Perfecto, señorita Sokolov. Necesito que le pase el itinerario al piloto del Jet Privado, reserve y pague estadías, envíe correos a los proveedores de que las reuniones si se harán.

Salí un poco obstinada de La Oficina de mi jefe, claramente hoy no había amanecido de humor pero para nada y yo no lo aguantaría. Tenía bastante trabajo que hacer, joderrrrrr. La madre que lo parió. Extraño a mi antiguo jefe, con el la vida era más relajada, más tranquila. ¡Agg!

Erick

Me encargue de buscar el archivo que la empresa guarda de todos sus empleados y no fue fácil encontrar el de Gabrielle. Pero quería saber un poco más de ella. Algo tenía esa chica que llamaba mi atención.

— Origen ruso... 23 años, entro a Estados Unidos el mismo año que comenzó a trabajar en la empresa. Bingo... ¡Vive sola! – Dije para mí mismo – Habla 4 idiomas, estudiante de Mercadeo. Mmm, mejor no pudo haber salido la rusa.

Abrí con cuidado la puerta que conecta mi oficina con la de ella y estaba sentada tranquilamente hablando por teléfono y tecleando en la computadora. Debía de admitir que tiene un cuerpo escultural. Y tenía muy buen gusto referente a como se viste, su cabello y todo eso. Aún habían cosas que no conozco de la rusa, pero provoca tenerla en mi cama justo ahora.

— Señorita Sokolov. ¿Ya almorzó? – Se sobresalto al escuchar mi voz.

— No, señor Thorne. No he terminado el trabajo pendiente.

— Déjelo así y termina cuando volvamos, iremos a almorzar.

Mi respuesta la tomo por sorpresa y eso era justo lo que yo quería. Veamos si en este almuerzo logró saber tanto de la rusa como me gustaría. Note que salió por otro lado y no junto a mi. ¿No va a almorzar conmigo? Tomó el otro ascensor y no el mismo que yo. Al llegar a la recepción del primer piso, estaba ahí parada.

— ¿Que fue eso? ¿Por que salió antes que yo y por otro ascensor?

— Señor, he accedido a almorzar con usted porque es mi jefe y porque creo que lo merezco por tanto trabajo. Pero no por eso quiere decir que saldré de la empresa junto a usted para que comiencen los chismes y todos se imaginen que el nuevo jefe es mi amante o algo parecido.

¡Menudo carácter tiene la rusa! Esto si que no sería fácil, nada fácil. Estaba más que claro que ella no aceptaría salir o estar conmigo tan fácilmente. Pero a la final yo solo busco un buen polvo, nada de romanticismo, ni cuentos de hadas, ni flores ni chocolates. Y espero ella no sea de las chicas que buscan todo eso.

Gabrielle

Me daba risa el ver cómo mi jefecito creía que podía jugar conmigo. Pero debía de entenderlo, lleva solo dos días conociéndome. Realmente ni se imagina como soy yo. Su cara luego de mi contesta fue épica. Un muy lindo Audi se estacionó enfrente de nosotros y el como caballero abrió mi puerta. Guaaaao. 5 puntos para el jefe, es caballero. Ni el ni yo decíamos algo. Todo el camino fue en total silencio. Al rato, llegamos a un restaurant lujoso de comida  Italiana. Al menos el chico acertó con una de mis comidas favoritas. Nos sentamos y enseguida, el se encargó de pedir las entradas, platos fuertes y la bebida. Que controlador.

— ¿Puedo saber más de ti? – Pregunto mirándome fijamente.

— ¿Como que le gustaría saber de mi, señor Thorne?

— Porque te viniste a Estados Unidos, si tienes familia, tu nombre completo... Quisiera conocer mejor a mi asistente.

— Me vine por problemas familiares, y si, si tengo familia. Gabrielle Anastasia Sokolov Hunter. ¿Algo más? – Alce la ceja.

— Menudo carácter tienes. – Rió.

— Soy Rusa. ¿Tú que crees? – Reí yo también.

A medida que hablábamos, el también me contaba una que otra cosita de el. De 3 hermanos, el fue el único en interesarse por la empresa. Su mamá es alemana, tiene 28 años y no está casado ni tiene hijos. ¡Por fin algo bueno! Debía de admitir que su risa era contagiosa y provocadora. Sus gruesos labios y sus perfectos dientes me encantaban. Luego de que nos trajeron la comida, el silencio reino la mesa y cada uno comía de lo suyo. Pero note su mirada en mi.

— ¡Gabrielleeeeee! – Escuche detrás de mi

— Sabía bien que la parlanchina eras tú. – Salude a mi mejor amiga con dos besos – ¿Que haces aquí?

— Comiendo con un amigo. ¿Y tú? ¿Quién es el guapo? – Note que mi jefe nos escucho.

— ¡Antonella! – La reprendí – El es mi jefe, el señor Thorne, y ella es mi mejor amiga Antonella.

— Un placer conocerla, señorita. – Le dio la mano y le dio un beso.

— Igual, señor Thorne. Ya me tengo que ir, Gaby. ¡Más tarde te llamo o paso por tu casa, tenemos mucho de que hablar!

A lo que mi loca amiga se fue, me volví a sentar para disfrutar de la comida. Ni el decía nada ni yo mucho menos. Que incomodo fue todo. "¿Quien es el guapo?" Siento que morí. Mi Diosssss. Que vergüenza. Seguramente estaba roja de la pena.

Luego de almorzar, no me dejo ni mirar la cuenta y luego de una mínima pelea, pago el. Su chofer nos busco y nos dejo en la empresa. Una vez más, subí por mi lado y el por el suyo. Entre a mi oficina y más atrás entro el.

— Me tengo que retirar de la empresa por motivos personales, desvíe mis llamadas. Gracias por el almuerzo, señorita. – Me dio un beso cerca del labio.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo. ¿Como se atrevió a hacer eso? Quede petrificada en el asiento de mi escritorio. Mi Dios. No voy a permitirme sentir nada por este hombre. Jamás.

• Atada a las sabanas de mi jefe • FINALIZADA!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora