Capítulo 64

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Me senté en el sofá y encendí la televisión, poniendo cualquier canal ya que tan solo lo usaría como sonido de fondo mientras veía mis redes sociales. Hasta que al mismo momento me llegó un mensaje de Marco y una llamada de Pedro.

- Hola.

- Buenos días, ¿Qué tal todo en Italia?

- Bien, normal, ¿Y por España?

- También bien, estoy bastante tiempo con tus padres.

- ¿Así? ¿Y cómo están?

- Bien, queriendo verte.

- Ya bueno, tendrán que esperar.

- Sí.- después de esa palabra hubo un silencio.

- ¿Me llamabas para algo?- pregunté intentando romper el silencio.

- No, nada, estaba a punto de irme a trabajar y quería escucharte.

- Oh, que mono mi Pedrito.- oí su risa y por fin sonreí.

- Gracias, gracias, me llenas de orgullo Giovanna.

A partir de ahí fue un poco más fácil seguir una conversación y estuvimos varios minutos hasta que se tenía que subir al coche e irse o llegaría tarde, me despedí de él y vi el mensaje de Marco, llamándole.

- Hola, soy Gio.

- ¿Viste mi mensaje?

- Sí.

- ¿Y qué? ¿Aceptas?

- Acepto, tendré que ir con alguien si no quiero morirme.

- ¡Bien! Aunque ya te dije que podía ir Pedro.

- Él está mejor en España.

- Vale... ¿Me perdí algo?

- No, nada, ¿Qué pasa?

- Nada, nada, me pareció otra cosa.

- ¿El qué?

- Que no querías verle.

- Ah no, no, me refería a que no le haré viajar para esto, ya sabes.

- Está bien, por cierto, mañana vamos a salir.

- ¿Quiénes?

- Julia, Luka y yo, ¿Te unes?

- Vale, pero sin fiesta eh, que estarán Lucas y Zoe.

- Vale, vale, sin fiesta, ya les aviso.

- Está bien, me tengo que ir al entrenamiento, ciao.

- Ciao bella mia.

Reí y terminé la llamada, guardando el móvil y levantándome del sofá. Fui a ponerme la chaqueta y salí de casa poniéndome el casco de la Vespa, me subí a ella y me fui al entrenamiento.

- Ciao.

Saludé a Amodeo y Francesca y me senté a hablar con ellos hasta que los jugadores nos interrumpían y al final tuve que irme al campo a acompañar a uno de ellos, que se torció el tobillo aunque no era grave y podría seguir con el entrenamiento.

- Addio.- me despedí de él cuando llegamos y me senté un momento en el banquillo, sonriendo mientras les veía correr.

- ¿Qué haces aquí?

- ¿Y tú? ¿No deberías estar entrenando?

- Sí, pero te vi.

- Vine a acompañar a tu amigo.

- Higuaín me habló.

- ¿De qué?

- De que vas a ir a felicitar a los sobrinos de Paulo, ¿Es verdad?

- Algo así, Marco me dio una charla diciendo que éramos familia y aunque yo lo negué en ese momento, luego me di cuenta de que no tenía razón.

- Así que... ¿Todo bien?

- Bueno, algo así.

- ¿Por qué siento que algo ha cambiado?

- ¿Qué te parece si hablamos luego, cuando termine el entrenamiento?- pregunté mientras le dejaba de mirar y miraba al entrenador, que nos observaba de lejos.

- Está bien, luego nos vemos.

- Chao.

Él volvió con el grupo y yo me levanté, yendo de vuelta a la enfermería y sentándome en mi sitio hasta que terminó el entrenamiento. Entonces, fui a la cafetería a encontrarme con Rincón.

- Bueno, ¿Qué ha pasado?

- Hablé con mi abuelo y me quedó claro que pase lo que pase, Paulo siempre será alguien en mi vida.

- El padre de tus hijos, ¿No?

- Y más, Rincón.

- Entonces, ¿Pedro?

- Pedro es Pedro y Paulo es Paulo, son distintos y les quiero de forma distinta.

- Así que quieres a Paulo.- me sonrió y yo reí levemente.

- No de esa manera, Rincón, a lo que me refiero es que siempre habrá algo entre nosotros no resuelto, pero yo quiero a Pedro.

- Bueno, al menos es un avance, antes tan solo querías matarle.

- Ya, ya, a veces sigo queriendo hacerlo.

- Sobre todo con lo de Lucas.

- ¿Quién te lo contó?

- Higuaín, lo escuchó todo.

- Ya...

- Nunca pensé que Paulo sería así.

- Ni yo, por eso terminamos de esta forma.

- Ya...Gio.

- Dime.

- ¿Puedo decirte algo?

- Sí, claro, dime.- sonreí y cuando él abrió la boca para hablar, mi móvil sonó. Era Pablo.- Un segundo.

- Sí, claro.

- Dime, Pablo.

- Estamos en frente de tu casa, ¿Dónde estás?

- Espera, espera, ¿Qué hacéis allí?

- Veníamos a recogerte para que vinieras con nosotros a comer.

- ¿Y no me avisasteis?

- Se nos olvidó.

- Dios, estoy en el entrenamiento, ya voy.

- Te esperamos.- terminó la llamada y guardé el móvil, mirando Rincón.

- Me tengo que ir, dime lo que tengas que decirme otro día.

- Espero no olvidarme.- sonrió y yo hice lo mismo, abrazándole y levantándome del asiento.

Me subí a la Vespa y fui hacia mi casa, donde estaba el coche de Pablo aparcado en frente. Dejé la Vespa en el garaje y subí a su coche, saludándoles a los dos y hablando con ellos hasta llegar a un restaurante.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now