Capítulo 26

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Me quedé mirando a la pared de la habitación de mi hermano Dante, en casa de mis abuelos. Llamé entonces a mi padre, esperando a que contestara.

Nada más terminar aquella pelea en Vinovo volví a casa, diciéndole a Alicia que me tenía que ir y guardé con ayuda de Marco y Dante mis cosas, yendo a la casa de mis abuelos para dormir y pensar en todo.

- Hija.

- Hola, papá.

- Uy, ¿Te pasa algo?

- No, nada... bueno, es...

- ¿Paulo?

- ¿Cómo lo supiste?

- Me lo suponía, ¿Qué ha pasado?

- No me quiere como al principio.- decirlo en alto dolía más que pensarlo.- Le da más importancia al fútbol, papá.

- ¿Estás celosa del fútbol?

- No, él me lo dijo, me dijo que no podía pasar tiempo con nosotros, que su máxima prioridad era jugar a fútbol y ser uno de los mejores.

- Hija...

- Y no pasa tiempo con los pequeños, es más, cuando me pelee con él y fui a casa de Marco llamo a su madre para que se quedara con ellos mientras entrenaba, ni en ese momento se queda con ellos.

- Cariño...tal vez lo dijo lo hizo sin querer.

- No, te aseguro que no, sus ojos demostraban tanta rabia y verdad junta que le temía.

- Pero... ¿Han roto? Quiero decir, ¿Se van a...? Ya sabes...

- No lo sé, papá, es que no lo sé, pensarlo me da miedo.

- Pues...no sé qué decirte.

- Necesito unos días a solas, pero tengo a los niños.

- No puedes dejar sola a Zoe, Lucas ya no te necesita tanto como ella.

- Lo sé, pero no sé como volver a casa y decirle a Paulo que me quiero llevar a los niños, al menos a Zoe.

- Yo puedo ir y apoyarte en lo que quieras, hija, lo sabes.

- Lo sé, pero no hace falta, no quiero que vengas en realidad. Estoy bien con Dante, tengo a Marco y los demás.

- Entonces, ¿Me necesitas?

- Necesito tus consejos.

- Siempre los tendrás y en este caso, la decisión es tuya. Tú has vivido con él y sé que aún le quieres, puedes arriesgarlo todo e irte o quedarte y resistir.

- No puedo resistir más.

- Pues...

- Está bien, gracias, papá.

- De nada, hija, te quiero.

- Yo también, ciao.

- Ciao.

Colgué y dejé el móvil en la cama, levantándome y abriendo la puerta para salir a las escaleras, bajarlas y encontrarme a mi abuelo entrando en la casa.

- ¿Cosa c'è che non va? (¿Qué pasa?)

- Pioverà presto. (Va a llover)

- ¿Il ginocchio? (¿La rodilla?)- pregunté sonriendo.

- No, no... le nuvole. (No, no... las nubes.)- respondió riendo.

Le miré irse y salí al patio, mirando al cielo y viendo que sí, las nubes estaban grises. Volví a entrar en la casa, encontrándome a Dante.

- ¿Qué tal estás? ¿Hablaste con papá?

- Sí, sí...hablé.

- ¿Y bien?

- Luego iremos a casa, tengo que terminar de hablar con él, cerrarlo todo.

Él asintió sin decir más y cada uno siguió con su camino, yendo yo ahora a mi habitación para esperar un rato hasta decidir salir con Dante a llamar a un taxi, exactamente a Julia, para que nos llevara a mi casa.

- Puedo entrar sola.

- ¿Segura?

Miré a Dante y asentí después de un silencio recapacitando. Abrí la puerta del coche y fui hasta la puerta, volviendo a abrir con mis llaves.

Al momento apareció Mia de la nada, lanzándose a por mí y llenándome de lametones. Sonreí acariciándola y la bajé de mis piernas para adentrarme más en la casa, en su búsqueda.

- ¡Mamá!

- ¡Príncipe!

Me agaché y dejé que Lucas viniera a por mi a abrazarme, dejándome ver luego a Zoe. Los dos estaban al parecer jugando en la alfombra. La abracé y cuando me levanté con ella en brazos y me giré, vi a Paulo salir de la cocina con lo que parecía su vaso de mate.

¿Qué se siente al ser eterno? (Paulo Dybala)Where stories live. Discover now