- Bueno días.
- ¿Estabas despierta toda la noche?
- Algo así.
- Se nota, déjamela a mí.
Le dejé tener y calmar a Zoe, descansando de ella y de mi trabajo de madre. Me tumbé en el sofá y cerré los ojos, que luego se abrieron porque Mia aullaba y lamía mi cara.
- ¿Qué te pasa a ti?
Agitó su cola y miré el reloj, era hora de sacarla. Resoplé pasando mis manos por la cara y levantándome sin fuerzas del sofá fui a la habitación, yendo después a la ducha y cambiándome de ropa con el conjunto que acababa de elegir. Fui a la cocina y desayuné lo más rápido que pude antes de ponerle su correa, que era pequeña porque si la dejaba muy suelta a la mordía y se hacía daño o corría más de lo debido.
- Me voy.
- Puedo ir yo, Gio, tú puedes quedarte aquí a...
- Tú tienes que entrenar, así que vete preparando que llegaré antes de que te vayas y de que la pequeña me eche de menos.
Me miró serio, no muy convencido de dejarme ir con este aspecto de necesitar dormir. Pero aún así me fui, llevando a Mia hasta un parque solitario, lleno de árboles y hierba y ancho. Ahí la solté y empezó a correr como loca, trayéndome palos y revolcándose en la hierba como si su vida dependiera de ello.
Reí sentándome en el suelo y ella se acercó a subirse encima de mí, haciéndome reír aún más. Después saqué un juguete hecho de cuerdas unidas en un nudo en el medio, se lo enseñé y se agachó con sus dos patas de delante estiradas. Sonreí y se lo tiré lejos, yendo corriendo nada más hacerlo volar.
Vino hacia mí y lo agarré aún en su boca, tirando de él hacia atrás y ella también, negándose a soltarlo. Hasta que lo hizo y volví a tirárselo, repitiendo el proceso varias veces hasta jugar ahora con una pelota de tenis y hacerla saltar al botarla en un punto del suelo, capturando la pelota en el aire algunas veces.
El tiempo se pasó y guardé sus juguetes antes de volver a atarla con la correa y llevarla hasta casa. Allí la solté y la dejé jugar con sus juguetes mientras Paulo salía de la cocina ya vestido.
- Al final has venido antes.
- ¿Y Zoe?
- Dormida.- me sonrió y abrazó por la cintura.- Descansa.
- Tengo que levantar a Lucas.
- Y tienes que descansar, porque lo hagas un poco el mundo no se caerá.
- Pero...
- Descansa, yo ya me marchó.
- Está bien.
Me sonrió y besó antes de abrir la puerta de nuevo e irse. Miré la puerta ya cerrada y suspiré, haciendo caso omiso a lo que me dijo y subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación de Lucas. Qué raro que no haya venido a la cama esta noche como solía hacer.
- Lucas...
Me senté en la orilla de la cama y lo moví un poco. Estaba destapado, con la camiseta del pijama levantada teniendo al descubierto su barriga. El pelo despeinado, con los brazos y piernas en diferentes poses y con la boca abierta. Era demasiado adorable.
- Campeón, despierta.
- Mamá...- susurró y me acerqué a él, acariciándole el pelo mientras abría un poco sus ojos.- Tengo sueño.
- Dormirás después, venga.
Se sentó en la cama con cara de recién despertado y extendió sus brazos a mí, teniendo que levantarle por los hombros y llevándole abrazándome por el cuello. Lo llevé hasta la cocina y lo senté, dándole su desayuno mientras iba a ver a Zoe.
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¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)
FanfictionNuevas aventuras, una familia con una nueva vida junto a su hijo y el bebé que crecía en la tripa de Gio, la chica Dybala. Pero como el refrán dice, no es oro todo lo que reduce, porque también era una familia con nuevos problemas. Todos esos nueve...