l'italiano e tu. (Echaba de menos esta sala, el italiano y a vosotros.)

- Ci manchi anche tu, le feste non sono le stesse. (Nosotros también te echamos de menos, las fiestas no eran lo mismo.)- dijo Luka sonriendo y los tres reímos.

Nos sentamos a hablar sobre nuestras vidas en estos años y me contaron que ellos sí vieron en varias ocasiones a Paulo y a los niños, no porque les hubiera pasado algo, sino porque les veían por la calle. Menos a Paulo, que poco a poco ya no se veían tanto, no como al principio.

Le dejé trabajar y volví a pedir un taxi, yendo esta vez a su casa. Volví a pagar al conductor y llamé al telefonillo, diciendo que era Julia y se lo creyó. Subí por el ascensor y me encontré su puerta entreabierta. La empujé despacio y miles de recuerdo se abalanzaron hacia mí. Como la última vez que estuve aquí.

- ¿Julia? Estoy cocinando.

Cerré la puerta y fui hasta la de la cocina, asomándome por el marco y mirándole con atención. Tenía el pelo más largo y se le veía bastante concentrado en su cocina. Hasta que se giró a ver a "Julia".

- Gio...

Sonreí lentamente y él dejó caer lo que tenía en las manos, desatendiendo la cocina. Me miró sorprendido unos segundos hasta que sonrió y vino corriendo hacia donde estaba yo esperándole con los brazos abiertos.

Me levantó del suelo tal y como hicieron Julia y Luka, con una excepción, que Marco me daba vueltas mientras estaba en su brazos, riendo como una loca. Me bajó y me miró como si estuviera viendo un ángel. Entonces empezó a llenar mi mejilla de besos, haciéndome reír aún más.

- ¡Dios, dios, dios! ¡Cuánto te eché de menos!

- ¡Y yo, idiota, y yo!

- ¿Y por qué no venías? Bueno, perdona por esta estúpida pregunta.

- ¿Ves como eres idiota?

Dije riendo y él me acercó para dejarme besos en la cabeza, abrazándome. Ahora sí que estoy en Italia, en mi hogar.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now