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Terminaron de comer en silencio, no porque no tuvieran qué decir o que se sintieran incómodos. No, todo lo contrario; cada uno disfrutaba a su manera, de forma calmada y sin apuros, encontrando innecesario el llenar el vacío con conversaciones insulsas.

Muchas veces las personas creían que Yoongi era serio y antipático, ya que al comer, pocas veces hablaba, en realidad, se concentraba en sabores, sensaciones y en cómo mejorar lo inmejorable. A Jimin le decían que parecía triste, ensimismado, hasta enojado, al callar cuando estaba en la mesa; la mayoría de esos comentarios los recibía por parte de Taemin o su familia, pero poco le importaban, él siempre tuvo un paladar sensible y hasta un poco exquisito.

Más allá de los sabores que en ese momento experimentaba, Yoongi cavilaba la posibilidad de que Jimin le llegara a gustar. No sabía qué sucedía, no lo conocía de nada, aunque ese aire de omega vulnerable le bastaba para que su lobo se alterara; saber que no tenía pareja le provocaba una gran satisfacción que no iba a reconocer, jamás, pero aún así, llevaba años sin que alguien le interesara.

Desde ella.

Algo aturdido por sus pensamientos, miró a la persona ubicada al frente suyo. Jimin se relamía los labios mientras sacaba la última cucharada de postre que le quedaba, aprovechando lo distraído que estaba el menor, comenzó a analizarlo.

Su frente estaba cubierta de forma parcial por el flequillo de color chocolate, su cabello era lacio y un poco rebelde; estaba este gesto de echarse el pelo hacia atrás, pero este con insistencia volvía a su lugar. La nariz de Jimin era pequeña, como él; cuando sonreía se veía más diminuta aún. Sus ojos eran almendrados y de un castaño hipnotizador, tan expresivos, tan lindos, tan profundos; cuando sonreía, lo cual no pasaba muy a menudo, se volvían dos pequeñas rendijas oscuras. Sus mejillas se veían algo hundidas ahora, marcando más de lo necesario el hueso de los pómulos, sin embargo, Yoongi había conocido lo esponjosas que podían llegar a ser, que contrastaban con encanto con sus ojos cuando sonreía, dándole un toque tan tierno que removía el corazón hasta del mal duro y también tentaba a más de uno. Para el final, dejó sus labios, aquellos preciosos, carnosos, rosados y deseables labios, en ese momento se encontraban más rosados de lo normal, dándole un aspecto muy tentador. Tan abultados, tan sensuales a la vista, que provocaban un leve tirón en el vientre de Yoongi; allí estaban las ganas de tomar su delicada cara y estampar sus labios con los del omega, besarlos, adorarlos, saborearlos hasta jamás poder olvidar su sabor; estaba seguro que, si los tocaba, ardería por una combustión espontánea.

Su ingle dio un doloroso tirón anhelante. Debía parar o tendría un gran problema entre las piernas.

—¡¡Uf!! Hace semanas no terminaba con la panza tan llena —Jimin habló mientras se afirmaba en el respaldo de la silla y se sobaba su plano estómago.

Yoongi tuvo una imagen mental alucinante: Jimin, en esa misma posición, pero acariciando su vientre abultado a causa de llevar un bebé en él.

Su bebé, su hijo.

Asustado de sí mismo, Yoongi se levantó de un salto y miró hacia todos lados.

—¿Chef? —Jimin se enderezó asustado.

—Esto, yo... —Miró la cara confusa del menor y se devanó los sesos por pensar en algo coherente para su extraño comportamiento.

—¿Está bien, chef? —pregunta un preocupado Jimin.

—Sí, sí, es solo que hemos tardado un montón y aún debemos ir a buscar las curitas —el alfa juntó los platos que usaron, ante la mirada un poco atónita del omega—. Ven, vamos cachorro —Yoongi tiende una mano de forma inconsciente hacia Jimin.

🗝FarAway🗝《Omegaverse-YM》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora