Se sentó en la acera frente a la casa de Jungkook. Había estado andando por medio de la desierta carretera que volvía hasta su casa, pero todavía no se sentía preparado para entrar en aquel infierno de nuevo. Sabía que sus padres sólo querían ayudarle, pero él se negaba a que sintieran lástima por su estado.

Jugaba con sus manos, aburrido. La batería de su teléfono se había agotado hacía como quince minutos, y ya no tenía nada que hacer en la calle más que morir de frío. Probablemente, al día siguiente se habría enfermado por el clima helado que aún abundaba en Corea, incluso si la primavera estaba por llegar.

Escuchó el sonido de risas provenir del interior de la casa de Jungkook. Las luces de la primera planta se encendieron y escuchó el sonido de la puerta y después los pasos del pelinegro. No se molestó en levantarse de allí e irse, le daba exactamente igual que Jungkook volviera a recriminarle el estar cotilleando en su casa, podía golpearlo si eso era lo que quería. A Taehyung ya no le importaba nada, ni siquiera si seguía respirando.

— ¿Taehyung? — El pelinegro preguntó con el ceño fruncido, parándose a su lado. El mayor alzó la mirada, percatándose de que no estaba solo. Sus manos entrelazadas con las de Jieun hicieron que su estómago se revolviera.

— Y-yo...

— ¿Estás bien? — El castaño enarcó sus cejas ante la notoria preocupación del menor, pero al darse cuenta, Jungkook volvió su mirada a una fría y vacía de sentimientos.

— S-sí.

— No lo parece, Tae.— Respondió Jieun .

— Me iré...me iré a casa.— Dijo poniéndose en pie, pero no pudo alejarse mucho porque sintió una mano grande y fuerte tomar su muñeca.

— Tengo que llevar a mi novia a casa, hyung. Puedes venir y...y luego puedes quedarte en mi casa a dormir.— Habló con timidez, mordiendo el interior de su mejilla, una manía que, Taehyung sabía a la perfección, hacía cuando estaba nervioso.

El castaño asintió lentamente, dejándose llevar por la mano de Jungkook, que lo dejó ir en cuanto se dio cuenta de que estaba prestándole demasiada atención al mayor. Taehyung se quejó silenciosamente, añorando el tacto de la mano de Jungkook sobre su piel. Últimamente, era lo más cerca que habían estado.

La conversación fluía sola entre Taehyung y Jieun, y eso tranquilizó un poco al castaño, que pudo pensar en otras cosas mientras hablaba con la novia de su mejor amigo. Jieun era divertida y no dudó en volcar su atención en Taehyung para intentar recobrar el ánimo del chico. El castaño no pudo evitar sentirse culpable por estar enamorado de su novio, ya que, incluso si sus sentimientos —de momento— no afectaban a la relación de Jungkook con ella, no quería causarle ningún tipo de daño a aquella chica tan agradable. Era perfecta para Jungkook, de eso no tenía duda.

El pelinegro se dedicaba a caminar observando sus pasos, totalmente distraído de la conversación que llevaban los otros dos. Él, al contrario del castaño y la rubia, era alguien tranquilo a pesar de extrovertido. Jungkook parecía tener doble personalidad, y es que a veces era como si estuviera en otro mundo, aislado de todo, pero otras veces era la persona más amigable y risueña con la que te podrías topar. Era una caja de sorpresas, y a Taehyung le encantaban las sorpresas.

El camino de vuelta fue todo lo contrario. En el silencio de la noche, solo el sonido de sus pasos se escuchaban, acompañados del leve ruido de los grillos que habitaban por los campos más cercanos. Taehyung mordía su labio con desespero, deseando tomar la mano de Jungkook que, de tanto en tanto, rozaba con la suya debido al movimiento de sus cuerpos. Nunca pensó que caminar junto a Jungkook sería tan incomodo. El menor no articulaba palabra y solo miraba al frente, como si la persona a su lado no existiera.

— Dicen que los ojos están para mirar, pero no te lo tomes tan en serio.— Habló el pelinegro al sentir la mirada de Taehyung sobre él. No se había dado cuenta de sus propias acciones hasta que Jungkook dijo aquello, pero llevaba observándolo por minutos como si fuese la octava maravilla de este mundo.

— Perdón...— Musitó, dirigiendo su vista al frente.

— ¿Qué hacías allí? ¿Estabas esperándome? — Preguntó con curiosidad.

— No. Yo...solo salí a dar una vuelta.

— Se te da fatal mentir.

— Lo sé.

— Entonces deja de hacerlo.

— ¿Yo te importo? — Dijo de repente, su voz sonando como si esperara un sin rodeos. Algo que lo aferrara a quedarse a su lado.

— Claro que me importas, hyung.

— A ti también se te da fatal mentir.— Sonrió con tristeza, acelerando su paso para dejar al menor atrás, pero este corrió para alcanzarlo, sujetándole del brazo para detenerle.

— Que hayamos discutido, que tú te alejes o que yo me comporte como un gilipollas cuando estás cerca no significa que hayas dejado de importarme.

— ¿Sabes? Si dejaras de comportarte como un gilipollas, tal vez te creería. — Se cruzó de brazos, mirándolo escéptico.

— No es tan fácil, Tae. Estos días, yo...— Suspiró y sacudió su cabeza, sacando esos pensamientos de su mente. No le diría a Taehyung que estaba confuso con sus sentimientos, claro que no se lo diría, porque no podía ser cierto.— Olvídalo...

— Sí, olvídalo como has olvidado que sigo existiendo.

— Tae, yo no...yo no te he olvidado, mierda.

— ¿Entonces por qué haces como si no existiera? ¿Por qué soy tan molesto para ti? — El mayor lo empujó levemente, haciendo que retrocediera. — ¡¿Por qué he dejado de importarte?! — Otro empujón.— ¡¿Por qué me mientes, Jungkook?!

— ¡Deja de gritar!

— ¡Entonces deja de confundirme!

— ¡Deja de confundirme tú a mí, mierda!

No se habían dado cuenta, pero estaban gritándose con sus rostros a centímetros del otro, acortando la distancia a cada instante, sin percatarse tampoco de que, con aquella ultima frase, tanto Taehyung como Jungkook acababan de confesar —a medias— sus sentimientos por el contrario.

𝗟𝗹𝗲́𝘃𝗮𝗺𝗲 𝗮 𝗣𝗹𝘂𝘁𝗼́𝗻 → 𝐾𝑜𝑜𝑘𝑉 / 𝑉𝐾𝑜𝑜𝑘Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