30

10.2K 1.2K 298
                                    




Los conflictos en casa de los Jeon se habían convertido en algo habitual. Hyungmin seguía debatiendo con su esposa qué demonios hacer con su desobediente hijo. Jungkook había estado semanas bajo presión y aún así, utilizó la poca valentía que le quedaba para enfrentarse a su padre, incluso si debido a ello recibió más golpes de los necesarios. En más de una ocasión le alzó la voz y gritó que estaba enamorado de Taehyung y nada podría cambiar eso, pero después de unos cuantos puñetazos y dejándolo en un estado bastante deplorable, no le quedaba otra opción que rendirse ante sus propios principios y arrepentirse de haber dicho aquello. Su madre había estado presente en casi todas sus disputas como un personaje extra en una película de bajo presupuesto. Solo miraba y se escondía, miedosa por recibir un castigo si es que defendía a su hijo. Ella amaba a su hijo con todo su corazón, y le dolía verle sufrir. Era su madre al fin y al cabo, y aunque estuviese totalmente en contra de que Jungkook se enamorara de un chico, era consciente de que aquel pensamiento era reversible, pues no era más ni menos que una norma social impuesta que los chicos no debían andar con chicos. Vivían en un país homofobico y lo sabía perfectamente, así que desde joven te mostraban lo mal que estaba amar a alguien de tu mismo sexo. Pero aún así, Hyejin estaba segura de poder cambiar su forma de pensar si es que se le daba la oportunidad. Ella solo quería pedir un poco de tiempo y educación sobre el tema, que Jungkook pudiera hacerle entender que aquel amor no estaba tan mal, pero con un hombre como Hyungmin en casa, esa opción era inaceptable. Allí, todos vivían bajo su mandato, así que Hyejin no podía hacer más que mirar desde lejos y curar las heridas de su hijo cuando todo hubiera terminado, mas nunca, en los escasos momentos que estuvieron solo ellos dos, le dijo lo mucho que lo apreciaba por ser tan fuerte y soportar la ira de su padre contra su cuerpo.

Mientras tanto, en casa de los Kim el panorama no era muy distinto, olía a melancolía y el desespero cada rincón de aquel hogar. La señora Kim lloraba en silencio mientras observaba las fotografías antiguas guardadas en un viejo baúl de piel. En sus temblorosas manos había depositado varías imágenes de su hijo junto con su mejor amigo, en aquellos tiempos donde la felicidad era lo que más abundaba en sus vidas. La sonrisa entrañable de su pequeño cuando estaba con Jungkook se había convertido en la mueca triste que sus labios formaban por no poder amarle. Taehyung había cambiado tanto durante estos años, y Sunhee se lamentaba por no haberse dado cuenta antes, por estar demasiado ocupada con el trabajo para caer en que su hijo la necesitaba. Lloraba porque mientras Taehyung se sentía decaído, ella achacó todo a una depresión sin motivo, cuando la verdad era que el castaño tenía un buen motivo para verse abocado por un gran precipicio. Y ella deseaba poder hacer algo por su pequeño, y también por el pequeño de los Jeon. Ella quería la felicidad para su hijo y sabía que esa felicidad solo existía cuando estaba junto a Jungkook. Así que deseaba con todo su ser, que algún día pudieran amarse sin tener que ocultarse.

***

La tarde se tornó lluviosa y Seokjin tuvo que correr para llegar a casa. Cuando cruzó la puerta, un mensaje llegó a su teléfono mientras se deshacía de la ropa mojada.

Yoongi

¿Estás en casa? Tenemos que hablar.

Seokjin

No hay nada de qué hablar, Yoongi.

Yoongi

Te veo en diez minutos.

Rodó los ojos y lanzó el teléfono sobre el sofá. Yoongi siendo tan terco como siempre.

Se cambió de ropa y se sentó en el sillón junto al gran ventanal del salón. Veía las gotas de lluvia caer, deslizándose por el exterior del vidrio hasta desaparecer. Su cabeza había estado dando vueltas a un asunto desde aquella fiesta en casa del peliazul.

