Jaime se detuvo en un corredor que daba a la parte lateral del castillo. La puerta al final del corredor estaba abierta y desde allí podía verse la hierba verde y oscura fuera, junto a una pequeña capilla puntiaguda que hacía las veces de capilla para el señor de Alderman. Rylan tomó aire al observar la multitud de figuras que se arremolinaban frente a la iglesia formando un círculo, dejando un gran hueco en el centro para el féretro con el cuerpo de Gordon Seymour. Junto a éste se encontraba el pastor de la capilla, vestido completamente de negro, con sombrero ancho y pronunciando unas palabras que Rylan no lograba escuchar desde ahí.

Jaime Fisher siguió adelante, imaginando que los dos hombres que hasta hace unos segundos caminaban tras él lo seguirían, pero no lo hicieron. Se quedaron a una distancia bastante prudencial, sin que nadie que estuviera abstraído con el entierro pudiera verlos.

—¿Vamos a acercarnos?

El rostro de Rylan parecía cincelado en piedra, clavando sus ojos en lo que sucedía ante sus ojos.

—La única razón que me haría acercarme hasta allí sería ver a mi padre levantándose de esa caja y caminando por su propio pie —murmuró con voz fría como el hielo—. Y sólo lo haría para poder enterrar mi espada en su pecho y acabar con él de una vez por todas.

Sus palabras ni siquiera sonaban como si estuvieran cargadas de odio, tan sólo neutral desprecio; como si Rylan no fuera consciente del significado real de sus palabras.

Duncan se quedó callado un momento, sin querer hacer algún comentario que pudiera estar fuera de lugar. La voz del pastor llegaba hacia ellos, clara y alta, recitando fragmentos de la Biblia y orando por el alma de Gordon Seymour. Duncan fijó su mirada en los asistentes al entierro, no conocía a ninguno de ellos, pero supuso que no tardaría mucho en hacerlo.

—¿Quién es el hombre del cabello largo? —preguntó, interesado.

—Es Aaron Seymour, mi tío.

Aaron estaba completamente tranquilo, con los brazos cruzados en su pecho y su mirada astuta parecía estar estudiándolo todo en esos instantes. Durante un momento, sus ojos azules llegaron hasta esas dos figuras que no tenían intención de avanzar hasta el rito. Aaron observó a su sobrino con gesto sobrio durante unos instantes y después apartó la vista de él, como si no lo hubiera visto. Pero Rylan sabía que sí lo había hecho.

—¿Y la joven pelirroja de su lado?

Rylan dirigió la mirada hasta la muchacha a la que su amigo se refería y no pudo evitar sonreír al contemplar el familiar cabello rojo y largo de su hermana, cayendo en una trenza despeinada sobre su hombro hasta su cintura. La joven miraba al suelo, como si estuviera pensando en otros asuntos ajenos al entierro de su padre... y probablemente era así.

—Es Linnea —explicó—, mi hermana pequeña.

Duncan asintió con la cabeza, volviendo a observarla detenidamente. Parecía frágil y delicada y además era muy hermosa.

Rylan siguió observando la elegante figura de su hermana durante unos segundos más y después escuchó la voz de Duncan hablando de nuevo.

—¿Y la muchacha de su lado?

Tan pronto como esas palabras llegaron a sus oídos, Rylan pareció saber que eso sucedería. Sólo pasaron dos segundos antes de que sus ojos se centraran en ella y se arrepintió tan repentinamente como la había mirado. Sabía que ella estaría ahí; era completamente obvio, pero la visión de Alyssa, rígida y seria en el entierro de su padre, lo golpeó de pronto como si alguien le hubiera propinado una patada a traición. La muchacha era más alta ahora, bastante más que su hermana. Su cuerpo era esbelto, un vestido gris marcaba la fina curva de sus pechos y su acentuadamente delgada cintura. En su cabello castaño destacaban algunos mechones dorados y su pálida piel hacía resaltar el profundo verde de una mirada apagada. Tenía veinte años exactamente, pero sus ojos eran casi los de una anciana.

—Parece triste —aportó Duncan, al ver que su amigo no había respondido.

Por fin Rylan volvió a la realidad.

—Imagino que estará sufriendo mucho —comentó con amargura contenida—, su amado esposo acaba de morir. —De ningún modo hizo algo para contener el sarcasmo de su voz al pronunciar la palabra «amado».

La sorpresa en el rostro de Duncan fue evidente.

—¿Ella es la esposa de tu padre? Quiero decir... lo era.

Rylan soltó una risa irónica, entornando los ojos.

—Pura como una flor... al menos cuando mi padre la compró.

Antes de que Duncan tuviera la oportunidad de volver a hablar, Rylan se dio la vuelta y caminó de nuevo al interior del castillo. El duque de Alderman tenía muchos asuntos que resolver aún y no quería perder más tiempo.


(2) Kilt: Prenda escocesa típica. Es vestida tan sólo por hombres y se conforma por una gran tela con estampado de tartán que se fija a la cintura a modo de falda.


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Si algún día vuelves. #Wattys [Romance histórico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora