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La casa de Jung Jiseng era pequeña pero acogedora. Con un hijo tan revoltoso como lo era Hoseok, limpiar y ordenar se había convertido en una tarea hecha por inercia.

Corría de un lado a otro dando los últimos retoques al -casi inexistente- polvo que había sobre los muebles y terminó de arreglar su cabello frente al espejo. Había convencido a Hoseok para que saliera de casa aquella tarde. No le fue difícil ya que su hijo solía llevar una vida muy activa. Salía tanto de día como de noche, iba con sus amigos a todos lados y todo el tiempo, y cuando volvía a verle por casa había pasado tanto tiempo, que podía haber crecido unos diez centímetros por lo menos. Aún así, no era alguien irresponsable, o eso era lo que creía su madre. Por lo que tenía entendido, su hijo no faltaba a clases ni se metía en peleas. Tampoco fumaba o se drogaba, así que podía estar tranquila. Incluso si su pequeño era algo rebelde, estaba segura de haberlo formado y educado bien.

El sonido del timbre hizo que Jiseng prácticamente corriera hasta la entrada. Abrió la puerta principal, encontrándose con un fornido hombre al que había conocido a la perfección durante esas últimas semanas. Jeon Hyungmin estaba parado frente a ella, con esa sonrisa ladina y la mirada que derrochaba lujuria. Hyungmin no era alguien realmente atractivo, pero a ojos de Jiseng tenía un encanto indiscutible.

Lo dejó pasar con una sonrisa y vio como el hombre se quedaba frente al salón, observando cada mínimo detalle.

— Es un poco pequeña, pero acogedora.— Miró a Jiseng.— Podría comprarte una mucho más grande si quisieras.

— Oh, no es necesario.— Rio tímidamente, un leve enrojecimiento llenando sus mejillas.

— Si viviéramos juntos...

— Hyungmin, ya te lo he dicho muchas veces. Estás casado y tienes un hijo. Esto es solo un secreto entre nosotros.

***

Era domingo por la noche y los Kim estaban apunto de llegar a casa de los Jeon. Jungkook estaba nervioso y de mala manera, pues no sabía cómo actuar después de todo lo que se había desgastado su relación con Taehyung. No le quedaba otra opción que fingir que seguían siendo los amigos de siempre, ya que sus padres vivían ajenos a los problemas que últimamente habían estado teniendo. Solo esperaba que Taehyung pusiera de su parte para que creyeran en la perfecta amistad que aún mantenían.

El timbre sonó y terminó de arreglar su cabello frente al espejo antes de bajar las escaleras. Cuando llegó a la entrada, su madre estaba hablando con los Kim muy animadamente. Jungkook se sintió extraño cuando su mirada chocó con Taehyung. Algo golpeó en su interior y se vio obligado a apartar la mirada, sintiendo vergüenza de repente.

— Hola, Jungkookie.— Lo saludó Taehyung con la mano y forzando una sonrisa. Los tres pasaron dentro de la casa y dejaron a Jungkook junto con los Kim mientras su madre terminaba de preparar la mesa con la ayuda de Hyungmin.

— Cuánto tiempo, Jungkook. ¿Cómo te va en el instituto? — Preguntó la madre de Taehyung.

— Bien, me estoy esforzando.— Sonrió.

— ¿Y aún estás con Jieun?

— Sí, aún estamos juntos.— Lo dijo mirando a Taehyung, con cierto recelo. Quería apartar los ojos de él pero no podía, quería hacerle saber que él estaba perfectamente junto a su novia incluso si Taehyung estaba con otra persona. Quería hacerle saber que su vida era perfecta con o sin él, incluso si en el fondo sabía que se mentía a sí mismo.— Y nos amamos, así que espero que sea por mucho tiempo.

Esas palabras dolieron en el pecho de Taehyung. Dolieron casi tanto como el repudio que ahora Jungkook tenía por él. Dolía saber que estaba siendo feliz con otra persona, que sus sonrisas no las provocaba él y que jamás se fijaría en alguien tan mediocre, porque además de ser un chico y que Jungkook era heterosexual, Taehyung no era alguien que mereciera la pena.

𝗟𝗹𝗲́𝘃𝗮𝗺𝗲 𝗮 𝗣𝗹𝘂𝘁𝗼́𝗻 → 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑉 / 𝑉𝐾𝑜𝑜𝑘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora