Capítulo 5

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- Bueno días.

- ¿Estabas despierta toda la noche?

- Algo así.

- Se nota, déjamela a mí.

Le dejé tener y calmar a Zoe, descansando de ella y de mi trabajo de madre. Me tumbé en el sofá y cerré los ojos, que luego se abrieron porque Mia aullaba y lamía mi cara.

- ¿Qué te pasa a ti?

Agitó su cola y miré el reloj, era hora de sacarla. Resoplé pasando mis manos por la cara y levantándome sin fuerzas del sofá fui a la habitación, yendo después a la ducha y cambiándome de ropa con el conjunto que acababa de elegir. Fui a la cocina y desayuné lo más rápido que pude antes de ponerle su correa, que era pequeña porque si la dejaba muy suelta a la mordía y se hacía daño o corría más de lo debido.

- Me voy.

- Puedo ir yo, Gio, tú puedes quedarte aquí a...

- Tú tienes que entrenar, así que vete preparando que llegaré antes de que te vayas y de que la pequeña me eche de menos.

Me miró serio, no muy convencido de dejarme ir con este aspecto de necesitar dormir. Pero aún así me fui, llevando a Mia hasta un parque solitario, lleno de árboles y hierba y ancho. Ahí la solté y empezó a correr como loca, trayéndome palos y revolcándose en la hierba como si su vida dependiera de ello.

Reí sentándome en el suelo y ella se acercó a subirse encima de mí, haciéndome reír aún más. Después saqué un juguete hecho de cuerdas unidas en un nudo en el medio, se lo enseñé y se agachó con sus dos patas de delante estiradas. Sonreí y se lo tiré lejos, yendo corriendo nada más hacerlo volar.

Vino hacia mí y lo agarré aún en su boca, tirando de él hacia atrás y ella también, negándose a soltarlo. Hasta que lo hizo y volví a tirárselo, repitiendo el proceso varias veces hasta jugar ahora con una pelota de tenis y hacerla saltar al botarla en un punto del suelo, capturando la pelota en el aire algunas veces.

El tiempo se pasó y guardé sus juguetes antes de volver a atarla con la correa y llevarla hasta casa. Allí la solté y la dejé jugar con sus juguetes mientras Paulo salía de la cocina ya vestido.

- Al final has venido antes.

- ¿Y Zoe?

- Dormida.- me sonrió y abrazó por la cintura.- Descansa.

- Tengo que levantar a Lucas.

- Y tienes que descansar, porque lo hagas un poco el mundo no se caerá.

- Pero...

- Descansa, yo ya me marchó.

- Está bien.

Me sonrió y besó antes de abrir la puerta de nuevo e irse. Miré la puerta ya cerrada y suspiré, haciendo caso omiso a lo que me dijo y subiendo las escaleras hasta llegar a la habitación de Lucas. Qué raro que no haya venido a la cama esta noche como solía hacer.

- Lucas...

Me senté en la orilla de la cama y lo moví un poco. Estaba destapado, con la camiseta del pijama levantada teniendo al descubierto su barriga. El pelo despeinado, con los brazos y piernas en diferentes poses y con la boca abierta. Era demasiado adorable.

- Campeón, despierta.

- Mamá...- susurró y me acerqué a él, acariciándole el pelo mientras abría un poco sus ojos.- Tengo sueño.

- Dormirás después, venga.

Se sentó en la cama con cara de recién despertado y extendió sus brazos a mí, teniendo que levantarle por los hombros y llevándole abrazándome por el cuello. Lo llevé hasta la cocina y lo senté, dándole su desayuno mientras iba a ver a Zoe.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now