Recuerda que se despertó sintiéndose mareado, debido a la gran cantidad de alcohol que ingirió la noche anterior. Estaba solo en el pequeño e incómodo sofá del apartamento de Yoongi. Echó un vistazo por toda la casa pero no encontró a nadie, así que supuso que ya todos se habrían marchado. En aquel momento, sus sentidos no funcionaban muy bien, así que ni siquiera se dio cuenta que el propietario de la casa no se encontraba en el lugar. Cogió algo de la nevera para desayunar y se lo comió mientras cerraba la puerta del departamento y bajaba las escaleras, dispuesto a marcharse a casa y descansar un poco en su agradable colchón, pero cuando puso un pie fuera del edificio, retrocedió por inercia, mas se quedó apoyado en el vidrio de la puerta, escuchando las dos voces provenientes de afuera.

— Te he dicho que no quiero ese puto crío.— Yoongi se quejó.

— ¿Pero en serio vas a matarlo? Es nuestro bebé.— La voz de la chica llamó la atención de Seokjin, quien no podía estar más perplejo. Había escuchado esa voz en algún lado, pero su única neurona estaba demasiado ocupada intentando analizar la situación como para poder identificarla.

— ¡Dijiste que te tomarías la jodida pastilla del día siguiente! ¿Por qué no lo has hecho?

— P-pero...

— Lárgate y apáñatelas como quieras, pero no me vengas a molestar.— Se abrió paso entre ellos y se dirigió a la entrada del edificio, mientras la chica rubia a la que Seokjin no pudo verle el rostro, se iba de allí llorando.

El chirriante ruido de la puerta abriéndose fue lo que hizo despertar a Jin de sus pensamientos. El peliazul estaba frente a él con cara de pocos amigos, y sin duda, sorprendido, mas no había sido una buena sorpresa.

— Como le digas algo de esto a una sola persona, estás muerto.— Lo amenazó antes de empezar a subir las escaleras que lo llevaban a su apartamento, pero Jin lo detuvo.

— ¿Y qué con Jimin? ¿Vas a ocultárselo? — Lo miró con reproche.

Yoongi no supo responder, sólo tragó saliva y miró hacia otro lado, avergonzado de sí mismo.

— Vete a la mierda.— Fue lo último que dijo, sabiendo que esa sería la última vez que vería con buenos ojos al peliazul. Era un gran hijo de puta si se quedaba tan tranquilo engañando a su pareja incluso después de lo mal que Jimin lo pasó por su culpa.

Y Seokjin se prometió a sí mismo que cuidaría de su pequeño e inocente amigo, pero esa misma semana, cuando volvió a clases, ni siquiera fue capaz de mirarle a la cara. Se sentía presionado y sabía que podía meter la pata en cualquier momento, y por una parte le daba igual, porque deseaba con todas sus fuerzas darle una lección a Yoongi, pero si Jimin se enteraba, eso lo iba a destrozar. Y no iba a ser él quien rompiera el corazón de su amigo.



Holussss! Sé que estuvieron ansiosas por ver qué ocurría en el siguiente capítulo y las tuve esperando un largo tiempo, pero todo tiene una explicación

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Holussss! Sé que estuvieron ansiosas por ver qué ocurría en el siguiente capítulo y las tuve esperando un largo tiempo, pero todo tiene una explicación.

Quizá estuvieron preguntándose por qué no actualizaba o quizá no, pero yo les voy a explicar igual. Estaba finalizando mi TDR, por si no saben lo que es, es un trabajo que se hace en bachillerato sobre un tema que tú eliges y luego debes exponerlo delante de un tribunal. Es algo así como una tesina o doctorado pero de menor grado. Esto me ha causado mucho estrés durante el último tiempo y, por lo tanto, no quise actualizar (tampoco tuve tiempo) hasta terminarlo por completo. Hoy tuve la presentación delante del tribunal y todo fue excelente, así que me sentí con ánimos de publicar capítulo POR FIN.

Probablemente publique más de un capítulo por haberlas tenido en espera tanto tiempo, lo siento.

Como siempre, gracias por leer, y se vienen los dramas finales en esta historia.

— yudus

𝗟𝗹𝗲́𝘃𝗮𝗺𝗲 𝗮 𝗣𝗹𝘂𝘁𝗼́𝗻 → 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑉 / 𝑉𝐾𝑜𝑜𝑘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora